Si Estados Unidos, Australia y Reino Unido sacan los dientes, la República Popular de China muerde. Lo que era un rumor -amplificado por un borrador filtrado durante la semana- sobre un supuesto acuerdo de seguridad entre el gigante asiático e Islas Salomón se ha convertido este jueves en un pacto cerrado. Los ministros de Asuntos Exteriores de ambos países, empeñados hasta ahora en negar las habladurías al respecto, han sellado su firma en una alianza de seguridad calificada de “preocupante” para los intereses de Australia y de sus aliados. El principal objeto de inquietud es la posibilidad de que este tratado bilateral con Pekín permita la instalación de una base naval china en las Islas Salomón. Esto significa dos cosas: primero, que China mete pie y medio en lo que algunos analistas describen peyorativamente como el patio trasero australiano; y segundo, que el pacto AUKUS entre Washington, Londres y Canberra, creado para contener la expansión militar china en Indopacífico, avanza varias marchas por debajo del ritmo que marca Pekín.
Tras varios días de conjeturas, Islas Salomón ha anunciado a través de un comunicado que su Gobierno tiene previsto seguir adelante con el acuerdo de seguridad con China. Según el escrito, este miércoles han “rubricado” elementos de esta alianza, “que se depurará y quedará a la espera de las firmas de los ministros de Asuntos Exteriores de ambos países”, rezó la nota de prensa. Desde el Gobierno de Xi Jinping, en cambio, apuntan que el pacto entre ambos países ya ha está sellado.
La posición de la presidencia de Islas Salomón dista de los desmentidos urdidos por el primer ministro de la nación ubicada a dos mil kilómetros de la costa australiana, Manasseh Sogavare, quien tachó de “insultantes” las críticas que recibió de EE.UU. y de países vecinos como la propia Australia, Nueva Zelanda o los Estados Federados de Micronesia. Ahora, su departamento de prensa confirma lo que desmintió hace cuatro días. El borrador filtrado -según Sogavare- por “algunos lunáticos y agentes de regímenes extranjeros en nuestro sistema gubernamental”, incluye que Islas Salomón pediría a China el envío de policía armada, de personal militar y de otras fuerzas de seguridad al país para el mantenimiento del orden social y de la protección de vidas y propiedades. A cambio, Pekín podrá enviar buques de la armada para “hacer escala y transición” a las islas, lo que hace temer la posible creación de una base militar.
La comparación entre el pacto con China y el otro único acuerdo bilateral de seguridad que Islas Salomón mantiene con otro país, Australia, es inevitable. El primero es más amplio y ofrece muchos más beneficios estratégicos. El firmado con sus vecinos australianos es un compromiso para mantener la paz que permite el despliegue de tropas, siempre que se solicite, cuando se produzcan disturbios internos. Precisamente, en noviembre y diciembre del año pasado, este acuerdo se activó cuando el primer ministro de Australia, Scott Morrison, ofreció ayuda a su homólogo ante las revueltas mortales ocurridas en la capital, Honiara.
Se produce una enorme paradoja entre aquellos disturbios y el pacto actual que el Gobierno de Islas Salomón ha firmado con China. Fueron varias las razones de los altercados que pusieron en riesgo el edificio del Parlamento de la nación y la estabilidad del Gobierno de Sogavare. Entre ellas destaca la oposición de una gran parte de salomonenses a las inversiones chinas en el país, las cuales perjudican desde su perspectiva al empleo y a las empresas locales. Una de las consecuencias es que grandes proyectos relacionados con el masivo plan de infraestructuras o, por ejemplo, con la construcción de un estadio para los Juegos del Pacífico (suerte de Juegos Olímpicos en la región), que se celebrarán en 2023, cuentan con una mayor mano de obra de ciudadanos chinos.
