Natalie Grams (Múnich, 1978) es médico, pero no trabaja en una consulta. Desde hace años, Grams trabaja como activista contra las medicinas alternativas. Ella se formó como homeópata, pero con el tiempo ha acabado convirtiéndose en una voz prominente en Alemania contra las pseudociencias, incluida la que fue su especialidad.
En su batalla personal contra quienes niegan la eficacia de la ciencia médica, Grams lleva escritos varios libros dedicados a hacer pedagogía y divulgación. El último de ellos se titula Was Wirklich Wirkt (Ed. Aufbau Verlag, 2020) o “Lo que de verdad tiene un efecto”.
La pandemia del SARS-CoV-2 ha intensificado su trabajo de pedagogía contra homeópatas, representantes de las medicinas alternativas, anti-vacunas y charlatanes que, o prometen poder tratar la COVID-19 o que niegan la pandemia. Frente a este colectivo cuya visibilidad en Alemania parece mayor que en otros países europeos, Grams propone hacer más divulgación y tolerancia cero con las mentiras.
Para ella, la canciller Angela Merkel ha tardado en lanzar la respuesta del Ejecutivo alemán frente a unos negacionistas que amenazaron con tomar el Reichstag este verano.
“El Gobierno y las instituciones del país han actuado con retraso frente a las teorías de la conspiración. Pero también hay que tener en cuenta que las mentiras siempre van más rápido que la verdad. Por eso persisten mentiras como que las vacunas causan autismo”, dice Grams en esta entrevista con NIUS.
¿Qué mentiras sobre tratamientos contra la COVID-19 le han llamado más la atención?
En la pandemia hemos visto algo que yo siempre he denunciado. Es decir que, al margen de los hechos, hay cosas que se plantean como solución sin evidencias que resultan peligrosas. Por ejemplo, el uso de MMS o clorito de sodio contra la COVID-19. También ha habido quien desde la homeopatía han propuesto sus soluciones como esa que se propuso de usar Arsenicum album, algo que luego se acabaría desaconsejando. Desde la Sociedad Hahnemann [organización de expertos en homeopatía, ndlr.] de Alemania se pronunció a favor de que los homeópatas acudieran a las unidades de cuidados intensivos para trabajar porque decían que podían tratar el coronavirus.
También desde las terapias alternativas, como la MCT, la medicina tradicional china, se propuso un preparado que supuestamente iba a curar el coronavirus. En resumen, los ha habido que han propuesto todo tipo de chorradas. Está claro que hay una diferencia entre querer tratar con homeopatía un pequeño dolor de tripa que no irá a más y probar hacer lo mismo con una enfermedad tan peligrosa como la COVID-19. Pero es que estamos hablando de que hay un mundo en el que no se aceptan los hechos ni las evidencias científicas. Peor aún que todo eso es que haya “médicos alternativos” y doctores expertos en homeopatía que mienten sobre las vacunas y que dicen cosas como que la COVID-19 es como una gripe.
¿Se propondrá desde el mundo de la homeopatía una vacuna contra la COVID-19?
Una vacuna homeopática no puede ser eficaz. No se puede con una vacuna así generar una respuesta en el sistema inmunitario porque dentro de ese preparado no hay nada. Pero vacunas homeopáticas las hay, sí. Pero contra el coronavirus no he visto. Hay médicos homeópatas que han tratado de propagar la idea de una vacuna homeopática, pero esa no ha sido la mayor mentira que se ha lanzado en la pandemia.
En vista de las masivas manifestaciones de negacionistas de la pandemia que se han visto en Alemania ¿Es más fuerte en Alemania el movimiento anti-vacunas y negacionistas?
No tengo posibilidad de hacer una comparación con otros países. Pero si me pregunta mi opinión sobre lo que está pasando en Alemania, lo que está pasando es que tenemos entre un 2% y un 3% de anti-vacunas puros y duros. Luego hay encuestas sobre la disposición a vacunarse que indican que hay entre un 70% y un 80% de la gente dice que ante las nuevas vacunas hay escepticismo. Son gente que dice que no sabe si se vacunará.
Ahora tenemos la vacuna de BioNTech y, en Alemania, la gente que se vacuna por ahora son los mayores de 80 años y el personal que se ocupa de los cuidados en las residencias. Y, por lo visto, el porcentaje de trabajadores en residencias vacunados es muy bajo. Estos trabajadores dicen que no quieren ser conejillos de indias y cosas así.
¿Pero por qué tiene tanto efecto ese argumento del 'no queremos ser conejillos de indias'?
Ese argumento, en realidad, no es ningún argumento. Ya hubo gente que se dejó vacunar en los ensayos en las fase uno, dos y tres. Esa gente fue, si se quiere decir así, los conejillos de indias. Pero ahora ya están aprobándose vacunas por la Agencia Europea de Medicamentos. Esto quiere decir que la gente que está siendo vacunada ahora no es la primera a la que se está vacunando. En los ensayos hubo miles de personas que se vacunaron. Quienes ahora pueden recibir la vacuna deben verse no como 'conejillos de indias' sino como privilegiados.
Usted que está en contacto con personal sanitario, ¿qué le dicen los trabajadores del sector que no quieren vacunarse?
Mucha gente de la que está trabajando en esta crisis en el sector de los cuidados médicos manifiestan que han sido tratados muy mal. Se supone que iban a ganar un plus por lo mucho que están trabajando en zonas de alto riesgo. Pero luego no lo hubo. Luego me dicen que las condiciones de trabajo nunca fueron tan malas. En general, a los trabajadores de los cuidados se les trata mal o, al menos, se les paga mal.
