Los empresarios españoles en Miami tratan de sobrevivir a la crisis de sus negocios
Carlos Galán, propietario de varios restaurantes: "He tenido que despedir a 250 empleados"
Ana Hernández, distribuidora de ibéricos: "Tengo 100.000 dólares en la calle, no sé cuándo los voy a cobrar"
Alberto Muñoz, peluquero: "Creo que no estamos preparados para abrir"
Cualquier época del año habría sido nefasta para recibir una pandemia, pero el coronavirus llegó además a Miami, la ciudad del sol, en plena temporada alta y en un momento en el que Florida formaba parte del selecto grupo de los cuatro estados de Estados Unidos cuyo Producto Interior Bruto (PIB) superaba el billón de dólares, después de California, Texas y Nueva York.
Su minúscula tasa de desempleo del 2,8% afectaba a poco más de 290.000 personas. En apenas 3 meses, más de 2 millones de habitantes se han quedado sin trabajo en el estado de Florida.
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La multicultural ciudad de Miami, uno de los mayores exponentes financieros del estado, está seriamente afectada. El Covid-19 ha vapuleado prácticamente todo el mercado que dibuja la columna vertebral de su economía.
Miami vive ahora sin turistas, sin cruceros ni hoteles rebosantes de gentío. Sus playas, al igual que las tiendas y centros comerciales, bares y discotecas permanecen cerradas. Sólo los negocios considerados esenciales como las farmacias, los supermercados y una parte de las empresas de hostelería permanecen abiertos para el servicio de `delivery´, o comida para llevar a casa. No obstante, en el intento de dar los primeros pasos para la reapertura de la ciudad, contados parques y campos de golf recién han abierto sus espacios.
En Florida, más de 35.000 personas están contagiadas por coronavirus y más de 1.300 personas han perdido la vida. En Miami- Dade, el condado más poblado del estado, se contabilizan más de 12.600 casos confirmados y cerca de 400 fallecidos.
Entre los miles de propietarios de negocios y trabajadores que están lidiando con la insólita situación que tiene en shock al mundo, en NIUS nos interesamos por los empresarios españoles afincados en Miami que tratan de sobrevivir a los estragos de la pandemia.
Provienen de Madrid, Valencia, Badajoz, La Rioja, Barcelona… Algunos de ellos, nos cuentan sus experiencias…
“He tenido que despedir a cerca de 250 empleados”
El empresario madrileño Carlos Galán, llegó a Miami en 1997 para ampliar el grupo familiar de hostelería “La Misión” que desde hacía muchos años dirigía en Madrid y que a día de hoy, comprende tres restaurantes y dos pizzerías en la capital de España.
En Florida, Carlos hizo crecer el negocio logrando sumar al grupo empresarial otros dos restaurantes muy preciados en la ciudad, “Dolores but you can call me Lolita” (“Dolores pero me puedes llamar Lolita”), “Crazy about you” (“Loco por ti”), más una cafetería de la franquicia Starbucks, todos ubicados en Brickell, el corazón del barrio financiero de Miami. Estos tres últimos facturaban al mes 1.2 millones de dólares.
En ambos destinos los negocios iban de maravilla hasta que a mediados de marzo, con tan sólo una semana de diferencia, se vieron obligados a cerrar locales y a despedir trabajadores: “De los 60 empleados que teníamos en Madrid, ahora están trabajando sólo 4 personas en una de las pizzerías. En Miami intentamos durante un par semanas mantener el `delivery´ en los dos restaurantes, pero era demasiado costoso. De los 250 empleados que teníamos, nos hemos quedado con 20 que trabajan en el “Starbucks”. Dar la noticia de los despidos, fue un momento muy doloroso para todos”.
El empresario madrileño prepara cestas de alimentos para sus empleados
El equipo de Carlos se registró inmediatamente en la oficina de desempleo y desde hace tres semanas, a todos les llega a casa un cheque semanal de entre 700 y 800 dólares. Pero Miami es una de las ciudades más caras del mundo y estas contribuciones no son suficientes algunos, especialmente para las familias numerosas. Carlos los está ayudando de manera personal: “Los que necesitan, semanalmente se apuntan a una lista y les preparamos una cesta con huevos, arroz, frijoles, lentejas… Yo estoy tirando de mis ahorros y aguantaré así lo que la tarjeta de crédito me permita. Estos son los momentos en los que hay que demostrar que uno está al pie del cañón”.
