Su nombre es Niels Högel, oriundo de Alemania. Trabajaba como enfermero y ahora ha sido condenado a cadena perpetua bajo la acusación de haber asesinado a 85 pacientes.
Su modus operandi consistía en sedar a los enfermos para provocarles una parada cardiaca. Después, intervenía para reanimarlos con la intención de quedar como un héroe; con la intención de que pareciese que les había salvado la vida. Una práctica de extrema crueldad que supuso la muerte de decenas de sus pacientes. No le importaba porque él disfrutaba de la sensación de sentirse capaz de reanimarlos, aunque solo lo consiguiese en contadas ocasiones.
Concretamente, hace semanas había sido condenado por dos homicidios, pero al demostrarse su responsabilidad en un total de 85 muertes, pasará el resto de sus días en prisión.
Le divertía sentir que podía resucitarlos, aunque la mayoría muriesen
Högel, de 42 años, trabajó en un hospital de Oldemburgo entre los años 1999 y 2002, y en otro hospital cercano a Delmenhorst entre 2003 y 2005. Sus crímenes empezaron muy pronto. Prácticamente desde el principio, entre 2000 y 2005, según la investigación.
Ya en 2015 fue condenado a prisión por dos asesinatos y dos intentos de asesinato, y fue durante ese primer juicio donde Högel confesó que intencionadamente había provocado el paro cardiaco en unos 90 pacientes den Delmenhorst porque le divertía intentar resucitarlos. Fue después cuando dijo a los investigadores que también había matado pacientes en Oldemburgo.
Como parte del proceso de investigación, tal como recoge Time, se examinaron los archivos de 500 pacientes y otros cientos de archivos en el historial de los hospitales. Además, exhumaron 134 cadáveres de 67 cementerios al tiempo en que interrogaban a Högel para determinar que había usado una multitud de drogas y sedantes en ese macabro plan de intentar resucitar pacientes a sabiendas de que, con gran probabilidad, podían morir. Además, no lo intentaba sobre pacientes terminales, sino que escogía a aquellos que estaban en proceso de recuperación.