Un día más, ha vuelto a fracasar el intento de Cruz Roja de evacuar a cientos de personas de la ciudad de Mariúpol. Todavía quedan en la ciudad ucraniana, una de las más castigadas por la guerra, 160.000 civiles -de los 400.000 habitantes que había antes de la invasión rusa- que aguardan para escapar del horror en el que se ha convertido la que antes era su hogar.
Los autobuses que se dirigían para evacuar a miles de civiles han tenido que dar la vuelta. Según Cruz Roja, los intensos combates en la zona hacen que no se den la circunstancias para poder llevar a cabo la evacuación.
Rusia ha impedido que entrasen con agua y comida, según el alcalde de Mariúpol
Los incesantes ataques han dinamitado el último intento de Cruz Roja para rescatar a los civiles que resisten en Mariúpol. Los bombardeos no solo no han parado si no que se han intensificado en la zona industrial de esta ciudad, que paga un altísimo precio por ser un enclave estratégico para Rusia, entre Crimea y el Dombás.
Los 54 autobuses estaban listos para entrar cargados de ayuda, pero han tenido que dar la vuelta porque, según Cruz Roja, no se cumplen las condiciones adecuadas. El alcalde de Mariúpol denuncia que los rusos exigían que el convoy entrase vacío: ni un litro de agua, ni un kilo de comida o medicinas para los 160.000 exhaustos civiles que todavía permanecen atrapados entre estas ruinas.
Cruz Roja no se da por vencida y volverá a intentarlo el sábado
Así que por ahora, un día más, no hay tregua ni alto el fuego ni piedad para ellos. Tendrán que seguir soportando el incesante fuego enemigo sobre sus cabezas. Por su parte, Cruz Roja promete que mañana volverá a intentarlo. Puede que sea su última oportunidad porque el tiempo corre en su contra. No se puede sobrevivir eternamente al infierno.