Un préstamo de más de un millón de dólares que no tendrá que devolver
El empresario madrileño se tenido que pedir un préstamo para soportar el impacto de la crisis. Para ello se ha acogido a los programas de ayuda que el Gobierno de EE.UU. Hay dos cosas que le han conmovido especialmente en este proceso: “Me ha emocionado mucho el agradecimiento de mi equipo después de tantos años trabajado juntos, y el préstamo que nos acaban de conceder de más de un millón de dólares, sin ni siquiera ser ciudadano americano, ¡me ha emocionado muchísimo!”.
El dinero irá destinado a los dos restaurantes de Miami, acogiéndose a plan de Administración de Pequeñas Empresas (SBA por sus siglas en inglés), creado para que los empresarios afronten mejor la crisis del Covid-19: “Haremos lo que marca la ley. Cuando abramos los restaurantes, lo utilizaremos para pagar las nóminas de los trabajadores, los alquileres de los locales y otros gastos generales de luz, agua... Así no se tiene que devolver, a menos que lo invirtiera en otra cosa, en cuyo caso tendría que devolverlo en dos años a un 1% de interés”.
Si en Miami Carlos encuentra una gran dosis de esperanza con la ayuda del Gobierno federal, la situación en Madrid le inquieta mucho más: “En España también hemos pedido préstamos y estamos negociando con los propietarios de los locales. Unos nos han perdonado un mes, otros nos han cancelado el pago de tres meses para pagarlo el año que viene… Pero los empleados no están teniendo ninguna ayuda así que la semana que viene empezaremos a cocinar para ellos”.
“Tengo 100.000 dólares en la calle, no sé cuándo los voy a cobrar”
En el mismo sector de la hostelería, pero al otro lado de los restaurantes, una joven emprendedora extremeña de 36 años, Ana Hernández, creó en 2010 Delibérico, una empresa que se dedica a la importación y distribución de alimentos típicos de España como jamón, embutidos, legumbres, aceites, aceitunas y derivados de la panadería, entre otros muchos productos.
Vende a restaurantes, a distribuidores de `e-comerce´ (empresas de venta online), y también a ciertos particulares VIP como el internacional Alejandro Sanz, que disfruta las delicias de sus productos con bastante asiduidad.
El negocio se sostiene porque el alimento es un bien básico. No obstante, la crisis también le afecta: “Delibérico iba creciendo un 40% anualmente pero, así como las ventas en los supermercados han subido primero un 30% y luego 20% en estos dos últimos meses, la de los restaurantes ha caído rotundamente. En este momento tengo más de 100.000 dólares en la calle y no sé cuándo los voy a cobrar”. Por ahora no ha tenido que reducir la plantilla, pero está considerando solicitar ayudas del estado porque no sabe cuánto tiempo podrá soportar la situación.
"En plena pandemia ha creado una nueva línea de negocio"
Sin embargo, a pesar de las difíciles circunstancias, la empresaria extremeña ha sabido aprovechar el momento para crear una nueva línea de negocio. El Covid-19 ha acelerado todo el proceso: “Antes de que llegara la pandemia, tenía previsto lanzar de cara al futuro una nueva compañía de ventas por internet, con la idea de que Delibérico continuara con la misma actividad atendiendo a restaurantes y supermercados. Hace a penas dos semanas me asocié con una amiga valenciana, María Reig, y creamos “Mariana”, y tengo que decir que afortunadamente está funcionando muy bien, al menos, en sus primeros días de vida”.
En el sector alimenticio las medidas de seguridad para evitar el contagio del coronavirus son fundamentales y Ana Hernández no ha escatimado en ello: “Hemos gastado unos 2.500 dólares (2.300 euros) en mascarillas, guantes, spray desinfectante… me dará para unos dos meses. No obstante, me inquieta la edad de algunos de mis repartidores, personas mayores de 60 años que siguen trabajando voluntariamente, claro. Tomamos todas las precauciones pero la preocupación es inevitable.”
