Mejra Djogaz, viuda de Srebrenica: "La vida se detuvo hace 25 años"
Más de 8.000 musulmanes bosnios fueron ejecutados en Srebrenica en julio de 1995
Cascos azules holandeses protegían el enclave musulmán, considerado un "refugio seguro"
Fátima Mujic reza todos los días por su marido y sus tres hijos, asesinados en el peor genocidio en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Los cuatro fueron ejecutados por soldados del Ejército serbobosnio junto a otros 8.000 bosnios musulmanes en Srebrenica, una zona protegida por la ONU, poco antes del fin de la guerra de Bosnia (1992-1995).
Desde su casa de Ljesevo, un pueblo cercano a Sarajevo, la capital de Bosnia, Fatima recuerda a AFP la última vez que los vio. "Mi hijo menor, Nufik, de 16 años, se aferró a mí y me dijo: 'Mamá, no me dejes'. Le acaricié el pelo rizado y le dije 'no te dejaré'. Se lo llevaron, los seguí. No sé si me golpearon, pero no recuerdo nada más".
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Un cuarto de siglo después de aquella masacre todavía vive con la esperanza de recibir "la llamada" que le anuncie que han encontrado los restos de su hijo mayor, Refik. Los de su marido y sus otros dos hijos fueron localizados en fosas comunes y enterrados hace una década en el Centro Memorial de Potocari, en Srebrenica.
Los guardianes de Potocari
Nurija Mehmedovic vive al lado de ese centro conmemorativo donde descansan los restos de más de 6.000 víctimas de aquella matanza. Desde su ventana puede ver las lápidas blancas del cementerio en el que están enterrados su padre y uno de sus hermanos. "Mi madre, mi hermana, otros tres hermanos y yo nos fuimos en un convoy el día después de la caída de Srebrenica. Mi padre y mis tres hermanos huyeron por el bosque", recuerda Mehmedovic, que entonces tenía 12 años.
"Dos de mis hermanos pudieron escapar, pero mi padre y mi otro hermano, no. Fueron asesinados. Encontramos sus restos mortales en una fosa común", cuenta en el patio de su casa a la agencia EFE. "Para mí, es un lugar sagrado. Los que hemos regresado para vivir aquí y no tenemos planes de irnos somos los guardianes de Potocari".
La vida "se detuvo" en julio de 1995
Todas las mañanas cuando Mejra Djogaz, de 71 años, sale a regar las flores de su patio ve miles de lápidas blancas que se despliegan en hileras rectas en el monumento conmemorativo. Allí están enterrados sus dos hijos Omer, de 19 años, y Munib, de 21. "Ya no tengo una razón para vivir. Cuido las flores para no volverme loca", cuenta Mejra.
Su tercer hijo, Zuhdija, que tenía 20 años, y su esposo Mustafa , fueron asesinados en la guerra durante un asedio de Srebrenica en 1992 . Ella decidió pasar el resto de sus días en el lugar donde su vida "se detuvo" hace ahora 25 años. "Mis hijos no hicieron daño a nadie, no se interpusieron en el camino de una hormiga. Solo me pregunto por qué mataron a mis hijos. Eran nuestros vecinos", lamenta Djogaz.
En este aniversario por la pandemia de coronavirus casi todos los actos de conmemoración se celebrarán de forma virtual. El único que se ha mantenido es la tradicional Marcha por la Paz a la que asistirán una decena de supervivientes en vez de a los miles de vecinos que acudían todos los años.
Zona protegida bajo mando holandés
Este sábado se conmemora un cuarto de siglo de la masacre en Srebrenica, una ciudad multiétnica en el este de Bosnia. Hoy tiene 13.000 habitantes, un tercio de la población que hace 25 años. Dave Maat, de 44 años, tenía 19 cuando se sumó a los 600 militares holandeses que, bajo la bandera de Naciones Unidas, debían proteger a los civiles musulmanes del asedio de las tropas serbobosnias en 1995.
"No quiero volver a pasar por eso, no quiero contar la historia de nuevo. He conseguido, no superarlo, pero sí convivir con el recuerdo de esa tragedia. Una vez que me pongo a recordar aquello, se me hace muy duro, lo paso muy mal, lo siento", dice Maat. Los cascos azules consideraron que al no contar con ningún tipo de apoyo aéreo, esa desprotección facilitó o motivó el baño de sangre en Srebrenica. No estaban lo suficientemente armados para combatir a los hombres del general Ratko Mladic.
Los responsables de la matanza
Mladic fue el principal responsable de la matanza. El que fuera jefe militar serbobosnio no fue condenado por sus crímenes hasta 2017, cuando la justicia internacional le sentenció a cadena perpetua por ésta y otras atrocidades cometidas durante la guerra. El año pasado, el líder político Radovan Karazdic también fue sentenciado de por vida por el genocidio de Srebrenica, también entre otros crímenes.
El enfrentamiento entre musulmanes, serbios y croatas de Bosnia fue la más sangrienta de las guerras de desintegración de la antigua Yugoslavia, que dejó unos 100.000 muertos y cientos de miles de heridos y desplazados. La guerra es un recuerdo lejano para otros muchos habitantes de un país que ha logrado volver a convivir en paz. Pero la paz interior, la de Fátima Mújic, pasa por encontrar los restos de su hijo... Quedan por localizar los restos de más de 1.000 víctimas de aquella matanza en el corazón de Europa.