La fiebre por Juego de Tronos llega a las pastelerías neoyorquinas, volcadas en ofrecer toda una gama de dulces relacionados con la serie. En Sprinkles, el ‘cupcake’ de frutas de dragón, de limón con glaseado de crema de mantequilla de arándanos se vende tan rápido como se coloca en los estantes. Y a casi 5 dólares la unidad, unos 4 euros y medio, toda una cola de gente aguarda, paciente, para hacerse con su dulce.
En la otra punta de la ciudad, N.Y. Cake elabora los míticos huevos de dragón. De 20 centímetros de alto y casi 13 de ancho, este huevo de vainilla relleno de chocolate belga y cubierto de escamas de dragón azucaradas y pintadas a mano, tiene un precio de 125 dólares, casi 112 euros.
Lisa Mansour, dueña de la pastelería, también elabora magdalenas con motivos de las distintas casas de Juego de Tronos. Asegura además estar nerviosa por la inminente emisión del último capítulo de la serie. Queda un episodio para que concluya una de las sagas de fantasía más seguidas en todo el planeta.