Universitarios españoles en el país del Brexit: más difícil todavía
140.000 estudiantes europeos estudian este curso en universidades británicas
Las universidades alertan sobre la desbandada de talento que ya está suponiendo el Brexit
Los europeos que comiencen este curso y el próximo tienen garantizado el mantenimiento de sus condiciones durante sus estudios
Cambridge interpreta estos días uno de sus guiones favoritos: la ceremonia de bienvenida a los más de 22.000 estudiantes que están a punto de comenzar el curso. El 42 por ciento son estudiantes internacionales procedentes de 146 países y, de ellos, unos 3.700 de Europa. Son los mejores en lo suyo -su expediente ha de ser impecable para ser admitidos- y comparten hoy un sentimiento general: el del privilegio de estudiar aquí.
“Es como un sueño, todavía no me lo acabo de creer -dice Alberto, madrileño, matriculado en un máster en Física Teórica. Me van a dar clase quienes han escrito los apuntes que he estudiado durante toda la carrera”. “Una vez admitida no he tenido ninguna duda -dice Eva, gaditana, alumna de Astrofísica-. A nadie le he tenido que explicar ni dónde estaba Cambridge ni por qué venía aquí. Está claro que es una oportunidad única y que un título de esta Universidad te abre puertas”.
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Así es. En todos los rankings de prestigio Cambridge está entre las cinco mejores universidades del mundo. La lista de antiguos alumnos es exquisita: un centenar de premios Nobel, figuras como Isaac Newton, Lord Byron o Stephen Hawking y 15 primeros ministros. La ratio es de 11 alumnos por profesor y las posibilidades académicas son difíciles de enumerar, entre titulaciones, facultades, institutos de investigación, departamentos especializados. Toda la ciudad es un gran campus abierto al conocimiento.
El Brexit según los alumnos
Pero todo ese entusiasmo se empaña en parte cuando en la conversación sale la palabra “BREXIT”: “Para elegir el Máster no me ha influido nada, la verdad -dice Alberto- pero no estoy seguro de querer hacer aquí el doctorado, no parece que lo pongan fácil. Claro que me queda todo el curso por delante para ver cómo evoluciona la situación. De momento hay muchas preguntas sin contestar”.
“Ya veremos que pasa en el futuro -dice Eva-. Sí que es verdad que me pensaría dos veces seguir estudiando a más largo plazo aquí… En todo caso ahora me preocupan más otras cuestiones prácticas, por ejemplo el tema de salud, en la burocracia que supondría ponerme enferma. Aunque, de momento, la tarjeta sanitaria europea sigue siendo válida y el seguro que tiene mi padre en España también me cubre aquí”
Los recién llegados comparten esas preocupaciones con los veteranos. Este es el tercer curso de Jorge, madrileño, en la facultad de Economía de Stirling, en Escocia: “La verdad es que aquí el ambiente está relajado. Hacemos muchos chistes sobre que nos van a deportar, pero en ese sentido estamos tranquilos. Tenemos otras inquietudes. Por ejemplo, tengo un compañero diabético y tiene miedo de que a partir del día 31 de octubre (la fecha actual marcada para el Brexit) haya problemas con el suministro de insulina, así que se ha hecho con un cargamento”.
El Brexit según los profesores
Esas inquietudes y dudas de los alumnos se traducen en certezas mucho más que pesimistas en la comunidad profesores. ”El sentimiento general es que el Brexit es un desastre sin paliativos -explica David McMullen, profesor emérito de Cambridge-. Siempre siento la necesidad de disculparme con mis amigos y colegas europeos. En nuestra comunidad educativa la proporción de extranjeros es altísima y europeos y no europeos desistirán de venir porque percibirán la hostilidad contra ellos. El Gobierno ha sido rápido a la hora de inflar la retórica y lento e ineficiente a la hora de ofrecer información”.
Su hermano, James McMullen, profesor emérito de Oxford, asegura que los efectos ya se están notando: “Tanto en el ámbito científico como en el de humanidades hay académicos e investigadores que están regresando antes de tiempo a Europa y las cifras de quienes solicitan puestos de enseñanza e investigación han caído significativamente”.
Para él, el Brexit es una “desgracia nacional” y una “catástrofe”: “Nunca debería haber sucedido. La cultura intelectual europea común que tan gratificante, productiva y placentera ha sido para todos queda irremediablemente dañada. Todavía tengo la esperanzas de que las tácticas espantosas, repelentes y vergonzosas de los partidarios del Brexit se vean frustradas”.
El Brexit según los datos
Los datos que hoy ya hay publicados avalan los miedos de estos profesores. Según el Russel Group -que integra de 24 de las principales universidades británicas- este curso ha descendido en un 9 por ciento el número de posgraduados que se incorporan al sistema británico y en un 3 por ciento el número total de inscripciones.
Sin embargo, ese descenso no afecta a todas las universidades por igual. En Cambridge por ejemplo, según los datos que publica la propia universidad, el número de estudiantes comunitarios se ha mantenido estable los tres últimos cursos, aunque sí es cierto que el número de extranjeros no comunitarios ha seguido creciendo.
Y todo esto teniendo en cuenta que los estudiantes que comiencen este curso o el próximo sus estudios tienen garantizadas las condiciones hasta que terminen sus carreras. Los que comiencen después ya no serán considerados “locales”, esto es, pagarán unas tasas que, dependiendo de la universidad, duplican y hasta triplican lo que paga un británico.
Las universidades no sólo tendrán que afrontar la pérdida de alumnos, profesores o investigadores. Su financiación también es una incógnita: están en juego todos los fondos que provienen de la Unión Europea. Parece evidente que instituciones como Cambridge serán capaces de afrontar mejor las consecuencias, pero la incertidumbre y la inquietud -sobre todo, en caso de salida sin acuerdo- son máximas.
Y mañana, a clase
Cambridge sigue exhibiendo a día de hoy con orgullo su oposición al Brexit y su vocación europeísta. Fue la ciudad de todo el Reino Unido con mayor porcentaje de voto a favor del Remain: un 73,8 por ciento votó en contra del Brexit. No sólo la comunidad de profesores se opone radicalmente a la salida de Europa. El sindicato de estudiantes de la universidad, el CUSU, ha sido muy activo en apoyar un segundo referéndum.
Ajenos todavía hoy a lo que pueda pasar el 31 de octubre y, más allá, el curso que viene, los estudiantes que en estos días llegan a Cambridge tienen ahora ocupaciones y preocupaciones mucho más urgentes: desde instalarse en su College a empezar a manejarse en bicicleta, pasando por comprar una toga, obligatoria en todos sus actos formales.
140.000 estudiantes europeos están matriculados este año en las universidades británicas. De lo que ocurra en los próximos días depende su futuro. “Ya veremos qué pasa en el futuro. A día de hoy las oportunidades aquí son mucho mayores que España, dice Nayim, gallego, alumno del máster de biología molecular estructural en el Imperial College de Londres-. Dependerá de las trabas burocráticas y económicas, pero, mientras no nos den una patada en el culo… aquí seguiremos”.