La crisis de los unionistas amenaza con hacer caer al gobierno de Irlanda del Norte

  • Jeffrey Donaldson se convierte en el tercer líder del DUP en cincuenta días y se opone a la ley del gaélico que le exige el Sinn Féin para formar gobierno compartido

  • La crisis del DUP se debe a su error de cálculo de apoyar el Brexit y de creerse a Johnson cuando les dijo que el acuerdo con la UE no implicaba el traslado de la frontera al mar

  • Los republicanos del Sinn Féin, que piden un referéndum de reunificación de Irlanda son los favoritos si se adelantaran las elecciones en la provincia británica

La ratificación de Jeffrey Donaldson como nuevo líder del Partido Unionista del Ulster (DUP) es el último intento de los unionistas radicales norirlandeses para intentar recuperar el control de la provincia británica. Donaldson es el quinto líder del partido en sus cincuenta años de historia, el tercero en apenas cincuenta días. Su elección apacigua en cierto modo las aguas en el partido, pero no en la región. Y es que la crisis del DUP generada a partir del Brexit de Boris Johnson amenaza con hacer caer el gobierno compartido en la región y con romper la paz entre comunidades.

La crisis de los unionistas fue provocada por dos decisiones controvertidas. La primera fue dar apoyo al Brexit en 2016 ya que no calcularon las consecuencias que podría tener para la región. Como ya avisaron en la campaña del referéndum, el Brexit iba a suponer el distanciamiento entre Irlanda del Norte (provincia británica en el noreste de la isla de Irlanda) y la isla de Gran Bretaña. Los acuerdos de paz de 1998 requerían que no hubiera frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. O sea, que o Irlanda del Norte y Gran Bretaña se alineaban comercialmente con la Unión Europea (UE), algo que no iba a aceptar Johnson, o se trasladaba la frontera comercial a la costa que separa a las dos islas.

El segundo error del DUP fue confiar en Boris Johnson en noviembre de 2019 cuando les dijo que el acuerdo que había alcanzado con la UE no implicaba la alineación aduanera y comercial de la región con Irlanda y la UE ni el traslado de la frontera al mar. Para conseguir el acuerdo con Bruselas que garantizara el Brexit, Johnson sacrificó al DUP, entonces socios de gobierno, y aceptó el traslado de los controles a la costa, como refleja el Protocolo anexo al acuerdo del Brexit. De esta manera se aseguraba que podía cumplir la promesa del Brexit y ganar las elecciones. Les prometió a los unionistas que no pasaría lo que ha terminado pasando.

La ira de los lealistas

El pasado 1 de enero se consumó el Brexit y, según los acuerdos firmados por Johnson, empezaron los controles y el papeleo en la costa para productos principalmente alimenticios entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Empezaron a producirse problemas de suministro en los supermercados norirlandeses y los empresarios dijeron que el Brexit de Johnson era imposible de llevar a cabo en la región. Esto espoleó la ira de los lealistas que provocaron unos disturbios que hacía años que no veían en la región.

El lealismo es una corriente dentro de la ideología del unionismo que quiere evitar la reunificación de la isla de Irlanda a través de métodos en muchos casos violentos. Esto a su vez provocó que los grupos lealistas paramilitares de la región dejaran de reconocer los acuerdos de paz de 1998, los llamados acuerdos de Viernes Santo, que puso fin a treinta años de conflicto armado entre unionistas lealistas protestantes probritánicos y republicanos católicos proirlandeses que dejó un reguero de tres mil muertos. En el DUP se culpó a Arlene Foster, la líder del partido los últimos cinco años y ministra principal norirlandesa, por haber apostado por el Brexit y confiar en Johnson.

Las tensiones dentro del DUP explotaron cuando Foster decidió abstenerse en una votación en la Asamblea de Stormont (el parlamento de Irlanda del Norte) que prohibía las terapias a homosexuales. La mayoría del DUP se oponía a la prohibición. Esto provocó una revuelta interna que obligó a Foster a dimitir el 14 de mayo. Se convocaron unas primarias. Se impuso el radical religioso Edwin Poots sobre el moderado Jeffrey Donaldson. Poots es un creacionista evangelista que sostiene que la Tierra y los seres humanos fueron creados en seis días por la gracia de Dios hace seis mil años y también es un brexitero duro partidario de imponer la frontera con Irlanda.

