Cuando hablamos de los profesionales que trabajan el fenómeno del coronavirus, normalmente hablamos de autoridades, sanitarios o científicos, con todo el merecimiento, pero olvidamos hablar de una figura, la del historiador. La pandemia de covid19 ya forma parte de nuestra historia. Está marcando y marcará un antes y un después en la evolución de nuestra especie y nuestra sociedad.
El ser humano ya se ha topado con alertas sanitarias similares y las ha superado, aunque el camino ha sido un cúmulo de muertos y cambios evidentes. La crisis es dura, pero también puede ser una oportunidad, para apostar por la salud, la ciencia, para crear un mundo mejor que el que teníamos antes del coronavirus.
La historia demuestra que es posible. Pero también hay que ser consciente de que el SARS-CoV-2 podría mutar y llevar a otro tipo de enfermedad de la que ha producido hasta ahora. "Es algo muy inquietante, porque estudiando bien la historia, ha pasado. Puede haber una mutación. Nadie lo desea, pero hay que tener previsión".
Así lo manifiesta José Enrique Ruiz- Doménec, quien analiza cinco momentos de la historia para convencer de cómo al desafío provocado por una gran epidemia puede seguir una respuesta imaginativa y esperanzadora, en su nuevo libro 'El día después de las grandes epidemias', publicado por la editorial Taurus. El documento, explica el autor, define la profesión del historiador y realza el poder de la historia, la filosofía del detalle. Se trata de un libro indicativo y de toma de conciencia, no una tesis.
Es cierto que a lo largo de la historia, nada se repite, pero sí existen analogías enormes entre las pandemias. "Las novedades que aplica esta pandemia son el desafío a la ciencia médica de alto voltaje. Es parecida a otras ocasiones, pero ahora estábamos convencidos de que teníamos una Sanidad avanzada y hemos visto que no. Hay elementos que necesitan reposo, algo difícil ante el nerviosismo", explica el historiador y escritor José Enrique Ruiz-Doménec a Informativos Telecinco. Nos creíamos invulnerables ante la naturaleza, pero no lo somos.
"Otra similitud es que todas las grandes epidemias se convirtieron en pandemias, pero naturalmente ninguna ha sido tan rápida ni tan global como el covid19. No solo el efecto epidémico, sino la respuesta a la epidemia. Hay una respuesta mundial. Además, en todas las epidemias anteriores hubo un cambio de conducta, como ahora. Da igual en la geografía que te encuentres, los elementos son similares", añade el historiador en alusión a la gestión de los países, que establecen medidas muy parecidas, como los test, la cartelería urbana o el rastreo y el aislamiento de pacientes.
Los medios de comunicación han estado muy atentos al fenómeno, lo que supone otro gran cambio. "Hay más transparencia hoy que hace 100 años", probablemente porque hay mas competitividad en los medios de comunicación (TV, radio, internet, comunicación verbal por teléfonos móviles).
Una última novedad es que la sociedad mundial ha reaccionado a través de organismos internacionales. Que no son de obligado cumplimiento, pero sí tienen esa obligación moral y científica de identificar los procedimientos a seguir. "La OMS ha marcado pautas de reconocimiento y ha fijado la conducta social, que en su mayor parte ya habían sido probadas en la historia, incluida la vacuna", señala al respecto Ruiz- Doménec.
A la plaga que asoló el Imperio bizantino en tiempos de Justiniano y Teodora le siguió el primer esplendor del islam y el nacimiento de Europa. De la terrible peste negra del siglo XIV surgió el Renacimiento. Los contagios provocados por la llegada de los españoles a América en 1492, y la viruela que acabó con el Imperio azteca, propiciaron la creación de las bases de la construcción de una identidad latinoamericana reconocible todavía hoy.
Más adelante, en pleno siglo XVII, las pestilencias llevaron a Europa al borde del colapso, pero el espíritu revolucionario impulsó un mundo nuevo, ilustrado. Y finalmente la mal llamada "gripe española", que desafió al confiado siglo XX, exigió una acción guiada por el conocimiento científico, artístico y literario.
De los cinco momentos recopilados por el autor, hay dos que tienen cierta analogía a la covid19, según José Enrique Ruiz- Doménec. Uno, en relación a la reacción de la sociedad, serían los brotes de peste que se produjeron en el sigo XVII porque era una sociedad que emergía al mundo moderno sostenida por una ciencia que comenzaba a adquirir una musculatura extraordinaria.
El mundo, sobre todo europeo, percibía que estaba a punto de dar un salto y de repente le llegó una epidemia que entendían que era una cuestión del pasado. "Es algo similar a lo de ahora. Habíamos asumido en nuestras conductas que la revolución digital era lo que cambiaría el tejido político del mundo. Pero la paradoja es que nos ha llegado una epidemia de la forma más clásica. No somos tan fuertes como pensábamos, no estábamos tan desarrollados", destaca el historiador.
