Un padre roba la herencia de su hijo de 45.000 euros y la dilapida en alcohol, drogas y vacaciones
La abuela había creado un fondo de ahorro para su nieto
Debía recibirlo al cumplir 18 años pero su padre lo gastó antes
El hombre admitió el fraude y aseguró que lo lamentaba
Un hombre robó la herencia de 45.000 euros que le correspondía a su hijo adolescente y la dilapidó en bebida, drogas y vacaciones, según ha trascendido en una vista acontecida en el Tribunal de la Corona de la localidad galesa de Swansea. La abuela del joven había creado un fondo de ahorro para que su nieto lo recibiera cuando cumpliera los 18 años.
Cuando la abuela falleció en 2015, el acusado, Daniel Caulfield, se convirtió en el administrador de la cuenta -que albergaba en ese momento 45. 073 euros- hasta que el chico fuese mayor de su edad, pero no tardó en vaciarla. Cuando el adolescente cumplió 18 años le escribió a su padre reclamando el dinero, pero el hombre respondió que no quedaba nada. Se lo había gastado todo en drogas y alcohol.
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La policía fue alertada y en su entrevista posterior en la comisaría de Llanelli , Caulfield, de 38 años, admitió la irregularidad y dijo que lo lamentaba. En una declaración que se leyó en el tribunal, la víctima adolescente dijo que tenía planeado usar el dinero para ir a la universidad o para comprar una casa.
Daniel Richard Caulfield, que tiene condenas anteriores, de 2005 y 2008, por conducir con exceso de alcohol, admitió el fraude. Su abogado defensor, Jon Allchurch, reconoció que el comportamiento de su cliente fue "imperdonable" y que no estaba orgulloso de ello, pero quería establecer un "plan de pago" para devolverle el dinero a su hijo.
Al parecer, e el acusado tenía un negocio de limpieza de alfombras y había tenido dificultades financieras como resultado de problemas de salud provocados por el uso de drogas. Declaró ante la corte que parte del dinero faltante se lo había gastado en viajes, pero que la mayoría lo había dilapidado en alcohol y drogas.
Difícil imaginar una ofensa más "despreciable"
El juez, Paul Thomas, le dijo a Caulfield que era difícil imaginar una ofensa más "despreciable" que la que él había cometido. Y, dado que el acusado había sido "singularmente inútil" al proporcionar detalles de dónde se había ido exactamente el dinero, indicó que el asunto quedaría a cargo de la investigación financiera de la Ley de Activos del Crimen que seguiría ahora.
El juez dijo que esperaba que el acusado hubiera encontrado sus cinco días en prisión preventiva "una experiencia miserable" y, tras descontarle un tercio de la condena por su admisión de culpabilidad, le sentenció a 20 meses de prisión y le ordenó completar 240 horas de trabajo no remunerado y un curso de rehabilitación. Caulfield rompió a llorar en el banquillo de los acusados al escuchar la sentencia.