La condición del Sinn Féin

Poots nombró a Paul Givan, creacionista y brexitero duro como él, como ministro principal. El gobierno de Irlanda del Norte es compartido entre los partidos que representan a las dos comunidades, según los acuerdos de paz. Los unionistas del DUP se impusieron en las últimas elecciones a los republicanos del Sinn Féin, brazo político del IRA. Foster era ministra principal y Michelle O’Neill, vicepresidenta del Sinn Féin, viceministra principal. Para aceptar a Givan como sucesor de Foster, el Sinn Féin debía votar a favor. El Sinn Féin puso como condición para reconocer a Givan que se aceptara una ley que protegiera la lengua irlandesa o gaélica y se la equiparara al inglés.

Esta era una línea roja entre los dos partidos, una vieja reivindicación republicana que nunca han aceptado los unionistas. Poots lo aceptó el 17 de junio, en el último minuto. El parlamento norirlandés aceptó a Givan como ministro principal con el voto a favor del Sinn Féin y el voto en contra de 24 de los 27 diputados del DUP, de su propio partido.Se produjo una nueva revuelta interna que hizo a caer a Edwin Poots como líder. Y ahora se ha elegido a Jeffrey Donaldson, único candidato, como líder del partido. Donaldson procede del ala moderada de la formación y ha declarado que quiere acabar con el Protocolo de Irlanda del Norte, algo que es legalmente imposible.

También deberá elegir a un nuevo ministro principal ya que el partido le ha pedido a Givan que dimita. Para que el Sinn Féin acepte un nuevo líder, éste deberá ratificar la ley del gaélico. Donaldson se opone a la ley.

Radicalización

Si no se forma gobierno, entonces pueden pasar dos cosas:

  1. Que se avancen las elecciones (previstas para mayo de 2022)
  2. Que el gobierno de Londres asuma el control de la región, algo que sería tremendamente impopular.

Las elecciones no convienen al DUP porque los sondeos dicen que por primera vez se impondría el Sinn Féin. En estos momentos el Sinn Féin recoge el 25% de la intención de voto y aventaja en 9 puntos al DUP, con el 16%. El DUP ha caído un 16%, el doble, desde el Brexit. El porcentaje que pierde el DUP se lo reparten los unionistas moderados del Partido Unionista del Úlster (UUP) y un nuevo partido ultraconservador protestante que se llama Voz Tradicional Unionista (TUV).

El TUV es una escisión nacionalista del DUP y está obligando endurecer su mensaje al DUP como Vox al PP en España o como el UKIP al Partido Conservador en Inglaterra, forzando el Brexit. El TUV ya acapara el 11% de la intención de voto. En cualquier caso, se impondrían los republicanos del Sinn Féin, que piden un referéndum de reunificación de la isla de Irlanda, una consulta contemplada en los acuerdos de paz, de la que nunca se habló antes del Brexit y que ahora defienden la mayoría de los norirlandeses. La situación se podría complicar en la provincia a partir de octubre.

La situación en la frontera, pese a las críticas, ha sido atenuada por los diversos periodos de gracia que la UE le ha dado al Reino Unido, minimizando los controles y los efectos del Brexit desde el 1 de enero. El primero fue de seis meses hasta el 30 de junio y el segundo, de tres meses, empezó este 1 de julio y terminará el 30 de septiembre. Johnson había amenazado con eliminar los controles de manera unilateral, incumpliendo el Protocolo. Pero a partir del 1 de octubre el Reino Unido estará obligado a implementar el Protocolo y los controles en su plenitud.

Las tensiones entre comunidades en la provincia se podrían recrudecer a partir del 12 de julio cuando empiezan los desfiles de los orangistas (protestantes unionistas) para conmemorar la victoria del rey Guillermo III de Orange en Irlanda en 1860 y que muchos católicos irlandeses interpretan como una provocación.