Aún quedan españoles en Ucrania, en una situación además muy complicada puesto que es prácticamente imposible alcanzar la frontera por las carreteras, que están repletas de controles y de tanques que cortan el paso. Su esperanza es que la situación se calme un poco y poder viajar con un mínimo de seguridad.
Igor, de 32 años, quien pasó buena parte de su infancia acogido por un matrimonio de Vigo. En plena guerra, este camionero no se olvida de su segundo país y da las gracias a España "por todo". Hoy ayuda como puede a sus vecinos, por ejemplo, haciendo nuevas barricadas gracias al metal que han entregado a un señor.
Donde no sirven de nada esas protecciones ya es en Jersón, localidad en el sur de Ucrania, a las orillas del mar Negro y junto al río Dniéper, que ha sido ocupada por las tropas rusas. Vitaly Suárez, hijo de un empresario español, ha sido testigo en primera persona y cuenta que se han escuchado "un montón de disparos". Refiriéndose a las tropas rusas, afirma que "ellos quieren que (los ucranianos) dejen todas las armas y si no van a bombardear la ciudad".
Oleksii, profesor de español en la capital del país, Kiev, quiso alistarse en el Ejército pero no aceptaron porque "no tengo experiencia militar". "Estoy bien", afirma, mientras explica que ha pasado las tres últimas noches encerrado en el baño de su domicilio.
De momento, la población encuentra algo de comida, aunque, como revela Julia, profesora de español, a veces hay que hacer colas y esperar durante varias horas.