Sin descanso en busca de supervivientes bajo los escombros
Gritan oxígeno, piden collarines, camillas, todo es poco para arropar el dolor que escuece aquí, donde han muerto decenas de niños y se ha convertido en el corazón de la tragedia.
“Urgen equipos médicos, urgen collarines, urgen camillas”
Llegan los tubos para abrirse paso entre los escombros y llegar a los menores aún atrapados.
La actividad es frenética, un ejército de voluntarios que se mueve deprisa, el trabajo contra reloj y muy delicado.
“No puedes utilizar maquinaria porque al utilizar maquinaria provocas vibraciones y eso puede provocar un colapso”
De pronto se alzan los puños y se alza un silencio casi sagrado, “la palma abierta es todos quietos, el puño cerrado es mantener silencio”
Cada vez que sacan a un niño el aplauso anuncia el milagro y lo mismo para ellos, para quien lo hace posible.