La ENA, la ilustre escuela de la élite francesa que el exalumno Macron hará desaparecer
La famosa Escuela Nacional de Administración, cuna de los poderosos, será suprimida
En ella se han formado cuatro de los últimos presidentes de Francia, ocho primeros ministros y la mayoría de los CEO de las principales empresas del país. La Escuela Nacional de Administración (ENA) es la crème de la crème, la cuna de la élite francesa, el trampolín de crème de la crèmelos elegidos
¿Por qué uno de sus ilustres alumnos, el presidente Emmanuel Macron, va a acabar con la prestigiosa institución en la que se han curtido durante generaciones los más poderosos? La ENA pasará a la historia y será sustituida por "una nueva escuela" de funcionarios, el Instituto de Servicio Público (ISP), según ha confirmado el jueves el mandatario.
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Ubicada en Estrasburgo, fue creada en 1945 -tras la II Guerra Mundial- por Charles de Gaulle. En su origen, apelaba a meritocracia como uno de sus pilares. Sin embargo, sus aulas se han nutrido mayoritariamente de alumnos procedentes de entornos privilegiados (funcionarios públicos o directores ejecutivos de grandes empresas).
La famosa Escuela ha sido, en definitiva, el pasaporte para las altas esferas de la política francesa. Los más críticos la tachan de institución arcaica que, lejos de impulsar la movilidad social, fomenta la endogamia de una élite desconectada del mundo real y que mantiene a la gente "común" alejada del poder.
Sus partidarios defienden al centro que durante décadas ha educado a los más cualificados franceses y extranjeros. Para acceder a él, los aspirantes debían pasar exámenes de ingreso conocidos por su gran dificultad (que requerían en muchos casos años de preparación). La Escuela Nacional de Administración -que admite a menos de cien alumnos por año- ha garantizado durante décadas el salto a los grandes puestos, como el Consejo de Estado francés o la Corte de Auditores.
El debate sobre las élites y la crisis de los chalecos amarillos
¿Por qué la ENA se ha puesto en el punto de mira? La reforma de la función pública fue una promesa electoral de Macron pero el foco sobre la poderosa institución llegó con el debate que las manifestaciones de los chalecos amarillos impulsaron en la sociedad francesa.
La mecha la prendió el aumento del precio del combustible, pero la protesta se transformó en un movimiento más amplio que amplificó las críticas contra los privilegios de las élites.
El debate sobre la necesidad de reactivar el ascensor social llevó al presidente a proclamar en abril de 2019: ""Creo que para llevar a cabo la reforma (...) que mencioné, debemos abolir, entre otras cosas, la ENA". El objetivo sería "construir una sociedad con igualdad de oportunidades y excelencia a nivel nacional" y "restablecer las reglas de reclutamiento, carreras y acceso a los escalones más altos de la administración pública". El pasado febrero, Macron ya anunció la creación de un examen de ingreso reservado a los aspirantes de origen modesto.
"Que ningún niño de nuestra república diga: esto no es para mí", ha proclamado el mandatario. La supresión de una institución cargada de simbolismo (y su sustitución por otra que garantice el acceso a las clases más modestas) provoca división en Francia. Por otro lado, la pandemia del coronavirus ha dejado en evidencia -y a un año de las elecciones presidenciales- las deficiencias de una administración cuya reforma promulga el presidente.