Consejo Europeo: descoordinación sanitaria, unidad frente a Rusia y bronca por los precios de la electricidad
La última cumbre del año acaba con los vetos checo y polaco a las conclusiones sobre energía
Bruselas cerró 2021 con una cumbre mustia, que empezó mostrando las costuras de la descoordinación sanitaria de los 27 y acabó con una bronca y hasta un malentendido sobre la crisis de los precios de la energía. Con poco más de 200 periodistas cuando lo normal es superar los 1.000 y con las delegaciones nacionales reducidas al mínimo, la amenaza de la nueva variante Omicron coge a los 27 casi tan descoordinados como el año pasado.
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Los dirigentes nacionales prometieron anoche coordinar sus medidas pero la promesa ya no valía nada porque algunos ya habían tomado decisiones unilaterales en los últimos días. La sensación entre los diplomáticos es que se repiten errores de 2020, de cuando cada uno hizo la guerra al virus por su cuenta y que lo pagará la libre circulación de los ciudadanos y, si no tienen cuidado, el funcionamiento del mercado interior.
No hubo apenas acuerdos
No sobre una eventual vacunación obligatoria a nivel europeo que había alentado la Comisión Europea desde que Alemania anunció que la aprobará a partir de enero. Tampoco sobre la duración del certificado covid europeo o de si será necesaria una tercera dosis para conservarlo. El próximo miércoles la Comisión Europea presentará una propuesta para que dure ocho meses después de la fecha de la pauta completa de la vacunación (el día de la segunda dosis o el de la dosis única en el caso de la vacuna de Janssen). Pero será una recomendación que los gobiernos podrán seguir o no.
Varios gobiernos han ido tomando en los últimos días, contra las recomendaciones de la Comisión Europea, medidas unilaterales para controlar la propagación de la nueva variante del virus. El certificado covid europeo, que en teoría permite a todos los vacunados moverse libremente por el continente, empieza a ser papel mojado después de que Italia, Grecia, Irlanda y Portugal ya pidan un test PCR negativo para entrar en su territorio.
El Gobierno italiano respondió a las críticas por haber introducido la obligación de presentar PCR para los viajeros europeos que lleguen a Italia a pesar de estar vacunados. Su primer ministro Mario Draghi lo justificó diciendo que Italia suma más de 135.000 muertos por covid. El resto de los dirigentes, según fuentes comunitarias, mantuvo silencio.
Los gobiernos europeos saben que las competencias de salud pública son esencialmente nacionales pero también saben que deben coordinarse porque de lo contrario, como ocurrió en la primera oleada, ponen en problemas el funcionamiento del mercado interior y eso supone daño económico.
La Agencia Europea de Prevención y Control de Enfermedades puso el miércoles sobre la mesa un informe alarmante que los líderes estudiaron este jueves: “En la situación actual la vacunación por sí sola no nos permitirá prevenir el impacto de la nueva variante Omicron porque no habrá tiempo para cerrar las brechas de vacunación todavía existentes. Es urgente la toma de medidas para reducir la transmisión y aliviar la carga que pesa sobre los sistemas de salud y proteger durante los próximos meses a los más vulnerables”.
Bronca sobre energía
Si el debate sobre la nueva variante Omicron acabó en apenas dos horas, el de los precios de la energía desató la bronca y terminó como el rosario de la aurora. España, Italia, Francia, Polonia, Rumanía, Grecia, Chequia creen que hay tomar medidas en el mercado europeo de la electricidad. Alemania, Bélgica, Países Bajos, los escandinavos, los bálticos creen que no porque estiman que se trata de un problema coyuntural y pasajero. La Comisión Europea está con este último grupo.
Sánchez y Draghi lideraron anoche el campo de los que exigen que se tomen medidas de calado porque los parches puestos hasta ahora no funcionan a la vista de la continua escalada del precio del megavatio. Creen que el sistema de formación de precios –que establece que el precio de la energía más cara usada casa día es el precio de toda- no refleja la realidad del mercado.
La bronca iba por esos carriles cuando los checos exigieron que la energía nuclear entrara en la taxonomía, las energías que la Comisión Europea debe considerar “no dañinas para el medio ambiente”. Sacaban así los pies del tiesto porque el procedimiento debe salir de la Comisión Europea y ser aprobado por el Parlamento. Muchos eurodiputados reaccionaron airados. Ya puestos, los demás siguieron. Checos, polacos, húngaros, eslovacos, holandeses, franceses, suecos y rumanos exigieron a Von der Leyen que incluya la nuclear o el gas natural o las dos, según los intereses de cada país. Y querían que apareciera esa referencia en las conclusiones de la cumbre.
