El dardo envenenado de la política exterior que recibirá Biden de la administración Trump

  • Los expertos esperan que Biden regrese a los "consensos multilaterales" pre- Trump en materia internacional

Mientras se produce el traspaso de poder de Donald Trump al presidente electo Joe Biden, el mundo espera un cambio de las relaciones internacionales con Estados Unidos. Aunque la tarea no será fácil, Biden tendrá que comenzar por recuperar unas relaciones muy deterioradas con China, restaurar la confianza con sus aliados europeos, renegociar unos difíciles tratados de proliferación nuclear con Rusia e Irán y afrontar el creciente arsenal atómico de Corea del Norte.

Y todo ello sin olvidar la probable disminución de las tropas estadounidenses en sitios tan complicados como Irak o Afganistán, la revisión de compromisos adoptados con algunos países de Oriente Medio como Israel, Palestina o Arabia Saudita y la necesidad de reenfocar las políticas migratorias, comerciales e incluso diplomáticas en algunos casos, con respecto a Latinoamérica.

Las buenas noticias

Ante un panorama tan exigente, las buenas noticias para Biden son su amplio conocimiento de este campo, tras un pasado como jefe del Comité de Relaciones Exteriores del Senado y como vicepresidente en la administración de Obama. De hecho, pocos políticos llegan a la presidencia de un país con una experiencia previa tan amplia en las relaciones internacionales.

Y es que toda ayuda será poca para que el país consiga de nuevo el reconocimiento internacional de un liderazgo basado en el diálogo y la cooperación, la recuperación de la serenidad tras el abandonado de varios tratados internacionales e incluso la restauración de los valores de la democracia liberal, que son algunas de las esperanzas que hay puestas en el triunfo demócrata en las últimas elecciones.

Cambio de rumbo y nuevo secretario de Estado

Las iniciativas en política internacional de Biden han sido muy numerosas: la oposición a la guerra de Kuwait, el apoyo a la invasión de Irak, la reducción de tropas en Afganistán, su cercanía a Latinoamérica a través del programa para América Central y su respaldo a al OTAN durante la crisis de Ucrania, fueron solo algunas de ellas. Pero la situación en la que se moverá el presidente electo, en la actualidad, responde a un mundo más polarizado que el de hace unos años, por lo que será importante que sea capaz de reestablecer el diálogo y los acuerdos multilaterales entre diferentes países, aunque vaya en la línea contraria a lo promovido por su antecesor, Donald Trump.

En este sentido Antony Bliken, el recién nombrado secretario de Estado por Biden, será su gran apoyo así como el encargado de reestablecer las relaciones exteriores. El hecho de que este haya sido uno de los primeros nombramientos de la administración demócrata es una muestra de la importancia que para el nuevo presidente tiene la reconstrucción de nuevas alianzas. Y es que Blinken no es precisamente un advenedizo, ya que trabajó para la administración de Obama como subsecretario de Estado y asesor de seguridad nacional de Biden, cuando este era vicepresidente, y para Clinton como miembro del Consejo de Seguridad Nacional, en la Casa Blanca.

China y Oriente Medio

Según los expertos, la prioridad de todas estas tareas está centrada en China. La relación entre Estados Unidos y la superpotencia asiática está encallada entre el conflicto comercial y las prácticas desleales monetarias, y la necesidad que al mismo tiempo tienen ambos países de llegar a entenderse. Las acusaciones de Trump hacia este país de ser los “causantes de la pandemia” tendrán que dar paso a vías más diplomáticas para conseguir un acercamiento que permita a los norteamericanos recuperar parte del terreno perdido, tanto a nivel económico como geoestratégico.

En Oriente medio uno de los países que pueden verse más perjudicados con el cambio de inquilino en la Casa Blanca es Israel. Si bien Biden se ha comprometido a apoyar la seguridad de este país, probablemente lo haga junto con una renegociación de los acuerdos firmados por Trump y un cese o limitación de las anexiones territoriales palestinas.

También se revertirá, como ya anunció el presidente electo, la política con respecto a Irán. Se hará con una nueva adhesión al acuerdo nuclear de 2015 y revirtiendo la prohibición de viajar a este país y otros de la zona.

Europa, Rusia y Corea del Norte

Con respecto a Europa, Biden se ha mostrado en desacuerdo con su predecesor, que alentó abiertamente al Reino Unido a consumar el Brexit. Las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea recuperaran la condición de aliados que tuvieron antaño aunque la confianza tendrá que ser recuperada con algo más que buenas palabras. Gran Bretaña, consecuentemente, verá su posición debilitada ahora que Trump no está.

Algo parecido le pasará a Rusia. Biden ya ha anunciado que quiere negociar una prórroga del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas de 2010, que expira en breve, y quiere hacerlo sin condiciones previas. Probablemente a Putin le cueste más entenderse con Biden que con su antecesor, ya que este se ha mostrado especialmente benevolente con el dignatario ruso a pesar de las advertencias del servicio de inteligencia estadounidense sobre las interferencias rusas en las elecciones de 2016 y en otras cuestiones.

Algo parecido ocurrió con Corea del Norte, país que ha incrementado su arsenal de armas nucleares a pesar de que su máximo dirigente, Kim Jong-Un, accedió a reunirse con Trump en varias ocasiones. Biden tendrá ahí un grave problema porque la capacidad armamentística de este país no solo ha aumentado sino que ahora dispone de misiles que apuntan directamente a Estados Unidos.

Latinoamérica

Este continente puede ser el gran favorecido de la llegada de Biden. Buen conocedor de la zona, ya con Obama el entonces vicepresidente hizo miles de kilómetros visitando la región y estableciendo relaciones con los líderes políticos. En esta ocasión ya ha anunciado que afrontará las políticas con un grupo de expertos compuesto por migrantes latinoamericanos con el fin de abordar la pobreza y la violencia, que son las principales causas de emigración del sur al norte del continente. Para ello ha propuesto una bolsa de ayuda de 4.000 millones de dólares, sólo para Centroamérica, con el fin de controlar la emigración no autorizada y paliar las causas que la provocan.

Con Brasil, sin embargo, el anuncio de los demócratas de querer comprometerse con la desaceleración del calentamiento global puede alimentar el conflicto, ya que Jair Bolsonaro, dirigente del país carioca y aliado de Trump, no está conforme con dicha política. También Cuba y Venezuela pueden ser países complicados de gestionar para la futura administración de Biden pues si bien en ambos casos los demócratas estarían a favor de renegociar las duras restricciones con ambos países, esto es algo que pude pasarle una dura factura electoral en un futuro, en estados como Florida.

Toda una patata caliente que los demócratas, con Biden a la cabeza, tendrán que repensar detenidamente. El liderazgo internacional que un día tuvieron los Estados Unidos está en juego.