El incendio que arrasa la costa oeste de Estados Unidos ha dejado la imagen de un camión de bomberos atravesando el fuego y quedando durante unos segundos envuelto en una bola de llamas. Más de 1.200 personas trabajan en su extinción y los equipos de emergencias no prevén que se pueda controlar hasta finales de agosto. Desde que se inició, ya lleva 20.000 hectáreas calcinadas. Los pronósticos de tormentas eléctricas, con un clima aún muy caluroso, seco y ventoso, deberían dificultar aún más la tarea.
El humo de los devastadores incendios que sacuden el oeste del país ha llegado hasta la otra costa. Ciudades como Filadelfia y Nueva York, situadas a más de 4.500 kilómetros de distancia del fuego Bootleg de Oregon, llevan días bajo una densa capa que ha reducido la calidad del aire de forma drástica.
Atizado por vientos calientes y secos, el Bootleg Fire, el mayor de varias docenas de incendios forestales en Estados Unidos, también amenaza la red eléctrica del estado y las autoridades quieren evitar a toda costa que millones de personas se vean sumidas en la oscuridad, como sucedió en años anteriores cuando la tensión de la red era demasiado baja.