Otras pautas de prevención pasan por no cobrar en efectivo, que ningún repartidor entre en las instalaciones, e incluso han llegado a pintar unas líneas en el suelo de la oficina para ir, por ejemplo, a la fotocopiadora: “Si dos personas comparten una impresora, hemos dibujado una ruta para que cada uno vaya por un camino diferente y así, mantener siempre la distancia social”.
Los españoles no quieren pasar la cuarentena sin un jamón en casa
Como curiosidad, entre los alimentos más solicitados, cabe destacar a la estrella del catálogo: “Los más demandados son los enlatados, las conservas, los quesos, y también se ha vendido mucho jamón, sobre todo entre los españoles, que no han querido pasar la cuarentena sin un jamón ibérico. En las últimas cuatro semanas he vendido cerca de 300 jamones y paletillas ibéricas, unas ventas más propias de Navidad que de esta época del año”.
"Desde que lo cerraron todo, no vendo ni una botella de vino"
En tiempos del coronavirus, las licorerías y tiendas de vinos han mejorado sus ventas cuantiosamente, pero la riojana Amelia Garrido no puede decir lo mismo porque sus vinos, en Estados Unidos, no se venden en supermercados. Sólo se distribuyen en hoteles, restaurantes y bares, cerrados ahora por la pandemia: “Estaba muy contenta porque había comenzado a trabajar con una nueva importadora y distribuidora especializada en vinos españoles para Florida, y la cartera de nuevos clientes estaba creciendo pero desde que cerraron todo, no vendo nada ni en Florida ni en ningún otro estado”.
Amelia vive en Miami y es propietaria de la bodega familiar Eduardo Garrido fundada en Ávalos, la Rioja Alta, España. En 2010 decidió expandir el negocio familiar logrando que sus vinos se distribuyan en los estados de Iowa, Nueva York, Texas, Ohio y Kentucky, además de Florida. “Es el trabajo de muchos años paralizado por completo y es que los clientes de la distribuidora, lógicamente no quieren ni pueden comprar”.
El incremento de aranceles frenó la venta de vino español en EE.UU.
El mercado de los vinos en EE.UU. es complejo puesto que son muchos los bodegueros en el mundo interesados en introducirse en su mercado, donde hay una gran competencia. La subida de aranceles impuesta por el presidente Trump a mediados de febrero, no facilitó en absoluto el trabajo de los empresarios del sector: “La subida fue de un 25%. Esto supuso un freno enorme en las importaciones de vino español dentro de EE.UU.”
Además de EE.UU. y España, Eduardo Garrido se vende en otros países: “El 60% de mis ventas provienen de la exportación. Llegamos hasta México, Escocia, Suiza, pero igualmente no hay ningún movimiento, la situación se hace muy difícil”.
Dado que el negocio bodeguero tiene su matriz en España, la empresaria no puede solicitar las ayudas del Gobierno estadounidense: “De momento estoy aguantando porque en España estoy vendiendo a particulares, pero es muy preocupante situación. Afortunadamente, mi empresa está libre de deudas, eso ayuda. Los ahorros son también un soporte importante para atravesar esta crisis”.
Amelia está deseosa por la reapertura de los bares y restaurantes, pero esa fecha aún está por definir: “Creo que tendrán que pasar todavía unos meses hasta que pueda remontar. El verano en EE.UU. no es la mejor época del año para las ventas de vino porque se consume también otro tipo de bebidas alcohólicas. Pero quiero ser optimista y pienso que cuando todo esto acabe, la gente saldrá a la calle con muchas ganas de bailar, beber y pasarlo bien”.
"He enseñado cómo poner un tinte por videoconferencia a los maridos de mis clientas"
Otro sector sacudido en gran medida por la crisis del coronavirus es el de los salones de belleza incluidos en la primera lista de negocios que debían cerrar por considerarse, al igual que los restaurantes y bares, focos de infección fáciles para la propagación del Covid-19.
El barcelonés Alberto Muñoz tiene desde hace ocho años una pequeña peluquería llamada "231Salón" en el familiar barrio de Coral Gables, en Miami: “Es muy sencilla, creo que esa la clave de su éxito y me iba francamente bien, daba citas a un mes y medio vista, pero el 17 de marzo fue el último día que trabajamos y desde entonces, el negocio está cerrado al 100%”.
