La sarcoidosis es, según el doctor Fernando Pedraza Serrano, neumólogo en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, “una enfermedad crónica pero benigna que toca cualquier órgano del cuerpo, sobre todo el pulmón. Puede afectar al ojo, a los riñones, provocar sensación de ahogo al respirar, fibrosis en el pulmón, dolor torácico y causar una arritmia cardíaca; también provoca astenia (fatiga) y fiebre”. “Aún no se ha podido demostrar la causa de la enfermedad, pero hay teorías que hablan de que puede ser algo microbiológico, derivado de una especie de microbacteria, que es una bacteria prima hermana de la tuberculosis”, añade el doctor Pedraza en Melilla Hoy.
En cuanto a la incidencia, es más común en personas afroamericanas que en personas caucásicas de ascendencia escandinava. En lo que respecta a las diferenciaciones por sexos, las mujeres son más propensas a sufrir esta afección que los hombres.
El inicio de la enfermedad normalmente se produce entre los 20 y los 40 años de edad y es muy poco frecuente entre los niños pequeños. Además, una persona con un pariente consanguíneo cercano que tenga sarcoidosis tiene una probabilidad 5 veces mayor de sufrir la enfermedad.
Para determinar si el paciente padece o no sarcoidosis se deberá realizar un examen físico, así como una radiografía de tórax y una biopsia.
Una vez hecho esto, se suelen detectar alteraciones en la radiografía de tórax en el 90% de los casos con sarcoidosis. Normalmente este procedimiento se utiliza en los pacientes que no muestran síntoma alguno.
También se puede realizar una espirometría para averiguar si hay algún tipo de obstrucción en las vías respiratorias causada por la inflamación en los pulmones. Se debe realizar un diagnóstico de la sarcoidosis para excluir otras enfermedades en donde también se forman granulomas, sobre todo las que se refieren a algunas patologías infecciosas y neumoconiosis, tal y como recoge cuídate plus.
Los pacientes que no manifiesten síntomas o que tengan muy pocos no deben recibir tratamiento alguno. Se estima que entre el 30 y el 50 por ciento de los pacientes no requieren tratamiento alguno, ya que se mantiene estable a lo largo del tiempo.
Para disminuir los efectos de esta enfermedad, se recetan corticoides o corticoesterioides que presentan un gran poder antiinflamatorio. En ciertas ocasiones, por distintos estímulos, algunas células del organismo liberan sustancias que provocan la inflamación y los corticoides ayudan a reducir esta liberación de sustancias ante, por ejemplo, respuestas alérgicas o inmunes.
Respecto a los corticoides inhalados, los especialistas los recomiendan en caso de:
En ocasiones se pueden administrar otros fármacos de tipo inmunosupresor, pero sólo para los pacientes más graves.
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