Esa perplejidad nos conduce al segundo elemento que se está comparando respecto al coronavirus: el brote de la gripe. José Enrique Ruiz-Doménec prefiere desterrar el concepto de "gripe española", pero comenta que aquella epidemia "es un clon" de lo que está ocurriendo.
"Se parece bastante (la pandemia de covid y la evolución de la gripe) porque la gripe en 1918-20 y el covid tendrán la misma periodicidad. La influenza se dio en una primera fase durante los primeros meses (de enero a abril) que afectó a una población adulta mayor, como ha pasado con la covid. Después, con la gripe, vino un rebrote en otoño, que es lo que temen todos los especialistas. Esta segunda ola de otoño fue la más grave de todas y afectó a un sector de población más joven que es lo que pasa en la actualidad. Los procesos de contagio aumentaron", detalla el especialista.
"Los sanitarios temen la mezcla de la gripe y el coronavirus. La fusión puede ser explosiva. Podría ocurrir lo mismo que en 1918 y vivir otro colapso sanitario. No obstante, de gripe murieron 50 millones de personas. Debemos utilizar la historia como espejo para no repetir los errores. Debemos evitar una sangría económica, social y política. Europa tiene que tomar medidas. Lo que está por venir tendrá en cuenta lo que ha pasado", denuncia.
El gran error se repite. La infravaloración de lo que significa una epidemia. "En los primeros momentos la gente pensó que la covid era una gripe que tampoco sería para tanto. Algo similar a lo que ocurrió con los primeros brotes de peste en los puertos de Crimea, donde acababan las rutas comerciales del Mediterráneo. Tampoco hubo reacción inmediata pensando que la epidemia podía ser letal", señala Ruiz- Doménec.
Lo mismo pasó con la covid, cambiando la letalidad. Si este último brote hubiera sido de peste "hablaríamos de 50 millones de víctimas mortales" en estos tiempos. "Se tendría que haber establecido en enero, cuando se supo que esto venia, un autentico comité de salvación nacional. No solo constituido por médicos y virólogos, sino por todos los agentes que puedan aportar ideas sobre el problema y cómo resolverlo. En todos esos comités, la historia tiene que estar presente", reclama Ruiz-Doménec.
El ejemplo de la peste nos podría dejar algo más tranquilos. Y es que la situación se acaba controlando. "La peste sabemos donde anida y cómo se mueve. La sociedad europea, tras las etapas de peste en el XIV, XVII y parte del XVIII, no digo que se inmunizara, pero lo está bastante a este respecto por los tratamientos. Ahora bien, el hecho de que lo sepamos no quita que pueda haber un brote. Respecto al covid, el mundo sanitario sabe que la solución no viene de la vacuna, vendrá del medicamento. Tenemos que invertir en investigación", opina el experto.
La historia nos enseña como ocurrió para evitar precisamente los errores. Y uno de ellos es jugar con los datos y la información. "Estamos repitiendo errores también de la época de la gripe. Primero hemos ocultado información, luego los datos no eran verificados. Esto es un hecho importante, el número de muertes. Luego, siempre se acaba sabiendo. Aquí en España estamos perplejos porque esperábamos que con el confinamiento duro se resolviera el problema y nos hemos encontrado que no se puede retomar la normalidad", explica.
Desde la aparición del coronavirus, la cifra de contagios y el número de defunciones no termina de convencer a la población. Más aún cuando se ha confirmado meses después que la mayoría de países no realizó un recuento de garantías. Así lo manifestó, por ejemplo, el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, quien señaló recientemente que en España habría "más de tres millones de personas contagiadas".
La información sin pulir es el acompañante perfecto para las teorías conspirativas. Muchos no saben si ha sido una pandemia natural o provocada. Luis Enjuanes, científico del CSIC, señaló que el origen del SARS-CoV-2 es completamente natural, pero la aparición de voces como la de Li-Meng Yan -pese a que no se ha confirmado nunca su versión- hacen que se tenga que comprobar todo.
"Desearía tener en algún momento más información sólida y contrastada. Las sospechas, sin entrar en teorías conspirativas, es que el coronavirus SARS-CoV-2 es raro, se está comportando de una manera extraña. Ahora, esto puede tener una explicación de orden natural (entre las mutaciones de la naturaleza) o de orden artificial. Como historiador trabajo ante las dos posibilidades. La sociedad necesita respuestas rápidas", comenta Ruiz-Doménec.