Este hecho, agrandado por la firma de otros grandes proyectos gubernamentales, hace que el desempleo local aumente en este país con carencias, cuya economía ha sido fuertemente castigada por la pandemia. Por esta razón, durante los dos últimos meses de 2021 aumentaron los ataques contra los ciudadanos chinos residentes en Islas Salomón -no es la primera vez que esto sucede-, debido al descontento ante los cada vez más estrechos lazos económicos con China y la concesión de privilegios a sus nacionales. Ahora, el vínculo sube de escalón y el compromiso se amplía a un pacto militar que, además de otorgar mayor poder de control sobre el país, supone una victoria estratégica del gigante asiático en la región, emplazamiento clave en el tablero geopolítico.
Este nuevo pacto de seguridad entre Islas Salomón y China ha sido catalogado como “un escenario de pesadilla” por analistas australianos. El teniente general de las Fuerzas Armadas australianas, Greg Bilton, ha reconocido que la posibilidad de la instalación de una base naval china tan cerca a Australia o, en su defecto, el mero incremento de fragatas del Ejército de Liberación Popular provocarán “una variación de los cálculos” en materia de defensa.
“Están mucho más cerca del territorio continental australiano y eso cambiaría la forma en que llevaríamos a cabo las operaciones diarias, particularmente en el aire y en el mar”, expresó Bilton esta semana, poco antes de que se confirmara que el pacto ya no era un simple borrador filtrado, sino una propuesta real de China aceptada por Islas Salomón. “Cambiaríamos nuestros patrones de patrullaje y nuestras actividades de concienciación marítima”, agregó.
El temor a una mayor presencia militar de China en la región sur del Pacífico ha sido recalcado por el presidente de los Estados Federados de Micronesia, David Panuelo, quien no ha escondido su preocupación a que esto provoque que “las islas del Pacífico estemos en el epicentro de una confrontación futura entre grandes potencias”. Este escenario significaría que la estabilidad en la zona, trabajada por el Foro de las Islas del Pacífico junto con Australia y Nueva Zelanda, se altere. “Cuando se establece una presencia militar en una región, se excluye a esa región, se rechaza el acceso a esa región a otros países”, ha afirmado a BBC, Mihai Sora, analista de Lowy Institute sobre Islas del Pacífico.
El Ministerio de Asuntos Exteriores chino ha confirmado el pacto. Durante la conferencia de prensa celebrada el jueves en Pekín por el portavoz del ministerio, Wang Wenbin, la versión oficial china catalogó el compromiso con Islas Salomón como un acuerdo de cooperación. “Los países del Pacífico son un gran escenario de cooperación internacional, no el 'patio trasero' de algún país ni un lugar de competición de grandes potencias”, señaló. “Este es el derecho legítimo de dos estados soberanos, que está en línea con el derecho internacional y no da lugar a la interferencia externa. Los intentos de provocar, obstruir y dañar las relaciones amistosas entre China y las naciones insulares son impopulares y no tendrán éxito”, agregó.
A los ojos de Australia y de los países implicados en el pacto AUKUS, el que China tenga potencial vía libre para establecerse militarmente en las Islas Salomón es más una cuestión estratégica que humanitaria. Este argumento se sostiene con eventos como el sucedido en febrero, cuando una fragata china que navegaba legítimamente en el Mar de Arafura -zona económica exclusiva australiana- apuntó con un láser a un caza australiano que sobrevolaba la zona legalmente. El incidente fue interpretado por Australia como un acto de intimidación llevado a cabo demasiado cerca de sus fronteras, de la misma manera en que una base naval china en Islas Salomón se percibe como una amenaza de gran magnitud.
Las relaciones con Pekín están muy deterioradas por la afinidad estratégica de Canberra con Washington y éstas también han trascendido al ámbito comercial con la implementación de aranceles sobre productos australianos. El que China se haya asegurado este enclave en el Pacífico supone una gran victoria para el Ejecutivo de Xi Jinping en un año clave: en otoño será refrendado como líder en el vigésimo Congreso Nacional del Partido Comunista.