Ocurrido entre 1915 y 1918, el genocidio armenio que Estados Unidos ha reconocido este sábado supuso la muerte más de 1 millón de personas deportadas del entonces Imperio Otomano al desierto de Siria, que perecieron de sed, torturas, hambre y abusos en la larga travesía.

Porque el 24 de abril de 1915, hace exactamente 106 años, marca el comienzo del exterminio: ese día fueron arrestados cientos de intelectuales y líderes de la comunidad armenia, una minoría cristiana en el Imperio Otomano, para ser posteriormente ejecutados.

A partir de ese primer episodio, las autoridades otomanas hicieron extensivo su plan al resto de los armenios en el que es, según la Asociación Internacional de Investigadores sobre Genocidio (AIIG), "el problema de derechos humanos más conocido de su época" y el primer genocidio del siglo XX, reconocido por decenas de países, el Parlamento Europeo y el Vaticano, pero aún no por España.

Turquía, sucesora del Imperio Otomano y donde el asunto es un tabú, ha negado siempre la caracterización de "genocidio" y que las muertes hayan sido resultado de un plan sistemático, por lo que apenas reconoce "lamentables excesos" cometidos contra la población armenia de entonces. Como consecuencia, Ankara se muestra diplomáticamente hostil frente a los países que sí lo reconocen.

A pesar de que los armenios ya eran considerados ciudadanos de segunda clase y habían sufrido pogromos en 1896 y 1909, la llegada al poder del partido nacionalista conocido como los Jóvenes Turcos supuso un paso más allá al buscar una solución definitiva a la "Cuestión Armenia". En el contexto de la Primera Guerra Mundial, además, la propaganda de un Imperio aliado con Alemania situaba a los armenios como posibles colaboradores de los rusos.

Todo ello fue crucial a la hora de determinar el "genocidio sistemático" de los armenios, "una minoría cristiana desarmada", según una carta de la AIIG en 2005 al entonces primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan. Bajo la Ley Tehcir, que facilitaba la expulsión de los armenios, fueron "exterminados a través de la muerte directa, el hambre, la tortura y las marchas de la muerte", señaló entonces la asociación.

Armenia señala que la cifra de muertos llega al millón y medio de personas, mientras que Turquía estima que el número de víctimas mortales solo alcanza las 300.000. La AIIG estima el número en "más de un millón de armenios".

Más de 20 países reconocen el genocidio armenio, entre ellos una buena parte de la Unión Europea, Rusia, Argentina, Canadá y Uruguay, así como el Parlamento Europeo e incluso el Vaticano. En 2015, el Papa Francisco lo calificó como el "primer genocidio del siglo XX".

Hasta este sábado, el caso de Estados Unidos era particular, porque el genocidio ya era reconocido por 43 de sus estados. El presidente Joe Biden rompe así con la línea más moderada de sus sucesores, pero cumple una de sus promesas de campaña. Hay que volver a Ronald Reagan, 40 años atrás, para escuchar a un mandatario estadounidense hablar de genocidio armenio.

En el caso de Francia, que cuenta con una numerosa comunidad armenia, una ley de 2001 condena el genocidio, mientras que desde 2019 el país estableció el 24 de abril como el día de conmemoración del genocidio armenio a iniciativa del presidente Emmanuel Macron. El Senado aprobó en 2012 una ley que incluso prohibía negar el genocidio, pero el Constitucional la tumbó. Un proyecto de ley similar en 2006, que no pasó el filtro de los senadores, obligó al entonces presidente Jacques Chirac a pedir disculpas a Ankara ante el boicot de productos franceses y hasta un pequeño ataque al consulado francés en Estambul.

En América Latina, además del reconocimiento pionero de Uruguay, el presidente argentino Raúl Alfonsín dio el paso en 1987 en un discurso frente a la colectividad armenia, otra de las más numerosas del mundo. El grupo de países latinoamericanos que reconocen el genocidio incluye igualmente a Venezuela, Chile y Bolivia.

Por el contrario, España aún no reconoce el genocidio armenio, más allá de que en 2015 en el centenario del exterminio la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso guardó un minuto de silencio por las "víctimas armenias" de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, el episodio sí es reconocido como "genocidio" en los parlamentos autonómicos de comunidades como Cataluña, Navara, el País Vasco y Baleares.