Para amortiguar el revés económico, Alberto también se va a favorecer de ayudas del Gobierno: “He aplicado a varios programas y de momento me han dado 4.000 dólares por un lado, y por otro, espero recibir otros 14.000 dólares más, que utilizaré, cuando abra el negocio para pagar la renta del local, a los empleados, y así no tendré que devolverlo”.
La gran duda para Alberto es cuándo podrá volver a trabajar en su peluquería: “Hay mucha confusión. Hay quien dice que será el 1 de mayo, otros el 15 de junio, pero con los casos de contagio que hay, no creo que estemos preparados para abrir. Además, mi marido está trabajando, tenemos dos hijos que no van al colegio porque también está cerrado y tenemos que atenderlos. Tengo miedo de que nos podamos contagiar y quiero preservar la salud de mi familia. Podré tirar de los ahorros como mucho dos meses más”.
"Hemos bajado la facturación a la mitad pero seguimos teniendo a todos empleados en plantilla"
Hace 24 años, desde Valencia, llegó a Miami Rafa Palop, CEO de la empresa también valenciana ADEX USA, dedicada al azulejo decorado para la exportación.
Cuentan con tres grandes almacenes en los estados de California, Nueva Jersey y Florida, y atienden a más de 750 tiendas distribuidas por el país.
La cuarta generación de la saga familiar decidió invertir al otro lado del Atlántico en busca de nuevas oportunidades, y lo consiguieron: “Hemos prosperado mucho con los años, pero claro, como a todos, la crisis también nos está afectando. En la costa este las ventas han bajado el 50%. En la costa oeste, un 55%”.
Rafa se sorprende por la línea de la curva de ventas, que dibujó una trayectoria completamente inesperada ante la llegada del coronavirus: “En la segunda quincena de marzo, cuando ya estábamos en situación de alarma, las ventas seguían muy fuertes, incluso más fuertes de lo normal, como si la gente supiera lo que estaba por llegar. Eso sí, en abril, cuando llegaron las órdenes de cerrar los negocios, las ventas pararon en seco”.
ADEX USA cuenta con 26 empleados pero, a pesar de haber bajado la facturación a la mitad, han conseguido mantenerlos a todos en plantilla: “Estamos muy contentos porque no hemos tenido que despedir a nadie, aunque sí hemos reducido salarios. Los puestos de responsabilidad nos hemos bajado un 30% de nuestro sueldo, y los de mandos intermedios, un 20% o un 25%". El empresario valenciano tiene claro que lo que quiere garantizar es la supervivencia de la empresa y del equipo: "Estaba bastante preocupado porque cuando llamé uno a uno, no sabía cómo se lo iban a tomar. De hecho, acababa de contratar a dos personas en ventas y creían que los iba a despedir. Todos se han mostrado muy agradecidos.”
Los productos de esta compañía que llegó a exportar una colección exclusiva de azulejos diseñados por Salvador Dalí se distribuyen por todo el mundo, azotado ahora por la pandemia: “Vendemos sobre todo al mercado anglosajón y al ruso, porque tenemos distribución propia, pero en Reino Unido, Rusia, Japón, Alemania... las ventas se han paralizado. En EE.UU. nos salvamos porque la construcción está considerada una actividad esencial, y nosotros vendemos material de construcción a nuestros clientes. Lo que no sabemos es cuándo vamos a cobrar, eso es otra historia”.
Videoconferencias para formar a sus clientes mientras dure la cuarentena
Mientras los operarios trabajan en los almacenes con todas las medias de precaución para evitar el contagio, los que trabajan desde su casa llevan a cabo actividades para las que antes no había tiempo: “Como una gran parte del equipo está teletrabajando, estamos organizando muchas videoconferencias para dar formación a nuestros clientes, para que en el futuro puedan vender nuestro producto mejor”.
Rafa Palop se ha quedado alguna que otra noche en vela pensando en todas las fórmulas posibles para sacar a flote la empresa que dirige, pero si hay algo que procura no perder, es el buen humor: “Después de tanto tiempo confinados, puede que mucha gente se canse de los azulejos de su cocina, de su baño, y quieran cambiarlo todo, y ahí estaremos nosotros. ¡Ese es mi consuelo!”.