Todos deseamos la llegada de la vacuna, pero los procesos para conseguirla resultan costosos y requieren mucho tiempo, pese a que ahora se quieran acortar plazos. Según el autor granadino, se están dando los pasos en consonancia a nuestro siglo. "La vacuna no es tan fácil de hacer con garantía. Porque no se trata de meter en el mercado una que sea peor el remedio que la enfermedad", señala al respecto.
La gestión afecta mucho, al tejido de la sociedad. Y eso se ve en el pasado. "Hay muchas medidas que se pueden tomar. Dejemos el escepticismo de la conducta humana. Persigamos al que transgrede. Las medio verdades suscitan este tipo de informes tan exagerados", explica el historiador.
"El negacionismo La falta de credibilidad del discurso hace emerger esa efervescencia emocional de la que nace el negacionismo. Se cura con informaciones veraces, creíbles, donde se ofrezcan debates abiertos sobre todas las teorías posibles. Que no se convierta en galimatías, porque desacredita la información. Si se hace una reflexión de la responsabilidad, se verá que estas efervescencias surge de una falta de información veraz", destaca sobre los que niegan la existencia de la pandemia.
La unión se muestra como la mejor opción frente a la pandemia de covid. Los países en los que los partidos políticos alcanzan acuerdos con garantías y sin condiciones gestionan mejor la pandemia, algo que no pasa en España, que vive enfrentamientos constantes en el Congreso
"La gobernanza en España, como modelo, no es malo. Hay que ajustarlo a las necesidades del momento, especialmente con la covid. Hay que tomarse en serio cuál es el modelo y desarrollarlo, como Alemania. Aquí las decisiones estatales, de carácter global, afectan a todo el territorio, y la gestión de cada una de estas decisiones es de ámbito autonómico. Esta es la gobernanza para una alarma social y cultural, pero en paralelo lo que ya tenemos que ir diseñando es la morfología -forma o estructura- de la nueva gobernanza que surgirá en Europa y en España para crear una solución. Y ahí de nuevo la historia sale a la ayuda", destaca Ruiz-Doménec.
"Parte de las dificultades económicas ya han caído sobre el peso de la estructura morfológica de gobernanza de la Unión Europea, que ha ofrecido soluciones con condicionamiento. No obstante, la UE sabrá reactivarse y replanteará su estructura geopolítica para adaptarla a la circunstancia de que pueda volver una pandemia más letal que el coronavirus. La cuestión sería preguntarse si el coronavirus es un aviso o no", añade.
"El problema sanitario es un 30% del problema, lo económico un 20%, el cultural otro 20%, el social un 25% y el psicológico el resto. Todo esto hay que trabajarlo al unísono, no por partes. Si tienes un país partido es muy peligroso. Hay una cuestión que dice, la cercanía del colapso siempre está. La respuesta está en por qué unas sociedades superan el colapso y otras entran en él. No creo que en España tengamos una sociedad en colapso", concluye al respecto.
En cuanto a las soluciones del problema, Ruiz-Doménec cree que la estrategia de conseguir la inmunidad de rebaño dejando que el virus siga su curso natural es un enorme retroceso. "Lo razonable y políticamente correcto es, como vivimos en el sigo XXI, encontrar vacuna y medicamento, no dejar que la naturaleza haga su labor. El plan malthusiano de haber si nos liquida el virus al 40% de la gente mayor de 70 años y así nos libramos de pagar pensiones no se puede permitir. La eugenesia, cuidado. Es un retroceso a épocas de la historia que nunca deberíamos volver", comenta al respecto.
"A los que les de por pensar en esto, no van a resolver nada. No entremos en esta dinámica. La solución la
tenemos que encontrar en nuestra dinámica productiva y creativa. La historia te enseña las conductas y la matrices. Tenemos variables que tenemos que explotar. La inmunidab de grupo es impensable e innegociable. Si la humanidad decide esto habrá dado un paso atrás gigante, que no lo creo. Esto gusta en el cine, pero nada más", añade.
La crisis económica del coronavirus es mucho más grave "y será más aún" que la crisis del 2008. La de aquel entonces fue una crisis financiera y de credibilidad del sistema financiero, ahora "es de más hondura", las medidas deberían estar ya planteadas de manera estable. "Hay que dar respuestas al desafío que propone la naturaleza. Esta crisis es mucho más compleja y requiere la mayor precisión en la decisiones", señala Ruiz Doménec al respecto.
"Seria muy grave que un país o región no quiera resolver el problema de la covid, porque en cinco años se encontraría en el tercer mundo. Y nadie quiere estarlo. Es el grupo humano el que debe salvar el primer mundo. Y si nos volvemos tercer mundo nunca lo haremos", concluye el escritor e historiador. Habrá que esperar a ver qué ocurre el día después del coronavirus.