El “cueste lo que cueste” de Matteo Renzi
El ex primer ministro ha pilotado la llegada de Mario Draghi
Es la tercera operación negociadora en la que logra modificar un Gobierno
Cuando una frase pasa a la historia corre el riesgo de terminar perdiendo su significado. Esta semana a ninguna crónica desde Italia le falta un bonito "whatever it takes", que además se escribe en inglés y luce mejor. La famosa cita la pronunció Mario Draghi desde la sede del BCE en 2012, antes de inyectar una avalancha monetaria en la deprimida economía de la eurozona. Venía a decir que haría lo que fuese necesario, costara lo que costara. Y ahora el lugar común se le puede atribuir también a quien le ha traído hasta aquí, a Matteo Renzi.
El teléfono de Draghi ocupaba el primer lugar de la agenda de Renzi antes de abrir la crisis de Gobierno. Fue siempre su candidato favorito para encabezar el Gobierno. Si el ex presidente del BCE consigue los apoyos necesarios en el Parlamento, Renzi habrá completado su obra. Se trataría de la tercera jugada maestra en menos de tres años, desde las últimas elecciones.
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En 2018 el político florentino llevó al Partido Democrático (PD) al peor resultado de su historia, con un 18% de los votos. Dos años antes se vio obligado a dimitir como primer ministro tras perder un referéndum constitucional que él mismo promovió, pero se resistió a abandonar la secretaría general del partido. Tras los comicios, Renzi se negó a pactar con el Movimiento 5 Estrellas (M5E), con lo que empujó a estos a asociarse con la derecha radical de Matteo Salvini. Ambos formaron un Gobierno nacionalista, euroescéptico y populista.
El experimento no salió demasiado bien. Las tensiones con la UE llegaron a un punto crítico. Salvini devoraba a sus socios y en el verano de 2019 intentó romper el pacto para llevar el país a elecciones e imponer la mayoría que le otorgaban las encuestas. Renzi, senador y todavía con enorme peso en el PD, le hizo creer que mantendría su veto al M5E. Pero cuando se materializó la ruptura, el florentino dio un nuevo golpe de timón y negoció con Beppe Grillo, fundador del Cinco Estrellas, un nuevo Gobierno.
Salvini había quedado fuera de juego. El Ejecutivo quedaba en manos de socialdemocrátas y ‘grillinos’. Giuseppe Conte, respaldado por Grillo, se mantuvo al frente para calmar a un amplio sector del M5E que no aceptaba una alianza con el PD, símbolo absoluto del ‘establishment’. Pero Renzi siempre vio a Conte como un remiendo. El senador abandonó el PD, formó su pequeño partido centrista Italia Viva y ofreció su apoyo siempre condicionado.
Draghi en todas las quinielas
La explosión estaba programada. Renzi exhibió aires de superioridad moral, no toleró nunca que un elemento ajeno -Conte era abogado, no político- ocupara el Palacio Chigi y se dedicó a hacer oposición interna al Gobierno. Intentó derribarlo en febrero del año pasado, pero llegó la pandemia. Ya entonces empezó a sonar el nombre de Draghi. Faltaba que maduraran los tiempos y una justificación. El Gobierno italiano logró que su país fuese el primer beneficiario de los fondos de recuperación europeos, con 209.000 millones, y curiosamente ese trofeo se convirtió en la daga con la que Renzi ha apuñalado a Conte.
Cuando el dinero llegue, Draghi será un hombre de la total confianza de Bruselas, el señor a quien le puedes dejar tranquilo la cartera. Pero el Ejecutivo de Conte había dejado atrás todo rastro de euroescepticismo. De hecho, el alegato del abogado para conseguir los apoyos que le faltaban se centró en el europeísmo. Italia Viva mantuvo la ficción de que estaba dispuesta a negociar con sus antiguos socios hasta el final. Si bien, a última hora se levantó de la mesa para que al presidente de la República, Sergio Mattarella, no le quedara más remedio que llamar a Draghi, con quien ya se había puesto en contacto los días previos.
El economista era el mejor. Quién vería con malos ojos una operación así, pensó Matteo Renzi, consciente de que el Ejecutivo anterior gozaba de una alta popularidad y de que los italianos no estaban entendiendo lo que pasaba. El político florentino repite una vez más su estrategia. Si tras el error fatal de Salvini, recorrió todos los platós de televisión presumiendo de sus artes embaucadoras, ahora ya ha iniciado una gira por medios internacionales, en los que asegura que “Draghi is the best, the best, the best”. Como el presidente del equipo de fútbol que acaba de fichar a una estrella.
¿Qué consigue Renzi?
Con una popularidad cercana al 10% y una estimación de voto por debajo del 3%, Renzi no tiene ninguna razón para agradar a la opinión pública. Al revés, ha entendido su rol y disfruta viéndose como la mano oculta que mueve los hilos pese al cabreo de sus detractores, que son muchos. La pregunta clave es, ¿qué consigue Matteo Renzi con todo esto, además de elevar su testosterona?
Pues, en primer lugar, ha logrado desarbolar a sus principales antagonistas. Empezando por Conte, ese intruso en el asiento del primer ministro. Y con él, al Movimiento 5 Estrellas, que se encuentra dividido ante la tesitura de apoyar un Gobierno comandado por un tecnócrata o volver a la oposición pese a ser el partido con mayor representación parlamentaria. La primera opción conlleva seguir tocando poder, aunque muy difuminado; y, la segunda, regresar a su naturaleza de partido contestatario. El riesgo de escisión existe.
Pero además también crea una grieta entre la oposición derechista, que se presenta como un bloque de tres partidos. El más moderado, Forza Italia de Silvio Berlusconi, parece inclinarse por votar a favor. Mientras que la Liga de Matteo Salvini y Hermanos de Italia de Giorgia Meloni, de posiciones radicales, se debaten entre negarse a seguir los dictados de un economista o favorecer la investidura y presentarse como responsables. En los últimos tiempos ambos han tratado de demostrar que son “derecha de Gobierno” y esto los coloca en una posición difícil. De momento, los tres partidos, que hasta ahora habían acudido unidos a las consultas, lo harán ante Draghi por separado. La coalición se resquebraja.
“Si la mayoría de Gobierno se amplía, el partido de Renzi perderá peso político. Conseguirá lo que quería, pero es difícil prever cómo capitalizará el resultado”, opina Lorenzo Pregliasco, fundador de Youtrend. Esa es la última incógnita, conocer qué obtendrá en lo personal Matteo Renzi de todo esto. Sus aspiraciones no están en la política doméstica, donde su partido puede que ni obtenga representación parlamentaria en las próximas elecciones, sino en las instituciones internacionales. Preferiblemente en la OTAN.
Renzi ya ha ganado esta partida. En cuanto a tacticismo, minutos de cámara e influencia. Con Draghi en el Gobierno y un gabinete en el que pueden entrar otros partidos, habrá más gente que le deba favores, también desde la derecha. “Es mejor ser temido que amado”, escribió Maquiavelo, de quien el político florentino se enorgullece de ser un moderno aprendiz.