Se acaba el tiempo. De no actuar, el mundo de hielo seguirá cayendo. Porque el hielo de la Patagonia se rompe con mucha más frecuencia de la deseada por los científicos. Desde el aire avistan las consecuencias del calentamiento global. Y no son palabras. Son hechos. Como el pedazo de hielo separado del glaciar Grey en el Parque Nacional Torres del Paine en Chile. 208 kilométros cuadrados, un trozo pequeño comparado con una mole de 12.000. Pero un temor para los expertos. Alertan de que esas fracturas sean una señal. De que el hielo azul se esté derritiendo por el cambio climático. En los dos últimos años ha ocurrido demasiadas veces. Temor a que siga cayendo por el deshielo. Temor a que los gobiernos no actúen. Temor a que esta belleza desaparezca y suba el nivel de los mares.