Sin luz, medicinas y muchos productos alimenticios, una gran parte de la ciudadanía cubana se ha echado a las calles cansada de las carencias que asolan el país en la peor crisis económica que la isla recuerda, desde el colapso de la Unión Soviética en los 90.
Y si bien el descontento no ha cesado desde entonces, en esta ocasión las protestas se han visto alimentadas y mostradas al mundo gracias a internet, el factor que no existía en esa época y que ha permitido que jóvenes y viejos, afines al aparato y disidentes, estén protagonizando el mayor desafío al poder oficial que Cuba ha experimentado desde el inicio de la revolución.
El propio presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, se apresuró a culpar a Estados Unidos como el principal responsable de lo que está pasando, tanto por la “política de asfixia económica” como por la “campaña encubierta de Washington” para manipular las emociones de los ciudadanos, en estos momentos difíciles de carestía. Y reconoció lo difíciles que habían sido los últimos meses para los ciudadanos mientras que Bruno Rodríguez, su ministro de Exteriores, declaraba en el diario oficial Granma que no había “estallido social sino disturbios, desorden”.
Pero como explica Pascal Fletcher, ex corresponsal en Cuba y buen conocedor de la situación en la isla y entre los disidentes que viven en Florida, donde él reside actualmente, “es difícil que la situación cambie mucho en poco tiempo y más con un gobierno que ha entrado en modo represión”.
La presión social internacional, incluidas las protestas que ya se han extendido a las calles de Miami entre las decenas de cubanos allí exiliados, pueden influir en acelerar los acontecimientos pero no se espera que el politburó cubano cambie su política a corto plazo. Mientras, ya se ha registrado un muerto debido a las protestas y se sabe que hay decenas de detenidos tras la reacción de las fuerzas de seguridad, aunque el gobierno aún no ha dado datos oficiales.
“No hay duda de que el pasado domingo ocurrió algo inédito desde la llegada de Fidel al poder. Estas son las protestas más importantes que la isla ha vivido desde entonces. La gente ya no compra la excusa de que Estados Unidos tiene la culpa de todo”, añade Fletcher , que también señala la necesidad de hacer “aperturas económicas y desarrollar la iniciativa privada sobre todo en sectores como el agrario”.
Y es que los cubanos no solo afrontan cortes de luz cada vez más frecuentes y escasez de productos básicos, sino los estragos de una pandemia que en estos momentos reporta 7.000 infectados al día en una sociedad que además ha sufrido efectos colaterales importantes, como la caída de las remesas de dinero que llegaban desde afuera y la falta de medicamentos para combatir el covid o incluso aquellos más básicos, como aspirinas o penicilina
Esto ha aumentado la pobreza y el miedo de la población hasta tal punto que, el pasado 11 de julio, el gobierno cubano se vio obligado a cortar internet para evitar que el resto del mundo asistiera en directo a las retransmisiones que por Facebook Live protagonizaban los manifestantes, a través de sus teléfonos móviles.
Independientemente de las repercusiones de las sanciones estadounidenses, que afectan a una economía ya muy frágil, la fuerte caída del turismo debido a la llegada de la pandemia y la mala situación financiera de los socios cubanos, como México y Venezuela, que favorecían al régimen con el abastecimiento de petróleo, han agudizado la precaria situación de la isla.
Según declaraciones de Pavel Vidal Alejandro, un ex economista del Banco central de Cuba que habló con el New York Times, el número de viajeros internacionales a la isla disminuyó un 90% durante los primeros cinco meses de este año, en comparación con el mismo periodo de 2020, mientras que la inflación aumentaba un 500%.
La situación es crítica en todo el país y aunque la revuelta empezó en San Antonio de los Baños, el eco que tuvo a través de las redes sociales provocó que rápidamente se extendiera a La Habana, otras ciudades importantes del Oriente y el interior de la isla. Ello provocó rápidas detenciones y el intento de control de la situación por las agencias militares y de inteligencia del gobierno, que son parte fundamental del Partido Comunista.
Este ahora está dirigido por Díaz-Canel, el sucesor elegido por Raúl Castro, que a su vez relevó a su hermano Fidel, hace cinco años, aunque Díaz-Canel no cuenta ni con el carisma ni la experiencia de los Castro. De hecho, fue el presidente actual quien hace dos años abrió el país al uso de internet bajo una presión social que ya era difícil de evitar y que acaba de estallar en las calles.
Desde el inicio de los disturbios el presidente de los Estados Unidos se ha manifestado al respecto ya dos veces, tanto con un comunicado como desde la Casa Blanca. En ambas ocasiones ha apoyado a los manifestantes denominando las protestas como una “llamada a la libertad tras décadas de represión y sufrimiento económico”.
Tampoco se ha mostrado favorable a cambiar la política desarrollada hacia Cuba por su antecesor Donald Trump, al votar en contra de la resolución anual de Naciones Unidas que condena el embargo estadounidense. Este restringe la compra y venta de mercancías desde Cuba, así como desde el exterior hacia la isla, y prohíbe la inversión de compañías estadounidenses en el país caribeño.