Si ha habido un modelo exitoso en la respuesta a la pandemia de coronavirus que ha asolado al planeta dejando hasta ahora 338.000 muertos y 5,2 millones de contagios ese es el de los países nórdicos, que han albergado una porción insignificante de esas víctimas. Son países que combinan altos niveles de riqueza,salud y educación, pero también implementaron distintas formas de confinamiento. Así, Suecia no decretó una cuarentena general, a diferencia de, por ejemplo, Noruega. El resultado para la primera fue de 32.000 casos positivos y 3.800 muertos. Mientras que Noruega, con la que comparte frontera, apenas supera los 8.300 casos y los 235 decesos.
La conclusión parece obvia. El modelo sueco dejó desprotegida a la población y favoreció la multiplicación de los contagios. El noruego, al parecer mucho más estricto, permitió salvar miles de vidas. Sin embargo, Camilla Stoltenberg, directora del Instituto de Salud Pública del país escandinavo, no considera que hubiera grandes diferencias entre ambos planes y explica en una entrevista con Infobae las claves del éxito del modelo noruego.
"No es cuarentena sí o no. Si se compara la respuesta noruega con la de Francia y otros países, no hemos tenido un confinamiento como el de ellos. Aquí ha sido mucho más relajado. Cualquiera puede salir en cualquier momento, se puede ir a caminar o a correr y las tiendas han estado abiertas todo el tiempo", explica Stoltenberg, para quien Suecia tampoco eligió un camino muy distinto. La gran ventaja sueca era que allí no tenían problemas de capacidad en sus hospitales. "Nosotros evaluamos que fácilmente podíamos tenerlos, y necesitábamos tiempo para ampliar la capacidad y atender al público que requiriera hospitalización", razona.
Stoltenberg apunta a otro tipo de causas para explicar el por qué de la diferencia de cifras de muertos entre unas zonas y otras, más allá de la respuesta de cada país: "Si me preguntan cuál sería mi hipótesis apuntaría tanto a diferencias socioeconómicas como a otros desórdenes, como obesidad o enfermedades cardiovasculares. Esas afecciones subyacentes hacen que las personas sean mucho más vulnerables a sufrir un COVID-19 grave. Eso es definitivamente importante cuando se observa quiénes fueron los más afectados por esta primera ola".
"En relación a otros factores como quién desarrolla inmunidad, creo que la genética juega un rol sustantivo, pero no lo sabemos aún; es apenas una hipótesis basada en su importancia en otras enfermedades infecciosas. También podríamos mencionar la aglomeración, es decir, cómo vive la gente. Si muchas personas viven en hogares pequeños, eso será muy importante. Tiene que ver con los factores socioeconómicos, como la urbanización, pero no es solo eso", argumenta la experta.
Respecto a la posibilidad de mantener las cifras tan bajas que exhibe Noruega en el futuro próximo, Stoltenberg cree que"habrá más infecciones y más muertes, pero que no necesariamente van a ser muy elevadas. Pensamos que si hay un foco ahora somos capaces de detectarlo en una fase temprana. Pero está por verse si nuestros sistemas de monitoreo son sensibles y si la población es lo suficientemente consciente como para seguir comportándose de una manera en la que se proteja a sí misma aunque ahora pueda tener una vida más normal".
Stoltenberg no se pronunció en su momento a favor de cerrar las escuelas y jardines e incluso sugirió que su cierre podría haber tenido consecuencias incluso más negativas que mantenerlas abiertas. La experta se explica: "Cuando las medidas de confinamiento se prolongan en el tiempo, creo que hay algo que tiene que ver con el comportamiento de los niños que es muy difícil de monitorear, y por lo que probablemente sea menos ventajoso para reducir la propagación del virus que estén en la casa a que estén en la escuela, con medidas tomadas para reducir los contagios y con mayor control de su comportamiento".
En cuanto a la discutida posibilidad de alcanzar la inmunidad de rebaño, Stoltenberg apunta que "no es una meta de Noruega", y no cree que ningún país se lo haya propuesto como objetivo. "Sí es interesante pensar si podríamos lograr la inmunidad de rebaño porque, eventualmente, si no logramos desarrollar la vacuna, será importante a largo plazo tratar de obtenerla. Todo tipo de inmunidad en la población es importante. Pero incluso aunque no alcancemos la inmunidad del rebaño, que es sustancialmente lo que podría detener la propagación del virus, la inmunidad poblacional que tengamos influenciará la transmisión del virus de forma proporcional, aunque ésta sea de un 10% o un 20 por ciento. La reproducción del virus es proporcional al número de personas que es susceptible a la enfermedad, y es bueno que haya más gente que no sea susceptible", reflexiona.
A la hora de aconsejar a otros países como emprender la reapertura, Stoltenberg cree que todo depende de las circunstancias de cada uno, pero se atreve a recomendar "que haya un debate abierto, libre y público para evaluar las consecuencias de las medidas. Yo diría que no sólo hay que enfocarse en la infección, sino que también tiene que ser parte de la discusión el tema de los efectos de las medidas de confinamiento. Hay que avanzar con esos debates y considerar seriamente formas alternativas de lidiar con la enfermedad, para que las consecuencias socioeconómicas no sean tales que las desigualdades se incrementen y haya mayor crisis social, además de proteger la economía.