Con la colocación de la última de sus vigas, la torre de Shanghai ha llegado a los 632 metros, lo que la sitúa a un paso de convertirse en el rascacielos más alto de China y el segundo del mundo, una vez que esté finalizada, según las previsiones, dentro de dos años. Ahora falta acabar con la fachada y los detalles de la torre, que se convertirá en un inigualable símbolo de la panorámica de Shanghái. La emblemática estructura será superada tan sólo por la torre de Burj Jalifa, en Dubai (Emiratos Árabes Unidos), de 824 metros de altura y 124 pisos, apenas tres plantas más que el futuro rascacielos chino.