Indignación en Argentina por el femicidio de una joven que había presentado múltiples denuncias
Su exnovio, policía, ahora detenido, asestó a Úrsula 15 puñaladas, según reveló la autopsia
La joven denunció en numerosas ocasiones y había mostrado públicamente su temor
Cada 29 horas una mujer es asesinada en el país sudamericano. En 2021 ya van 44 víctimas mortales
Úrsula Bahillo era una joven argentina de 18 años (el próximo día 26 hubiera cumplido 19) que murió a manos de su exnovio Matías Martínez, de 25 años, el pasado 8 de febrero. El hombre, que se desempeñaba como policía en la provincia de Buenos Aires, amenazó a la joven en reiteradas ocasiones y finalmente la asesinó, según reveló la autopsia.
Su cuerpo fue encontrado entre unos escombros en el paraje Guido Spano, a unos 13 kilómetros de Rojas, municipio donde ella residía junto a su familia. Los agentes, tras hallar el cuerpo de Úrsula, arrestaron a Martínez, quien, herido, intentó huir. Además, el detenido cuenta con otras acusaciones de violencia y tres sumarios en Asuntos Internos.
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El feminicidio se conoció por un aviso al 911 de un tío del acusado, quien aseguró que creía que su sobrino había matado a una joven porque le confesó en una llamada que "se había mandado una cagada".
Bahillo denunció varias veces a Martínez, pero no sirvió de nada. La burocracia y falta de recursos humanos y económicos de comisarías y centros para la mujer quedaron otra vez en evidencia cuando la mataron. "Si un día no vuelvo, hagan mierda todo", llegó a escribir en sus redes sociales. Sabía que su vida corría peligro. Y así, angustiada, se lo había hecho saber a algunas amigas en conversaciones y mensajes de audio. Por eso la indignación es todavía mayor, porque el Estado la desprotegió por completo.
En un intento 'reparador', mientras una multitud se concentraba en la capital argentina al grito de "¡Ni una menos!", el presidente del país, Alberto Fernández, recibía a Patricia Nasutti y Adolfo Bahillo, madre y padre de Úrsula, en la Casa Rosada. Con Fernández se impulsó la legalización del aborto y se creó un Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, pero está claro que tiene por delante mucho trabajo con el objetivo de erradicar la violencia de género.
Los familiares reclaman que las denuncias en contra de Martínez no fueron atendidas correctamente, que el hombre violó la restricción de acercarse a ella y que el botón antipánico para que la joven avisara de un potencial ataque nunca llegó. El crimen de Úrsula generó indignación y manifestaciones espontáneas en el pueblo que fueron reprimidas por las fuerzas de seguridad.
Las pancartas reflejaron una cadena de denuncias y demandas: "La Policía no me cuida; me cuidan mis amigas", "Exigimos una reforma judicial feminista", "Quiero ser libre, no valiente", "No más muertes por femicidios".
Úrsula se suma a la triste estadística de femicidios que ocurren en Argentina. En lo que va de año, 44 mujeres han sido asesinadas (una cada 29 horas) por hombres en el país sudamericano, según ha denunciado el colectivo feminista Ni Una Menos.
Quién era Úrsula Bahillo
Úrsula Bahillo era cariñosa y estaba llena de proyectos. Y desde siempre fue una niña deseada y querida en su familia. "Mi hermana se casó y no podía tener hijos. Estuvo en tratamiento durante 10 años para quedar embarazada, todos los que te imagines: se le cayó el pelo, se le puso verde, azul…", detalla Graciela Nassutti, tía materna de la joven, a BBC Mundo.
"Y un día quedó embarazada de Úrsula", cuenta Nassutti, que cuidó con su marido de la pequeña porque la mamá de la joven, Patricia, trabajaba. Describe a su sobrina como "un amor de persona". "Yo digo siempre que ella me enseñó a decir te amo", asegura.
A Úrsula le gustaba viajar y cuando cumplió 15 años hizo realidad su sueño de conocer los parques de atracciones de Disney, en Florida (EEUU). También toda la familia pretendía haberse ido de vacaciones junta a la costa bonaerense antes de que llegara la pandemia del covid-19. Úrsula amaba la música, bailar y era fanática del club de fútbol River Plate. Y ella era muy popular. "Todo el mundo la conocía", añade su tía.
La joven terminó de estudiar la secundaria en 2019 y había comenzado la carrera de Psicopedagogía en Pergamino, una localidad en el norte de Buenos Aires, muy cerca de Rojas. Pero la pandemia no le permitió continuar con las clases presenciales y se volvió a su pueblo. "Comenzó a hacer cursos de acompañamientos para abuelos, para ayudar en los asilos de ancianos. Y este año se había anotado para estudiar para maestra de grado", dice una orgullosa Graciela.
"Quiero dormir mil años y que se me vaya toda tristeza", había escrito Úrsula en su cuenta de Twitter un día antes de ser asesinada. La familia ahora espera que se haga justicia "por Úrsula y por todas".