Alemania, Austria, Luxemburgo lo rechazaron. Tras horas de debate infructuoso sobre un tema en el que en principio los gobiernos no tienen competencias, poco después de medianoche el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, cerró la cumbre sin que se hubieran cerrado las conclusiones sobre energía. Chequia y Polonia no aceptaban ninguna conclusión que no hablara de la taxonomía. Michel explicó en conferencia de prensa que los líderes habían decidido en la cumbre de octubre tomar alguna decisión sobre energía en esta cumbre. Fue imposible.
El presidente Sánchez explicó en rueda de prensa que había pedido a la Comisión informes más detallados sobre el funcionamiento del mercado europeo de electricidad y sobre la subida de precios pero que el debate se terminó mezclando con la taxonomía y acabó sin conclusiones. Fuentes comunitarias recordaban que España, que produce ya casi la mitad de sus necesidades energéticas con fuentes renovables, está pagando un megavatio más caro que nunca porque el sistema le obliga a fijar el precio final en función del gas. Sánchez recordó que el miércoles la Comisión dio su visto bueno a las compras conjuntas de gas y a la creación de reservas estratégicas que había pedido España.
Mientras, Chequia o Polonia creen que el gas no está así de caro por un problema de demanda y oferta o por las políticas rusas sino por el precio de la emisión de carbono, algo que la Comisión Europea sigue rechazando. Alemania y Francia mantienen posturas diferentes en la taxonomía, pero el alemán dijo anoche que es “un tema pequeño en un debate más amplio” y el francés aceptó en público que “la energía nuclear no es equiparable a las renovables pero tampoco es como el carbón”. Ese es la semilla de un compromiso para que la próxima semana la Comisión Europea incluya tanto el gas natural como la nuclear en la taxonomía pero no de forma definitiva sino temporal, como energías puente hasta que las renovables sean capaces de asumir todo el peso necesario.
Advertencia a Rusia
Donde hubo acuerdo más rápido fue en las relaciones con Rusia. La Unión Europea exige que Rusia “desescale las tensiones provocadas por su despliegue militar en la frontera con Ucrania y su retórica agresiva”. Los europeos aseguran que Ucrania tiene todo su apoyo y advierten a Moscú: “Cualquier otra agresión militar contra Ucrania tendrá masivas consecuencias y severos costes como respuesta”.
Europa no cierra todas las puertas al diálogo. El documento de conclusiones de la cumbre anima a seguir “con los esfuerzos diplomáticos y apoya el formato Normandía para conseguir la implementación completa de los acuerdos de Minsk”. Ese formato incluye negociaciones con la participación de Ucrania, Rusia, Alemania y Francia. Los acuerdos de Minsk, que nunca se aplicaron, intentaron pacificar la región del sureste ucraniano levantada en armas, con apoyo ruso, contra la capital Kiev.
El alemán Olaf Scholz y el francés Emmanuel Macron cerraban al cierre de esta edición la cumbre con una conferencia de prensa conjunta en la que aseguraban que están trabajando para que haya una oportunidad de diálogo con el presidente ruso Vladimir Putin. Fuentes comunitarias repiten que Europa quiere “desescalar” la situación de tensión y evitar que se cumpla el vaticinio de los servicios secretos estadounidenses, que estiman que Moscú lanzará un ataque contra Ucrania tan pronto como en enero.
Inflación temporal
Los dirigentes tuvieron un momento para escuchar a la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, y al presidente del Eurogrupo, Paschal Donohoe. La francesa les contó sus últimas medidas en política monetaria: no subirá por ahora los tipos de interés y aunque reducirá hasta terminarlo en marzo el programa de compra de deuda extraordinario que lanzó al arrancar la pandemia, lo compensará aumentando las compras del programa general.
Donohoe les contó que la Eurozona recuperó ya su PIB tras siete trimestres de crisis, cuatro veces más rápido que en la anterior crisis. Malas lenguas decían anoche que eso probaba, una vez más, lo desastrosa que fue la gestión de la crisis que estalló en 2008 y que se arrastró en Europa más de un lustro.