Su sueño de una vida mejor se pulveriza y se quedan así: paralizados, catatónicos, en una especie de coma. Le pasa en Suecia a miles de niños refugiados. Les deniegan el asilo en el país y se dan por vencidos.
Saliendo de esta enfermedad tan extraña como extrema estaba Ewa cuando un periodista la retrató. Ella y los suyos habían huido de Armenia. En Suecia era feliz, pero cuando llegó la noticia de que los deportaban de nuevo entró en shock.
Este caso se llama síndrome de resignación: el estrés, el papeleo, la atmósfera xenófoba, sobrepasa a los menores, que somatizan el dolor de sus familias. Dejan de hablar, de mirar, de comer o de ir al baño. Se convierten en una especie de zombis. La instantánea de Ewa es finalista del certamen World Press Photo, mientras, Ewa espera en Polonia salir del limbo legal.