Cuentan que a Valéry Giscard d'Estaing, expresidente francés y uno de los artífices de la Unión Europea, le dieron por muerto en vida. Fue tras el funeral de François Mitterrand, en 1996; un exministro, narra France 24, habría dicho: "No recuerdo que hiciéramos lo mismo por Giscard". Claro que no. El aún seguía con vida. De hecho, se convertiría en el exmandatario más longevo. Falleció por coronavirus, en su casa de París, el pasado 2 de diciembre. Tenía 94 años.
Con 48, se convirtió en el presidente más joven de la Quinta República francesa (1974-1981); un récord superado por el actual jefe de Estado, Emmanuel Macron (quien llegó al Elíseo con 39 años). Antes de alcanzar la cumbre del poder, D'Estaing había sido ministro de Economía con Charles de Gaulle y Georges Pompidou.
En el imaginario colectivo, una frase pronunciada durante el primer debate electoral televisado -en 1974- impulsó la victoria del líder de centro derecha: "Señor Mitterrand, usted no tiene el monopolio del corazón", le espetó a su rival.
Brillante, europeísta convencido y reformista, se definía a sí mismo como "un conservador al que le gusta el cambio". Bajo su mandato, se redujo a 18 años la edad para votar, se introdujo el divorcio por consentimiento mutuo o se legalizó el aborto (con Simone Veil como ministra de Sanidad). No se abolió la pena de muerte (habría que esperar al siguiente mandatario); él era presidente cuando murió en la guillotina el último procesado a la pena capital.
Trabajó por la integración europea y fue anfitrión en un castillo -el de Rambouillet- de la primera cumbre de países industrializados (en aquel 1975, el G-6). Fue él también quien impulsó la transformación de una estación de tren parisina en centro de exposiciones: el Museo D'Orsay.
D'Estaing, que se decía descendiente de Luis XV, reinó durante un único periodo presidencial, pues perdió la reelección ante el socialista Mitterrand. Antes, su relación con el dictador centroafricano Jean-Bédel Bokassa -el caníbal que se autoproclamaría emperador- le sitúo en el centro de la controversia. La prensa le acusó de aceptar secretamente sus diamantes cuando era ministro de Finanzas y acompañarle en sus safaris.
Tras su derrota, Giscard d'Estaing se sintió traicionado por la falta de apoyo de su antiguo primer ministro, Jacques Chirac. La rivalidad entre ambos duró hasta el final. En sus memorias, El poder y la vida, Giscard criticaba el "deseo fanático" de Chirac de acceder a la presidencia.
En 2002, el antiguo presidente fue elegido para encabezar la convención encargada de redactar una constitución para la Unión Europea. Pero no pudo entrar en la historia como su arquitecto. En 2005, Francia rechazó en referéndum el proyecto de una Carta Magna europea.
El seductor casado con una mujer de familia aristocrática, Anne-Aymone Sauvage de Brantede, protagonizó sonadas aventuras. Se llegó a informar de que una madrugada el presidente estrelló un Ferrari prestado por un director de cine contra un camión que transportaba leche. Los bomberos le encontraron con la actriz Marlène Jobert a su lado. Su fama de conquistador le acompañaría siempre.
Mucho se especuló también con su supuesto romance con la princesa británica Diana de Gales. ¿Historia de una aventura o una ficción?, publicaba el diario Le Figaro tras la muerte del estadista.
Ambos se habían conocido en 1994. Escritor de novelas y ensayos, en 2009 el exmantario publicó La princesa y el presidente. La novela narraba los amores entre un presidente de Francia y una princesa británica, inspirada sin tapujos en Diana de Gales.
Ante las especulaciones, el afirmó haber "conocido un poco a Lady Di" en "un clima de relación de confianza". Aseguró, además, que fue ella quien le convenció para escribir sobre "historias de amor entre los líderes de los grandes países". "Promesa cumplida", afirmó él en su dedicatoria. Más tarde, aseguró que era "ficción".
La polémica le salpicó meses antes de su muerte. El pasado marzo, una periodista alemana le acusó de acosarla sexualmente durante una entrevista que le realizó hace dos años. Afirmó que él intentó ponerle la mano en el trasero tres veces. Él lo negó.
Tras su muerte, el antiguo presidente deja a su esposa, Anne-Aymone, y a tres de sus cuatro hijos. Antes, en 2018, vio morir a su hija pequeña, su adorada Jacinte, que falleció con 57 años.