Con cubículos de plástico individuales para jugar y mamparas para aislar cada pupitre. Así se han reincorporado muchos alumnos tailandeses a las clases en las últimas semanas. Tailandia reabrió sus colegios a primeros de julio tras meses de cierre y ha extremado las medidas para evitar infecciones de coronavirus, ya poco comunes.
El país es uno de los menos golpeados por la pandemia de covid-19. Hasta ahora ha registrado menos de 3400 casos y no llega a las 60 muertes, a pesar de tener 69 millones de habitantes. Además, lleva más de 70 días sin contagios locales.
Mr. Suriya dirige uno de los colegios del distrito de Khlong Toei, no muy lejos del centro de Bangkok. La escuela, asociada a un templo cercano, se encuentra en una barriada portuaria de la capital conocida por sus zonas de chabolas. “Antes de nada, ¿está usted de acuerdo con que yo proteja a mis estudiantes del coronavirus o no?”, pregunta el director con tono de hartazgo. La conversación no prosigue hasta que encuentra una respuesta afirmativa. Las imágenes de los alumnos del centro “encerrados” entre mamparas de plástico han causado cierto revuelo en los medios internacionales y las críticas han llegado a oídos de Mr. Suriya.
“Todos los colegios, al menos los de este distrito, lo están haciendo. Los alumnos están contentos, no tienen problemas en seguir las normas de prevención”, se defiende Suriya, que afirma que los estudiantes vienen ya concienciados de casa.
El director recuerda que las mamparas no son la única medida. “Mantenemos la distancia social, no solo en las clases, también en el comedor y en todas las actividades. También tomamos la temperatura a los niños y hemos instalado nuevos lavabos para que se laven las manos”, cuenta.
Antonio Luna es español y da clases en un colegio privado en el que no hay cubículos de plástico. Este profesor, sin embargo, sí ha tenido que adaptar sus clases a las circunstancias actuales. "No podemos hacer actividades en grupo con los niños ni sacarlos a la pizarra, tienen que estar sentados en su pupitre. Algunos no han podido volver al país, por lo que damos clases virtuales", cuenta.
Pero Antonio ve a niños y padres más relajados. "Tampoco hay mucha preocupación ya, llevamos tiempo sin casos y la gente está tranquila", afirma.
El Ministerio de Educación tailandés permitió a partir de este jueves a los colegios recuperar sus horarios normales por primera vez en este semestre. Desde que reabrieron en julio y hasta ahora, los centros tenían que dividir las clases para reducir el número de niños y los grupos de alumnos acudían al colegio en días alternos. Aun así, el resto de medidas de seguridad se mantiene. Además, ahora los estudiantes deben apuntar cada sitio al que van después de las clases y entregar un informe a sus profesores al día siguiente.
El ministro de Educación, Nataphol Teepsuwan, ya ha advertido que, en caso de que haya una segunda ola de coronavirus, las escuelas retrocederán a la nueva normalidad de las últimas semanas.
Tailandia ha conseguido mantener a raya la covid-19, pese a que en enero las cosas no pintaban demasiado bien. El reino fue el segundo estado del mundo, tras China, en detectar infectados y su estrecha relación con el gigante asiático, del que recibió 11 de los 39 millones de turistas que visitaron el país en 2019, parecía hacerlo especialmente vulnerable.
Sin embargo, el confinamiento establecido en marzo ha acabado con la transmisión local del coronavirus y, de momento, todos sus nuevos casos registrados son importados, en su mayoría ciudadanos tailandeses que vuelven de países más afectados.
El amplio uso de mascarillas o la costumbre local de evitar el contacto físico al saludarse pueden ser algunas de las razones del éxito del país en la lucha contra la enfermedad, un logro que los científicos tratan todavía de descifrar. Aunque Tailandia no es el único caso. Sus vecinos en la cuenca del río Mekong -Myanmar, Camboya, Vietnam y Laos- tampoco tienen apenas contagios.
La economía tailandesa sí ha recibido un duro golpe. El Banco Mundial calcula que su PIB se contraerá un 5 % este año, una de las mayores caídas de Asia, que el Banco de Tailandia eleva hasta el 8,1 %. El toque de queda nocturno, la clausura de negocios y, sobre todo, el cierre de fronteras han reducido el consumo en un país donde el turismo internacional y las exportaciones son las bases de su modelo de desarrollo.
Esto ha tenido un fuerte impacto en las clases medias y bajas. Según el BM, el número de personas que viven en la pobreza en Tailandia se ha duplicado en los últimos meses: ya son casi 10 millones en comparación con los 4,7 de enero.