La espectacularidad de un fenómeno natural está llevando a cientos de personas a acercarse a un volcán que lleva activo una semana en Islandia. Turistas, fotógrafos y científicos peregrinan hasta el lugar sin que el humo y la lava les disuadan. Incluso hay agencias turísticas que están organizando viajes a pesar del peligro que supone.
Normalmente, una erupción volcánica provoca estampidas humanas, protagonizadas por quienes viven en sus alrededores, que huyen como posesos de humo y la lava. En Islandia es al revés. En un país poco habituado a las multitudes, una romería de curiosos está acudiendo estos días ante este volcán
Atraídos por el poderoso influjo de la lava, buscan la foto para la historia o simplemente se pasan las horas muertas observando el espectáculo. Tras un largo y oscuro invierno, y meses de restricciones por la pandemia, muchos ven la ocasión como un pretexto para evocar un festival veraniego.
Reconocen que todo esto es difícil de entender, y que puede parecer una locura. Pero lo cierto es que cada día son más lo que se suman más a este peregrinaje, hasta el punto de que en Islandia, con una densidad de población de las más bajas del planeta, ya están sufriendo lo que cada mañana ocurre en cualquier gran urbe. Los atascos también han llegado al fin del mundo.
El espectáculo de lava del volcán islandés Fagradalsfjall ha sido captado como un foco brillante comparable al de una zona urbana en una imagen nocturna desde el espacio.
El 21 de marzo de 2021, el satélite Suomi NPP de la NASA/NOAA adquirió una vista nocturna del oeste de Islandia a través de una fina capa de nubes. La capital Reykjavik y otras ciudades aparecen como puntos brillantes en la imagen. La erupción aparece como un nuevo parche de luz en la parte suroeste de la isla. A modo de comparación, la imagen de la izquierda muestra la misma área unos días antes de la erupción.
Las imágenes se adquirieron con la banda día-noche del instrumento VIIRS (Visible Infrared Imaging Radiometer Suite), que detecta la luz en un rango de longitudes de onda desde el verde al infrarrojo cercano y utiliza técnicas de filtrado para observar señales débiles como incendios, luces eléctricas, etc. y el resplandor que emite la lava.
La lava brotó de una fisura que inicialmente tenía entre 500 y 700 metros de largo. Sucesivamente acumuló y luego rompió montículos de lava enfriada llamados conos de salpicaduras, informa el NASA Earth Observatory en un comunicado.