Eficiencia energética es una palabra fundamental en el reto que tiene que afrontar Italia en los próximos meses. Las consecuencias colaterales de la guerra: la crisis energética, la inflación y la posible recesión estructural plantean un escenario duro para el primer ministro italiano, Mario Draghi que, en este año preelectoral, tiene que poner en marcha un paquete de medidas que pueda amortiguar las consecuencias.
Además, debe hacerlo con el consenso de su complicada coalición técnica. El gran reto es energético y esta es la principal preocupación del Ejecutivo, todos los miembros del Gobierno, incluido el premier Draghi, han repetido en las últimas ruedas de prensa que los esfuerzos van siempre en esa dirección y que garantizar la ayuda a la economía italiana está en el centro de sus desvelos.
La estrategia de gran alcance ha sido la diversificación de proveedores de energía, el peligro del parón en el suministro de gas ruso amenazaba e Italia ha desplegado en las últimas semanas un mapa de compradores internacionales para resolver, más pronto que tarde, la encrucijada de la dependencia del Kremlin. En la batería de medidas aprobadas para ese nuevo plan energético el ahorro es protagonista.
Una nueva norma acaba de entrar en vigor esta semana y pretende reducir el consumo partiendo de los edificios de la administración pública. Se limitará así a un máximo de 27 grados en el aire acondicionado en verano y de 19 grados en la calefacción en invierno. En ambos casos se contemplan dos grados de diferencia, pero no más. Con esta medida las previsiones del Gobierno apuntan a que se ahorrarán unos 4 mil millones de metros cúbicos de gas. La medida se mantendrá hasta el próximo 31 de marzo de 2023 y prevé multas desde los 500 a los 3 mil para quien incumpla la normativa.
Anna Laura Pisello, profesora de Física Ambiental del departamento de Ingeniería de la Universidad de Perugia y experta en la materia, explica esta medida como un claro “gesto de sensibilización”. “Había precedentes en esta línea pero ahora es mucho más contundente y uno o dos grados de diferencia pueden influir en un ahorro de hasta el 6% o el 7% en el consumo final”, explica. Es por eso, entiende la experta, que esta medida, referida a los edificios públicos, debe ejercer como ejemplo para un uso responsable de la energía, especialmente en este período de dificultad para Italia. “Creo que en Europa en general el nivel de sensibilización es alto, gestos como apagar la luz, cerrar las ventanas se entienden y se respetan mayoritariamente”, explica.
Casi la mitad de la sociedad italiana, según datos del Istat, tiene un aparato de aire acondicionado en su casa, una tendencia siempre en alza en los últimos años. Es por eso que la experta cree que es fundamental empezar por el uso público y privado, donde es más fácil hacer esfuerzos, en cambio en la industria no es tan sencillo. “Somos un país productor, no solo consumidor, ahí es mucho más complicado ahorrar, un horno necesita 1400 grados para trabajar y no produce si se le pide a la empresa que baje la temperatura. Ahora debemos centrarnos en los niveles prácticos”, explica.
En España ya existe una norma similar y aquí en Italia la cita de Draghi ante la prensa hace unas semanas se convirtió casi en un mantra: “¿Queremos la paz o el aire acondicionado encendido?”. La dependencia de gas ruso abastece a Italia, pero, al mismo tiempo financia cada día la guerra con la ingente cantidad de dinero que ingresa el Kremlin con sus compradores internacionales de energía y petróleo.
Y es precisamente esa la intención, repetida el lunes en rueda de prensa por el primer ministro Draghi y por el Ministro de Transición ecológica: llegar al horizonte de finales de 2024 habiendo superado la dependencia energética de Rusia, o, lo que es lo mismo, habiendo sustituido los 29 mil millones de metros cúbicos de gas que se compran al Kremlin. Esta medida se engloba en un decreto que responde a una estrategia unitaria orientada siempre a la independencia energética y que pretende dibujar un nuevo horizonte en el uso de la energía en Italia donde el ahorro será también clave.