A tres meses de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos y en el sprint final de la contienda para llegar a la Casa Blanca, el candidato demócrata Joe Biden está a punto de elegir a la persona que se convertirá en su mano derecha: su vicepresidenta. Será sin duda, la elección más importante de su campaña.
Tal y como anunció a mediados de marzo, una mujer se transformará en su socio político y de gobierno en medio de una crisis nacional. Pero más allá de ser su número dos, en caso de lograr ocupar el Despacho Oval, Biden a sus 77 años, busca también en su compañera de fórmula la candidata ideal para ocupar la primera línea de sucesión presidencial, teniendo en cuenta que el líder demócrata, aunque no lo ha descartado, posiblemente no pretendería continuar un segundo mandato, lo que allanaría la carrera hacia la presidencia en cuatro años más a la persona que elija para acompañarlo.
Por otro lado, las presiones y demandas para que la candidata a la vicepresidencia sea una mujer de color han ido cobrando cada vez más fuerza, y no sólo entre los votantes negros en general, sino entre los miembros de su propio partido por una cuestión de estrategia electoral y política.
En cualquier caso, el que fuera vicepresidente en la era de Barack Obama, se decantará por alguien en quien tenga confianza plena, que impresione y entusiasme al electorado y que, a su vez, considere preparado para llevar a cabo funciones ejecutivas y legislativas.
Y todo apunta a que la mujer elegida sea Kamala Harris, senadora por California desde 2017 y excandidata a la presidencia 2020.
La abogada Harris, de 55 años de edad, hija de inmigrantes, y licenciada en la Universidad de Howard en Washington, es la única mujer negra que hay actualmente en el Senado de los EEUU. Su madre, científica en cáncer de mama, emigró a los Estados Unidos desde la India; su padre, quien obtuvo un doctorado en la Universidad de California en Berkeley y es profesor emérito de economía en Stanford, llegó desde Jamaica.
Kamala Harris nació en Oakland, y también fue la primera mujer de color elegida fiscal general de California durante seis años. Anteriormente, durante siete, ostentó el puesto de fiscal del distrito de San Francisco, donde comenzó su apoyo profesional a la comunidad LGTB creando una Unidad especial de delitos de odio, centrada en crímenes de odio contra niños y adolescentes LGTB en los colegios.
Como fiscal, se enfrentó a los grandes bancos de Wall Street durante la crisis financiera de 2008 y ganó más de 20 mil millones de dólares a favor de los propietarios de viviendas en riesgo de perder sus casas por la hipoteca.
Actualmente es miembro del Comité de Presupuesto, del Comité de Seguridad Nacional y Asuntos Gubernamentales, del Comité Selecto de Inteligencia y del Comité del Poder Judicial.
El 21 de enero de 2019, Harris anunció oficialmente su candidatura para ser presidenta de los Estados Unidos, de cara a las próximas elecciones presidenciales del 3 de noviembre. Durante las siguientes 24 horas, empató un récord establecido por el demócrata Bernie Sanders en 2016, de la mayor cantidad de dinero recaudado en el día siguiente al anuncio. Sin embargo, Sanders más tarde volvió a romper la marca al anunciar su campaña presidencial de 2020.
Antes de competir en las primarias, Harris y Biden, ya venían teniendo una relación amistosa, tanto por el círculo de profesionales que rodeaban a Obama, como por el difunto hijo de Biden, debido a que este y la senadora trabajaron como fiscales generales.
Durante un debate televisado de las primarias demócratas, Biden y Harris tuvieron algunos enfrentamientos que encontraron su punto más álgido cuando Harris atacó a Biden por oponerse a las políticas de transporte escolar en la década de los 70, siendo ella una de esas estudiantes: "Había una niña en California que era parte de la segunda clase para integrar sus escuelas públicas, y todos los días la llevaban en autobús al colegio. Y esa niña era yo", dijo la entonces aspirante a la presidencia demócrata. Ante los rumores de ser la posible electa vicepresidenta de Biden, al ser preguntada por aquel ataque, exclamó: "¡Fue literalmente un debate!, añadiendo: “Con toda seriedad, conozco a Joe desde hace mucho tiempo y me preocupo profundamente por él”.
Harris abandonó su carrera presidencial por falta de fondos económicos y porque no consiguió aumentar la intención de voto tras varios debates presidenciales. Algunos críticos a la candidatura como vicepresidenta de Biden, creen que su campaña presidencial fue una decepción. Otros la consideraron como el primer “peso pesado” que se retiraba de la contienda presidencial.
No obstante, teniendo en cuenta que las campañas de la presidencia y la vicepresidencia no la realizan sólo los aspirantes, sino un entramado de políticos electos que los respaldan, hasta noviembre 2019, antes de salir de la competición política, Harris ocupaba la segunda posición con más apoyos demócratas afroamericanos e hispanos, liderada por Biden.
