Los chavales andaban por el segundo piso repitiendo continuamente el mismo recorrido durante la madrugada y siempre con la luz encendida, ha contado Mike, un vecino de la familia Turpin desde 2014, al diario New York Post. Ese año los Turpin, David de 57 años y Louise de 49, se mudaron con sus hijos a Murrieta, en la cuidad de Perris (California).
Mike ha explicado que pensó que “era un culto” y que se repetía por las noches entre las doce y las tres de la madrugada. Su mujer ha comentado que los hermanos eran como “clones” y que hablaban de forma “monótona, como si fueran robots” y nunca vieron juguetes o bicis en el jardín.
Pocos vecinos habían visto a los hijos del matrimonio ahora detenido bajo fianza de siete millones de euros y acusados de torturar a sus hijos. Otra vecina, Kimberly Milligan, ha contado, según recoge Fox News, que ella nunca vio a los chicos, aunque el constructor de la vivienda de los Turpin le dijo que la familia tenía 12 hijos. Eran distantes, tenían el garaje lleno de libros y a menudo descuidaban su césped.
El hijo de Milligan, Robert Perkins, si ha admitido haber visto a cuatro de los niños en el jardín y le llamó la atención que parecían demasiado flacos y pálidos, como si nunca les diera la luz. Fue una de los trece hijos de los Turpin quién pudo escapar y avisar a la policía. Los agentes hallaron a los hermanos en condiciones lamentables. Malolientes, desnutridos y algunos encadenados a los muebles. Ahora los chicos – de entre 2 y 29 años- están recuperándose en un hospital.