Alrededor de un centenar de niños ingresan cada semana en Reino Unido por el síndrome multisistémico inflamatorio pediátrico (PIMS-TS), una rara enfermedad relacionada con el coronavirus, que se desarolla semanas después de pasar la enfermedad y que afecta a uno de cada 5000 niños.
Según publica el diario británico 'The Guardian', la alerta llega después de que los casos de niños ingresados con esta enfemedad se hayan triplicado respecto al mes de abril. Si en este primer periodo, el PIMS afectaba a 30 menores cada semana, ahora son alrededor de 100 los que ingresan, según ha puesto de manifiesto Hermione Lyall, experta en enfermedades infecciosas en niños y directora clínica de servicios para niños en el Imperial College Healthcare NHS Trust en Londres.
La causa de este incremento se debe, según la experta, a una cuestión de proporcionalidad, es decir, desde que surgiese la variante británica del coronavirus, los casos se han multiplicado en Londres y en el sureste del país, justo donde se ha detectado también este incremento de las hospitalizaciones de niños con PIMS-TS.
La afección, que ya se detectó en la primera ola del coronavirus, causa una grave inflamación de los vasos sanguíneos y puede provocar daños en el corazón mortales. De hecho, se estima que dos menores han perdido la vida desde el principio de la pandemia en Reino Unido por esta causa.
Los síntomas, que durante la primera ola llegaron a confundirse con la enfermedad de Kawasaki, en los casos más leves son erupciones cutáneas, fiebre de hasta 40° C, presión arterial baja y problemas abdominales; mientras que en casos graves son similares los de un shock tóxico o sepsis.
El conjunto de datos de Lyall, basado en cifras de 21 de las 23 unidades de cuidados intensivos pediátricos (UCIP), también reveló que el 78% de los pacientes no tenían enfermedades subyacentes y hasta que el PIMS gozó de buena salud, lo que los pediatras dijeron que era “muy preocupante”; la edad promedio de los niños que reciben PIMS es de 11 años, pero oscila entre los 8 y los 14 años; dos tercios (67%) eran niños; sólo el 22% tenía Covid cuando surgió su PIMS, mientras que los demás ya lo tenían; y casi uno de cada cuatro de los que terminan en una UCIP desarrolla una afección cardíaca llamada dilatación de las arterias coronarias, que es potencialmente fatal.
Otros datos presentados por expertos en el seminario web mostraron que una pequeña cantidad de niños con esta enfermedad ven su cerebro afectado y sufren confusión, letargo, desorientación, comienzan a comportarse de manera inusual y, en casos raros, sufren un derrame cerebral. Además, en un estudio de 75 niños, ocho habían sufrido problemas cardíacos, incluidas miocarditis y disfunción ventricular.
Además, es destacable que el 75% de los menores que están ingresando con este síndrome son de origen negro, asiático o de otra minoría étnica. “Estamos investigando para entender por qué esta población se ve afectada. La genética puede jugar un papel importante. Pero nos preocupa que sea un reflejo de cómo se trata de una enfermedad de la pobreza, que afecta de manera desproporcionada a quienes no pueden evitar la exposición debido a su ocupación, hogares multigeneracionales y viviendas hacinadas”, ha dicho Lyall al respecto.
Por otro lado, un estudio anterior llevado a cabo por investigadores del National Institute for Health Research de Reino Unido y publicado en el mes de agosto en la revista 'Nature Medicine', mostró que en la etapa aguda de la PIMS-TS, los niños tienen niveles elevados de moléculas llamadas citoquinas, y niveles reducidos de glóbulos blancos llamados linfocitos. Vieron que para el momento en que los niños se habían recuperado, los cambios en el sistema inmunológico habían vuelto gradualmente a la normalidad.
En este trabajo se analizaron muestras de sangre de 25 niños que habían dado positivo en las pruebas del virus Sars-COV2, tenían síntomas de COVID-19, habían estado en contacto cercano con alguien que había dado positivo, o cuyo padre era un trabajador de la salud.
Se analizaron muestras de sangre de niños que se encontraban en diferentes etapas de la enfermedad, desde la fase aguda cuando llegaron por primera vez al hospital, hasta sus citas como pacientes externos. Los investigadores compararon estos resultados con los de siete niños sanos de la misma edad.