Tiene 50 años, mide 1,55 y es asmática. O eso dice quien se presenta como su hija. Eso no le impidió participar, vestida de enfermera, en una de las marchas por la sanidad pública convocadas en Francia. Ni tampoco impidió a la policía detenerla después de verla lanzar piedras con mucha energía.
El caso es que su arresto hubo violencia aparentemente innecesaria para una mujer de su tamaño: empujones, tirones de pelo y al menos una docena de agentes implicados. Y la imagen ha dado la vuelta a las redes porque, mientras es conducida hacia el furgón policial con las manos a la espalda y agarrada por el pelo, va gritando "por favor, quiero mi ventolín, quiero mi ventolín", la medicación que los asmáticos aspiran en aerosol cuando sufren un ataque.
Quien dice ser su hija, tuiteó después información sobre la detenida: es una enfermera que llevaba tres meses trabajando entre 12 y 14 horas al día, ha pasado el coronavirus y estaba reivindicando mejoras salariales.
Pero otros tuiteros recogieron imágenes anteriores a la detención: se le ve lanzando piedras en medio de la marcha, al parecer, con mucha capacidad pulmonar y más bien poco afectada en ese momento por el asma.
La de ayer era una de las primeras manifestaciones autorizadas desde el inicio de la cuarentena y, como esta ¿enfermera?, miles de sanitarios se habían echado a las calles de París y de otras 200 localidades francesas para pedir más medios, mejores condiciones, algo de reconocimiento.
Las manifestaciones acabaron como ya les hemos contado en NIUS, violentamente. Porque entre la mayoría pacífica se colaron violentos y la policía intervino. Habían volcado un automóvil, atacado un autobús, lanzado piedras.
Los agentes respondieron lanzando gases lacrimógenos para dispersarles, aunque en todo momento insistieron en que se trataba de grupos que habían "secuestrado e intentado interrumpir la protesta pacífica de los sanitarios".
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