El Gobierno chino no cree que el rebrote de Pekín sea Wuhan

  • Pekín recibe la vuelta de las restricciones con cautela: “No parece que esto vaya a ser Wuhan”

  • En enero y febrero, sin confinamiento, no había nadie por las calles

Las calles de Pekín no tienen nada que ver con lo que fueron en enero y febrero, por lo menos de momento. Entonces, a pesar de que el confinamiento no era obligatorio en la capital china, no se veía un alma y todo permanecía cerrado.

Ahora, las aceras están llenas de gente, los establecimientos abiertos y los 35 grados de junio hacen que a algunos les cueste taparse la cara con la mascarilla. La población se había acostumbrado al progresivo relajamiento de las medidas de seguridad y cuesta volver atrás. Este martes, las autoridades devolvieron a Pekín al nivel dos de emergencia, después de que sus habitantes hubieran disfrutado del casi normal nivel tres durante dos semanas.

China quiere frenar como sea una segunda ola de covid-19 que, por el momento, se descarta. Sin embargo, por su tamaño y afluencia de público, inquieta que este nuevo brote haya surgido en el mercado mayorista de alimentación de Xinfadi, el mayor de la ciudad y del que sale más del 80 % de los productos agrícolas que abastecen a la capital.

Y el origen todavía se investiga. Las muestras del virus encontradas en tablas de cortar salmón importado desde Europa han llevado a que se especule con la posibilidad de que algunos productos llegaran contaminados desde el extranjero, aunque la opción considerada más plausible por el momento es que el foco haya sido causado por un trabajador asintomático.

360.000 test

Las autoridades quieren aplicar -y mostrar- contundencia y han puesto en marcha un plan para rastrear a todas las personas que se hayan podido contagiar en las últimas semanas. 100.000 trabajadores comunitarios pasan casa por casa preguntando a los residentes si han visitado Xinfadi y se han enviado SMS a la población para pedir que, en caso de sospecha, acuda a hacerse el test.

Desde el fin de semana, se han realizado 360.000 pruebas de coronavirus en Pekín. La mayor parte de ellas, a trabajadores y clientes del mercado y vecinos de los barrios aledaños.

Sin embargo, el temor a que los productos alimenticios estuvieran contaminados ha llevado a que se retiren todos los lotes de salmón de los supermercados, se desinfecten mercados y restaurantes y se haga el test a los empleados de todos los lugares donde se sirve comida. Muchos de ellos han cerrado.

La vuelta de las vallas

La vuelta al nivel dos de emergencia ha hecho que se cancelen las clases presenciales en los colegios, se cierren lugares de ocio y sitios turísticos y se reduzca el aforo de parques, museos y bibliotecas. Además, las autoridades quieren evitar que los casos se extiendan más allá de Pekín, después de que se hayan detectado algunos directamente relacionados con el brote de la capital en otras cuatro provincias. Han ordenado cancelar vuelos y autobuses interprovinciales y han pedido a la población que no salga de la ciudad si no es estrictamente necesario. Quien quiera salir tendrá que presentar un test negativo de ácido nucleico.

Además, el Gobierno local ha puesto en cuarentena 29 urbanizaciones cercanas al mercado afectado o en las que alguno de sus vecinos ha dado positivo en el test. En total, 90.000 personas confinadas, la mayoría en el distrito de Fengtai. De hecho, unode sus barrios, Huaxiang, donde se encuentra el mercado, es la única zona considerada de alto riesgo en toda China.

El resto de la ciudad, aunque puede salir de casa, ahora lo tiene más complicado. Los controles de temperatura a la entrada de cada edificio han vuelto y ya no se permite acceder a un bloque de viviendas si no se es residente.

Aunque no se habían dejado de usar, las aplicaciones móviles que cruzan datos para generar un código verde, naranja o rojo dependiendo del estado de salud de cada usuario vuelven a ser obligatorias para acceder a tiendas, bares y centros comerciales.

En algunos barrios han ido más allá y se han vuelto a colocar las vallas que impiden el acceso a determinadas calles. “Los habían quitado hace unos días, pero ahora han vuelto a instalar las barreras y hay una persona de seguridad que comprueba que somos residentes al acceder a mi callejón”, cuenta Luo, que reside en un antiguo barrio de pequeñas casas tradicionales chinas del turístico centro de la ciudad.

“En mi barrio la mayor parte de la gente es mayor y teme que haya desabastecimiento por el cierre de los grandes mercados de abastos”, comenta. “El domingo fui a comprar y el supermercado de mi zona estaba lleno, mucha gente hacía acopio de alimentos y se quejaba a los tenderos de que encontraba algunos productos más caros”.

“No parece que esto vaya a ser Wuhan”

Las autoridades han calificado la situación de “extremadamente peligrosa”, recordando a la población que no debe bajar la guardia, pero confían en haber detectado el brote a tiempo. Por el momento, la mayoría de los casos detectados están directamente relacionados con el mercado de Xinfadi, son trabajadores o clientes, y la transmisión comunitaria es todavía reducida.

Los expertos creen que esta semana va a ser clave para conocer la expansión del brote, pero pronostican que tiene los días contados y que finalizará en las próximas semanas. “A diferencia de Wuhan, todas las infecciones en Pekín están concentradas en el mismo lugar, eso significa que el brote está controlado”, afirma Wang Guangfa, del Hospital de la Universidad de Peking en el diario Global Times.

Shi, residente en la capital, asegura estar también tranquila esta vez, a diferencia de febrero. “En estos meses hemos aprendido todos sobre el virus y a controlar la epidemia. Es una situación difícil, pero pienso que este brote se podrá eliminar pronto”, opina.

Pero Shi cuenta que una parte de sus contactos ha compartido mensajes alarmistas en sus redes sociales. “Están preocupados con que Pekín pueda convertirse en un segundo Wuhan, aunque la mayoría de la gente no lo cree y yo tampoco”, asegura. Su amiga I., sin embargo, no sabe si cancelar los planes que tiene para este fin de semana: “A ver qué pasa en los próximos días. De aquí al fin de semana podemos estar todos confinados”.