En 1825 se estableció el primer nombre propio para un huracán. Fue con el Santa Ana, que azotó Puerto Rico el 26 de julio, sería el primer huracán que recibió un nombre propio. A finales del siglo XIX, el meteorólogo Clement L. Wragge comenzó a referirse a los huracanes utilizando nombres propios de mujeres. Su referente era la Biblia. No obstante, la tendencia en los inicios se representaban con una letra del alfabeto. Por lo tanto, el primer huracán de 1948 recibía el nombre de 1948A. Años más tarde, las autoridades optaron por identificar los huracanes en base a la latitud y la longitud sobre la que actuaban.
Pero todo cambió a partir de 1953, Estados Unidos decidió establecer nombres propios a todos sus huracanes. En los inicios siempre se usaron nombres de mujer. No sería hasta 1978 cuando los huracanes comenzaron a contar con nombres masculinos. Un año más tarde, en 1979, Organización Meteorológica Mundial y el Servicio Meteorológico de Estados Unidos, decidió alternar nombres de hombres y mujeres.
En la actualidad, un comité internacional de la Organización Meteorológica Mundial ha creado una lista en la que aparecen los nombres de los huracanes que tendrán lugar en los próximos seis años. Una lista cíclica (se repiten los nombres a partir del séptimo años) en la aparecen 21 nombres propios por año (uno por cada letra de la A a la Z). No obstante, se omiten algunas letras como la Q, U, X, Y y Z por los pocos nombres que comienzan por esas iniciales. Hoy la lista ya incluye nombres en español, en inglés y en francés.
Los retirados se van a una lista especial, como el salón de la fama aunque en 2015, se retiró el nombre "Isis" de la lista de futuros huracanes en la región Norte-Pacífico, puesto que el nombre de la diosa egipcia es también uno de los acrónimos en inglés del grupo yihadista Estado Islámico. Hasta para los nombres los huracanes tienen su historia.