El covid y la atención sanitaria del país, la desigualdad racial, el cambio climático y las políticas migratorias serán los principales desafíos sociales a los que se tendrá que enfrentar la administración Biden desde sus primeros días en el cargo. Y es que los más de 300.000 muertos por la pandemia, las revueltas étnicas de los últimos meses, la salida de Estados Unidos del Acuerdo del clima de París y la separación de los niños migrantes de sus padres en la frontera con México son solo algunas de las graves consecuencias que ya afronta el país.

Para combatir esta situación, Joe Biden ya anunció en su programa electoral que afrontaría estos temas con una fuerte inversión económica y desarrollando esfuerzos colaborativos. En los últimos días, además, su administración ha concretado medidas que en algunos casos obligarán incluso a deshacer algunas de las políticas de su antecesor, Donald Trump.

El reto más inminente es controlar la pandemia que asola el mundo, en general, y de manera especialmente virulenta a los Estados Unidos. Por ello los demócratas se proponen ofrecer test gratuitos a la población y la contratación de decenas de miles de personas para poner en marcha un programa nacional de rastreo.

Además, como informa la BBC acerca de la preocupante situación en el país, Biden pretende crear unos 10 centros de diagnóstico en cada estado, financiados con recursos federales, y establecer de forma obligatoria el uso de mascarillas, que han sido rechazadas por una parte importante de la población, especialmente entre los seguidores de Trump.

Además, Biden está decidido a recuperar el sistema de seguros públicos de salud que ya fue aprobado en la era Obama, en la que él era vicepresidente. Con ello intentará garantizar la cobertura médica de un 97% de la población, en un país que ya solo en 2018 había aumentado en dos millones el número de personas sin cobertura con respecto al año anterior. Esta cifra ha seguido creciendo en los últimos años por las políticas restrictivas impuestas por el anterior mandatario y la crisis económica que ha provocado la pandemia, ya que muchas personas, al perder su puesto de trabajo, han perdido también su seguro médico. Este nuevo plan sanitario supondrá unos 2’25 billones de dólares que tendrán que ser implementados a lo largo de los próximos diez años.

Los últimos meses, que han sido especialmente convulsos por las revueltas de todo tipo, han estado también marcados por los disturbios raciales que han tenido lugar en numerosos sitios de la geografía de los Estados Unidos. El fallecimiento de George Floyd, a manos de un policía blanco, desató una serie de tumultos a lo largo del país que no se veían desde la lucha por los derechos civiles en los años 60.

Todo ello llevó al reconocimiento explícito de la existencia del racismo en estados Unidos, por parte de Joe Biden, que además se ha puesto como objetivo contribuir con sus políticas a la desaparición de la desigualdad racial. Para conseguirlo ha anunciado, entre otras medidas, un apoyo de 30.000 millones de dólares a los negocios propiedad de aquellos que forman parte de ciertas minorías y una apuesta por los programas de ayudas a los estados para reducir la población reclusa, lo que supondrá otros 20.000 millones. No hay que olvidar que Estados unidos tiene el mayor número de personas presas en el mundo, 655 de cada 100.000 habitantes, siendo una parte importante de ellos afroamericanos.

Biden se ha convertido en un adalid en la lucha por la mitigación del cambio climático. Es uno de los principales puntos de su programa de gobierno y está decidido a reincorporar al país al acuerdo del Clima de París, del que Trump se retiró. Con ello Estados Unidos retomaría el compromiso de reducción de gases de efecto invernadero en un 28% por debajo de las de 2005 (en el plazo de varios años).

Con una inversión de 1’7 billones de dólares el demócrata espera además desarrollar un paquete de medidas que liguen empleo y medio ambiente. Como señaló en el debate presidencial celebrado el pasado 22 de octubre en Nashville (Tennessee), “el cambio climático y el calentamiento global son una amenaza existencial para la humanidad” y su plan, que ha sido “aprobado por los principales grupos ambientales”, daría lugar a “millones de nuevos empleos bien remunerados” impulsando, al mismo tiempo, la transición de la industria petrolera hacia fuentes de energía más limpias y renovables.

También en materia de inmigración el presidente electo ha presentado un plan que, en sus primeros 100 días de mandato, revertirá de forma rápida las restrictivas políticas existentes hasta ahora, aunque la implementación de las reformas llevará más tiempo. Como dijo en el pasado mes de junio, enviará un proyecto de ley al Congreso con el fin de establecer “una hoja de ruta clara hacia la ciudadanía” para los once millones de personas que viven de forma ilegal en el país.

Además se establecerá, según Reuters, una protección permanente para los dreamers, jóvenes migrantes llegados en la infancia y revertirá la anterior política establecida por Trump en la que los hijos menores de edad pueden ser separados de sus padres en la frontera.

Una ardua tarea para empezar un nuevo mandato que comenzará el próximo miércoles, en cuanto la administración Biden-Harris asuma el poder, bajo las medidas de seguridad más importantes que se recuerdan en muchos años.