Quince días. Es el tiempo que el mandatario ruso aseguró que tardaría en hacerse con el control de Kiev, la capital de Ucrania. Se lo dijo el propio Vladimir Putin, en 2014, al entonces presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso. Se cumple un mes desde que Rusia lanzó su invasión. Ni Kiev ha caído, ni las expectativas del mandatario ruso y sus generales se han cumplido. Si anticiparon una operación relámpago, se equivocaron.
Pese al desequilibrio de fuerzas, el Ejército ruso avanza con una lentitud menor a la que su poderío militar hacía esperar. Y Ucrania, en inferioridad de condiciones, resiste con ferocidad y valentía. No era el plan que Putin tenía en mente.
Rusia ha atacado ciudades. Edificios de viviendas. Hospitales. Población civil (según la ONU, ha muerto al menos 997 civiles y 1.594 han resultado heridos, pero se estiman que son muchos más). Tres millones y medio de refugiados han escapado del país huyendo de la guerra. Es el éxodo más rápido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Otras 6,5 millones de personas están desplazadas dentro de sus fronteras.
Pero los problemas logísticos, los errores militares y la "intensa resistencia" ucraniana frenan el avance ruso por tierra, según aseguraba hace unos días la inteligencia británica.
Moscú no ha tomado grandes ciudades. Además de Melitópol (una localidad de 150.000 habitantes a 50 kilómetros del mar de Azov que controló enseguida), solo Jersón ha caído en sus manos. A orillas del mar Negro y junto al río Dniéper, la ciudad de 300.000 habitantes fue controlada por el Ejército ruso a principios de marzo, una semana después del inicio de la invasión lanzada el 24 de febrero.
Allí, las tropas rusas dispersaron con disparos una protesta pacífica contra la invasión esta misma semana. Las autoridades ucranianas denuncian que esa ciudad al sur del país se encuentra al borde de la catástrofe humanitaria, sin alimentos ni suministros médicos.
Sin embargo, el Ejército ruso no ha conseguido doblegar a la asediada ciudad portuaria de Mariúpol, punto estratégico clave para Moscú en el sur de la ex república soviética. Pero Mariúpol es una localidad devastada, "completamente destrozada", según testigos. Ha sufrido bombardeos "constantes" durante semanas, tal y como han denunciado las autoridades de la ciudad. Y ahora los combates se libran calle a calle.
Convertida en uno de los escenarios más cruentos de la guerra, ha dejado imágenes dramáticas. Como la de una mujer embarazada, a punto de dar a luz, trasladada en camilla tras el ataque ruso a una maternidad. Ella y el bebé murieron cinco días después. Es uno de los símbolos de la barbarie.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha informado de que 100.000 civiles permanecen en esa ciudad que antes de la guerra tenía 430.000 habitantes. Ha denunciado en distintas ocasiones la violación del alto el fuego en los corredores humanitarios pactados y el fracaso de los esfuerzos para hacer llegar la ayuda a la población.
La capital, Kiev, ha sido bombardeada de forma repetida pero el avance de las tropas rusas en las afueras parece estancado. Las partes siguen luchando por el control de los suburbios. En Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania y a unos 50 kilómetros de la frontera con Rusia, casi mil edificios han sido arrasados por los bombardeos, según el Ayuntamiento.
A la resistencia ucraniana, se suman otros aspectos que, según los expertos, han ralentizado el avance ruso. Moscú habría sufrido importantes pérdidas entre sus soldados, aunque las cifras oscilan mucho dependiendo las fuentes. Según la OTAN, entre 7.000 y 15.000 militares rusos han muerto en cuatro semanas de guerra.
El Kremlin apenas ha ofrecido información sobre sus bajas. Solo el pasado 2 de marzo reconoció oficialmente la muerte de 498 de sus soldados. Ucrania también afirma haber matado a seis generales rusos. Moscú solo reconoce uno.
La web rusa Komsomolskaya Pravda aseguró, citando fuentes militares, que 9.861 soldados rusos habrían muerto en la batalla y más de 16.000 habrían resultado heridos. La información se borró tan solo unos minutos después. Se aseguró que la web había sido hackeada.
El Ejército ruso ha padecido, además, grandes problemas logísticos, con sus reservas al límite y escasez de combustible, comida y agua. Varios vídeos difundidos en redes sociales han mostrado a los soldados saqueando gasolineras, viviendas o granjas.
También han sufrido numerosas averías. Los expertos han señalado, por ejemplo, el deficiente mantenimiento de los neumáticos. Algunas imágenes han mostrado el abandono de vehículos militares al borde de las carreteras.
Ucrania ha recibido armas para su defensa de países europeos. Aunque su desventaja ante el gigante ruso es evidente, con su presidente Zelenski al frente, continúa resistiendo. Y lo hace contra todo pronóstico.