Van vestidos de amarillo y de azul, a rayas, también con alguna franja roja y son el ejército más pequeño del mundo. A veces lucen también un gran casco plateado con un plumaje rojo inconfundible. La Guardia Suiza se encarga de la seguridad del Vaticano y su presencia, además de generar mucha expectación a los turistas, que en masa se acercan a hacerse fotos a su lado, se encargan de custodiar al Papa y a la curia y su historia, además de particular, tiene más de cinco siglos.
Cada 6 de mayo, sin faltar nunca a esa cita y ese día, juran los nuevos integrantes que pasan a formar parte a uno de los puestos a los que es más difícil acceder. Para entender su rol, y quiénes son, hay que remontarse a su historia. ¿Por qué Guardia Suiza?
Nos remontamos al año 1506 cuando el Papa Julio II solicitó que fuese la armada suiza, y no otra, la que viniese a formar parte del ejército que debería defenderlo. Pero… ¿Por qué tenía que venir sí o sí de Suiza? En aquel momento tenían la reputación de ser los mejores mercenarios de Europa, y aquel detalle de la nacionalidad se mantiene vigente hasta hoy.
De hecho la nacionalidad suiza es uno de los requisitos principales para poder formar parte de este cuartel tan particular, pero otros muchos detalles son aún más llamativos. Por ejemplo, tienes que ser hombre, están excluidas las mujeres, no puedes haberte casado y tienes que medir, al menos, 1,74 y tener una marcada buena forma física. A eso, además, le sumamos otros aspectos básicos como haber pasado el servicio militar o ser católico. Si consigues todo esto pasas a trabajar para defender al Papa y puedes vivir y casarte, solo a partir de los 25 años, dentro del territorio del Vaticano al que muy pocos pueden acceder.
Su papel ha ido cambiando con los años, los que antes habían sido señalados casi como mera decoración vaticana ahora desempeñan importantes funciones prácticas en el mantenimiento del orden y en la seguridad. Vigilan, por ejemplo, cada noche la puerta de la habitación donde se encuentra el papa Francisco durmiendo o lo acompañan en sus viajes nacionales e internacionales ofreciendo un apoyo a todo el gran sistema de seguridad que acompaña siempre al Pontífice. Dicen fuentes que conocen muy bien las entrañas del Vaticano que la buena relación con el actual pontífice hace que se generen imágenes tan tiernas como un desayuno compartido con el Papa tras haber custodiado su habitación toda la noche.
En una escena inicial de la película de Los dos Papas de Netflix, protagonizada por Anthony Hopkins y Jonathan Pryce, donde se cuenta el traspaso del papado de Benedicto XVI al de Papa Francisco que, aún siendo obispo, visita El Vaticano cuando el papado de Ratzinger se estaba agotando y se encuentra con los personajes de la Guardia Suiza. Con una ingenuidad encantadora le pregunta a un soldado cómo lavar un traje tan particular, sorprendido de la envergadura del uniforme. Y es que esa indumentaria tan famosa es de las cosas más sorprendentes de estos personajes. Se diseñó hace más de cien años y se confecciona a medida de cada uno de ellos. Los tres colores tienen una explicación: el amarillo representa el Vaticano, el rojo al Papa Clemente VII y el azul por el Papa Julio II y así se han mantenido todo este tiempo.
Hechos a medida para los poco más de cien que componen este pequeño ejército. Y es el tema del bajo número uno de los que más preocupa. Cada 6 de mayo al juramento del cargo asisten cada vez en menor número porque son siempre menos las solicitudes para alistarse. Este año juran 36 nuevos guardias, acompañados de sus padres y los hermanos y hermanas de los protagonistas y deberán permanecer al menos 26 meses en su puesto. El día elegido responde a una fecha muy destacada coincidiendo con el aniversario del Saqueo de Roma por las tropas de Carlos I de España ese mismo día de mayo de 1527 donde murieron 147 guardias defendiendo al Papa que los había elegido para protegerlo, Clemente VII.
La cantidad de requisitos que se necesitan para formar parte y la milenaria tradición que se mantiene casi intacta no atraen a muchos nuevos integrantes y eso preocupa al Vaticano. Es por eso que desde hace años se espera que próximamente, en el marco de las transformaciones en las que trabaja el Papa Francisco desde el inicio de su papado, en 2013, se introduzca la posibilidad de que, como en cualquier otro ejército, puedan alistarse también las mujeres. Ese será un gesto de renovación en el ejército más pequeño, más fotografiado y más peculiar del mundo.