Patrick Crusius sembró el terror cuando este pasado sábado se adentró en un centro comercial de Texas para acabar con la vida de aquellos a los que se encontrara a su paso. En medio de ese caos estaba Glendon, un soldado que se encontraba fuera de servicio cuando un niño desesperado se acercó a la tienda donde estaba comprando para alertar de que había un tirador en el centro comercial. El militar corrió para quitar de la trayectoria del tirador a todos los niños que pudo, pero para Glendon no fue suficiente: “Solo tengo en la cabeza a los niños que no salvé y las familias que se han perdido. Eso me duele y ya es parte de mi”.
El militar contribuyó a que la masacre no fuera aún peor, al igual que Jimmy y Ramón, los entrenadores de béisbol que sacaron del centro comercial, al menos, a cinco de sus niños. Ambos acudieron a las llamadas de socorro de los padres. “Cuando llegué los policías estaban aún buscando al tirador. Encontré a un par de chicos del equipo, los saqué y volví porque los padres seguían desaparecidos. Encontré a una de las madres, con tiros en las piernas y la puse a salvo”, relata uno de los entrenadores.
Por otro lado, una madre trato de salvar la vida de su pequeño cubriéndole con su propio cuerpo. Ella murió pero consiguió que su hijo de tan solo dos años continuará con vida. Todos los que se encontraban allí hicieron lo posible para sobrevivir a este crimen de odio al que, el candidato Beto O´Roure culpa al discurso anti-inmigración del presidente Donald Trump. Este ataque se ha convertido en el peor, planeado contra los hispanos.