Lo que percibo es que la actitud esa de no vacunarse es una actitud de desafío. Porque se sienten maltratados laboralmente y ahora los hay que no quieren cooperar. Es un rechazo basado en buena parte en la queja por el trato recibido en sus trabajos. No es que haya, de verdad, un rechazo científico a la vacuna. Los hay con miedo a que, tras la vacuna, les digan: “ahora que estáis vacunados, podéis trabajar de nuevo sin parar en las unidades de cuidados intensivos”. Puedo entender la queja. Pero no es algo bueno, obviamente.
Se asume que los anti-vacunas son una minoría. Pero en estos momentos reciben mucha atención. En los medios de comunicación han ganado mucho protagonismo ¿Se está prestando demasiada atención a este fenómeno?
No creo. Ahora en Alemania se está haciendo muy buen periodismo científico. Los grandes diarios del país están también informando frente a las mentiras de los anti-vacunas y contra las teorías de la conspiración. Existe, sin embargo, un problema con las redes sociales. Ya sea Facebook o Youtube, en las redes sociales se están difundiendo muchas teorías de la conspiración que llegan muy lejos en términos de difusión. Este contenido se está difundiendo en paralelo a lo que hacen los medios en general y, al menos por lo que yo sé en Alemania, tenemos una evolución del problema muy negativa. Esto se puede ver en el alcance de las manifestaciones de los negacionistas de la pandemia.
En esas manifestaciones hay un elenco muy variado de personas.
Sí, los hay anti-vacunas, pero también populistas de ultraderecha, conspiranoicos, esotéricos y extremistas de derechas. A través de esas movilizaciones, los anti-vacunas han encontrado refuerzos con intenciones políticas muy cuestionables y, en mi opinión, peligrosas. Por eso el problema de los anti-vacunas se ha hecho más complicado. Entre otras cosas, también, porque ya no se puede argumentar con hechos. Porque en este fenómeno de negacionistas de la pandemia hay mucha ideología e ideas políticas y también una condena general al estado y a las instituciones del estado.
¿Ha reconocido usted en este fenómeno de negacionistas de la pandemia antiguos conocidos por su lucha contra las medicinas alternativas y la homeopatía?
Así es. Y en Alemania hay que tener en cuenta que no estamos hablando de un fenómeno tan marginal. En el Bundestag hay un partido de ultraderecha como Alternativa para Alemania (AfD) que está conectado con los negacionistas y que defiende posiciones políticas extremas. Ahora, en una situación de crisis, estos extremos pueden recibir más apoyos que si todo fuera bien. Hay mucho odio en los populista de derechas, especialmente contra la canciller Angela Merkel.
Usted conoce bien ese sector de la sociedad que no se atiene a los hechos por su lucha contra la gente que defiende las llamadas medicinas alternativas. ¿Cuál es su solución frente a este problema?
Creo que es muy importante, por un lado, negar las mentiras. Hay que denunciar las mentiras. Hay que decir que las mentiras son mentiras, y mostrar por qué. Hay que contradecir a quienes dicen mentiras. Y, por otro lado, hay que explicar los hechos. Por ejemplo, respecto a vacuna contra la COVID-19, no es cierto que las vacunas de ARN mensajero [tecnología que emplea, por ejemplo la vacuna de BioNTech y Pfizer, ndlr.] dañan el ADN. No puede haber una posición de tolerancia con las mentiras. Por supuesto, existe la libertad de expresión, pero no existe una libertad para inventarse hechos ni mentiras.
¡ Por primera vez, sí ! Las autoridades han ido mucho tiempo por detrás en la lucha contra las teorías de la conspiración. Se ha asumido eso de que hablando de las teorías de la conspiración se les estaba haciendo publicidad. En realidad, lo que hay que hacer es dar explicaciones de una forma activa sobre las mentiras. El Gobierno y las instituciones del país han actuado con retraso frente a las teorías de la conspiración. Pero también hay que tener en cuenta que las mentiras siempre van más rápido que la verdad. Por eso persisten mentiras como que las vacunas causan autismo. Tal vez por eso activistas como yo lo tenemos más fácil que las instituciones oficiales.
Antes mencionaba usted que los medios alemanes están haciendo un buen trabajo en la pandemia. ¿Qué le parece que en el semanario Die Zeit
Yo soy médico y, como tal, tengo como principio ético el deber de ocuparme del enfermo independientemente de lo que piense, de lo que haya hecho o dicho. Lo que yo creo que no hay que hacer es invitar a estos negacionistas de la pandemia, por ejemplo, a emisiones de televisión en prime-time, para que den sus opiniones. O dejar que utilicen grandes medios como plataformas.
Hay quien dice que es mejor tener a los negacionistas en el debate para contra-argumentar.
Sí, pero mire lo que está pasando con Twitter y Facebook y el presidente saliente de Estados UnidosFacebook y el presidente saliente de Estados Unidos. Esas redes sociales podrían actuar con la misma dureza contra otros mentirosos. Claro, entiendo que es difícil establecer dónde está la mentira y dónde la opinión infundada. Pero cuando una mentira tiene mucho impacto, y toca un tema como llevar mascarilla, por ejemplo, se podrían borrar dichos contenidos. Una cosa es la libertad de expresión y otra debería ser el quedar expulsado cuando uno miente en redes sociales.