Una vicepresidenta de color para atraer el voto de los jóvenes liberales afroamericanos
A lo largo de los últimos meses, en medio de la pandemia que azota especialmente a las minorías latinas y afroamericanas, y donde las protestas raciales han cobrado un gran protagonismo a raíz del asesinato del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco, el perfil de Harris encaja en la estrategia de campaña en tanto en cuanto es una de las mujeres negras más conocidas en la política estadounidense y podría atraer tanto a moderados como liberales.
Biden, conocido por su historial político moderado, apeló en su momento al flanco izquierdo del partido con la intención de promulgar políticas liberales, en caso de ganar la Casa Blanca: "Si soy elegido, voy a ser bueno para pasar a ser uno de los presidentes más progresistas en la historia de Estados Unidos", dijo.
Harris, complementaría así las debilidades demográficas de un candidato presidencial que intenta liderar un partido más centrado y fortalecido por los electores más jóvenes afroamericanos.
Cuando las manifestaciones por el creciente racismo en el país invadieron las calles, Harris fue una de las primeras legisladoras en unirse a las protestas frente a la Casa Blanca y en las calles de Washington DC, recientemente renombradas Black Lives Matter Plaza, referentes al movimiento social cuyo lema es “Las vidas de las personas negras importan”.
“La gente tiene dolor. Debemos escuchar”, escribió la senadora en un tuit publicado durante su participación en una de las manifestaciones.
Al día siguiente de que Biden se reuniera en Houston con la familia de George Floyd, Harris encabezó un evento de recaudación de fondos online que reunió 3.5 millones de dólares para la campaña de Biden.
La abogada afroamericana jugó un papel crucial en la redacción de un amplio proyecto de ley para prohibir la técnica de arresto por estrangulamiento, y para establecer un estándar unificado que permitiera controlar el uso de la fuerza por parte de la policía, llevando a cabo varios cambios exigidos por los manifestantes. Para revelar la medida general, junto a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, el senador de Nueva Jersey, Cory Booker, y otros demócratas, Harris dijo sin rodeos: "Estamos aquí porque los estadounidenses negros quieren dejar de ser asesinados".
Sin embargo, Harris también ha sido criticada por algunos analistas políticos y detractores cuando, ocupando un cargo prominente como Fiscal de Distrito en California, y siendo una persona de color, no tuvo simpatía con las minorías.
En cuanto a la pandemia, Harris propuso la llamada Coronavirus Immigrant Families Protection Act para que los test y su tratamiento se aplicaran a todas las comunidades, independientemente de su estatus migratorio. Para mitigar la crisis económica que atraviesa el país, propuso proveer 125.000 millones de dólares a negocios con menos de diez empleados (el 90% de los negocios latinos son pequeños negocios).
En materia migratoria, la senadora propuso durante su campaña a la presidencia una ampliación del plan conocido por sus siglas en inglés como DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia), que pretendía utilizar a la autoridad ejecutiva para que los Dreamers (hijos de inmigrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos), tuvieran acceso a la ciudadanía, tratando de proteger también a las familias de estos jóvenes. Harris también propuso ayuda legal a los indocumentados y refugiados detenidos en la frontera. Denunció la política de separación de familias y detención de niños en jaulas.
Propuso leyes para controlar a la policía migratoria ICE y Patrulla Fronteriza, incluyendo la ley DONE que recortaría los niveles de detenciones, y la ley REUNITE para transferir fondos de ICE a la reunificación de familias separadas.
Entre las diferentes candidatas a la vicepresidencia que Biden ha estado barajando en los últimos meses, otras tres mujeres afroamericanas se perfilan como posibles elegidas, pero desde que un fotógrafo de Associated Press esta semana, capturó con el objetivo de su cámara las notas de líder demócrata en un evento de campaña en Wilmington, Delaware, las sospechas de que Kamala Harris podía ser la favorita desataron los rumores. Bajo su nombre, Biden enumeraba cinco puntos de conversación y aspectos críticos de su posible elegida: "No guarda rencor", "hizo campaña conmigo y Jill" (mujer de Biden), "talentosa", "gran ayuda para hacer campaña" y "gran respeto por ella".
En cuanto a su posible elección como vicepresidenta, Harris ha dicho que el candidato que determine, debe fundamentalmente, ayudarle a vencer a Donald Trump.
"Sé que la conversación se está llevando a cabo en la prensa y entre los expertos, y me siento honrada de ser considerada, si ese es el caso. Sería un honor, si me lo pidieran”, dijo la abogada defensora del cambio social y feroz crítica del actual presidente de los Estados Unidos: "Honestamente, haré todo lo que esté en mi poder, donde sea que esté, para ayudar a Joe Biden a ganar. Sería un gran compañero de fórmula", aseguró la candidata a vicepresidenta del país.