Hubo un tiempo en que los populistas estaban de enhorabuena. Veían crecer el apoyo popular a sus formaciones a medida que criticaban el establishment y sus políticas económicas tras la crisis financiera de 2008 y 2009 o ante situaciones humanitarias de excepción por la llegada de cientos de miles de refugiados a Europa. Pero esa dinámica, sin embargo, no funciona con la pandemia del SARS-CoV-2, el virus de la COVID-19.
“La percepción de los partidos populistas no ha mejorado durante la crisis del coronavirus”, dice a NIUS Pawel Zerka, investigador de la oficina en París del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR). Este think tank europeísta presentaba esta semana los resultados de una investigación en nueve países europeos – entre ellos España – en los que participaron cerca de 11.000 personas.
Se les preguntó, entre otras cosas, si su imagen de los partidos populistas de ultraderecha había mejorado durante la pandemia. La mayoría respondió con un “no”.
“Los había que pensaban que éste sería un momento para que los populistas usaran la debilidad de los gobiernos nacionales y de la Unión Europea para fortalecer sus posiciones. Pero no hemos visto que algo así ocurra”, según Zerka. En el caso español, por ejemplo, el 54% de los encuestados señalaron que la imagen de Vox se había deteriorado en la crisis pandémica.
Aunque en el ECFR hayan observado que pueda haber una decepción con cómo UE y gobiernos nacionales se han enfrentado a la COVID-19, “ésto no significa que la gente empiece a ver los partidos populistas de ultraderecha con mejores ojos”, según Zerka.
Tampoco los partidos populistas de izquierdas tienen motivos para estar de enhorabuena. En vista de la gestión en el Gobierno español de PSOE y Podemos, el experto en populismo Takis S. Pappas, politólogo y profesor de ciencia política en la Universidad de Helsinki, explica a NIUS que "los partidos populistas, cuando entran en un gobierno de coalición como socio más pequeño, como Podemos en España, lo acaban pagando".
"No veo cómo Podemos va a poder tener éxito en el gobierno. Tras una situación como la actual, muchos de sus votantes acabarán votando por otros partidos", abunda este experto. Para él, la situación de Podemos es comparable a la del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), una formación que sigue hundida en las encuestas. En Alemania, el crédito por la hasta ahora buena gestión del coronavirus ha ido a parar a la canciller Angela Merkel y a su partido, la Unión Cristiano Demócrata (CDU).
Al SPD, el giro populista de sus nueva dupla de presidentes, Norbert Walter-Borjans y Saskia Esken - una autodeclarada 'antifa' en los días de violentas protestas en las manifestaciones anti-racistas en Estados Unidos - no le ha servido para ganar atractivo electoral.
A Syriza, partido griego populista de izquierdas ahora en tareas de oposición, no le va mejor en las encuestas. "Syriza está yendo para abajo, ha estado por debajo del 20% cuando representó el 36% de la intención de voto", señala Pappas. En realidad, en tiempos de pandemia, a los populistas les cuesta ganar enteros frente a la población incluso cuando están en el gobierno. Al menos esto es lo que indica un reciente estudio publicado en Alemania por el Instituto para la Economía Mundial de Kiel (IfW).
En dicho análisis, los investigadores Michael Bayerlein y Gyözö Gyöngyösi sacan unas primeras conclusiones sobre los efectos de la pandemia en los políticos populistas con responsabilidades gubernamentales. Se refieren, mayormente, al presidente estadounidense Donald Trump; el primer ministro indio Narendra Modi; el jefe de Estado brasileño Jair Bolsonaro; y los jefes de Gobierno del Reino Unido (Boris Johnson), Hungría (Viktor Orbán) y Polonia (Mateusz Morawiecki).
Los autores no se centran en los populismos de izquierdas que tienden a convertirse en gobiernos totalitarios, como Nicolás Maduro en Venezuela, Manuel López -Obrador en México o Daniel Ortega en Nicaragua. En Europa, tras el ostracismo de Syriza en Grecia, el resto de partidos ultraizquierdistas están en la oposición (salvo Podemos), como el Partido Socialista Democrático de Oskar Lafontaine en Alemania, el Partido de Izquierda que lideró Jean-Luc Mélenchon en Francia, o el populista Movimiento 5 estrellas italiano.
Frente a la población, en estos tiempos de pandemia, estos líderes populistas salen peor parados que los ejecutivos considerados en su estudio como “no populistas”, entre los que se encuentran el de Angela Merkel en Alemania, Emmanuel Macron en Francia o Pedro Sánchez en España. Gyöngyösi reconoce que es "discutible" considerar al Gobierno de Pedro Sánchez como "no populista" teniendo a Podemos en el Ejecutivo.
“Mientras que los gobiernos no populistas, de media, fueron capaces de ver subir el apoyo de la población durante la crisis, los gobiernos populistas sólo experimentaron un aumento moderado”, se lee en el análisis del IfW. La excepción que confirma la regla es el gobierno populista de Johnson, el único que ha visto un aumento claro en su popularidad en la pandemia, indican Bayerlein y Gyöngyösi.
“En los partidos populistas en el gobierno el aumento del apoyo popular es menor. Puede ser porque los países donde hay un líder populista en el gobierno hay más polarización, y eso les impide sacar réditos”, explica a NIUS Gyöngyösi.
El aumento moderado de la popularidad del que habla este politólogo de la Universidad de Kiel no son buenas noticias para los populistas. Entre otras cosas, porque frente a al COVID-19 han lanzado políticas muy similares a las de los gobiernos no populistas. Ahora bien, Bayerlein y Gyöngyösi destacan la lentitud gestora de Johnson en el Reino Unido y de Trump en Estados Unidos.
En su estudio, se apunta qué países arriesgaron más en materia de derechos y libertades democráticas para poder hacer frente a la pandemia. Todos los gobiernos populistas, a excepción del Gobierno de Johnson, fueron tendentes a aplicar medidas de “emergencia democrática”.
“Si uno mira las políticas de los gobiernos populistas implementadas tras el estallido del la pandemia, en muchos países vemos que se han implementado leyes controvertidas que pueden llevar a la limitación de la competición política, suspendiéndose sistemas de equilibrio político, por ejemplo, gobernando a base de decretos”, señala Gyöngyösi. “Esto puede llevar a la limitación de la competición política y, en consecuencia, de la limitación de la capacidad de acción de la oposición”, añade.
El análisis del IfW destaca que entre países que corrieron “riesgos altos” sólo hay naciones con ejecutivos populistas. A saber Hungría, India y Brasil. Habiendo corriendo “un riesgo medio” se encuentran Estados Unidos, Polonia, con gobiernos populistas, y España, el único gobierno no populista que, según Bayerlein y Gyöngyösi, ha hecho correr un “riesgo medio” a la democracia del país con su gestión de la crisis.
Al margen de esos riesgos, lo que tal vez deba ser motivo de preocupación para los populistas es que, en el gobierno y frente al coronavirus, se han quedado sin la posibilidad de echar las culpas a otros.
“No hay nadie a los que echar la culpa de la pandemia. La pandemia es un elemento externo a la política y no ha sido creada por las políticas de las élites que los populistas siempre critican. Ahora los populistas no tienen a quién culpar”, explica Gyöngyösi.
Sea como fuere, la capacidad de ganar adeptos del populismo parece merada en tiempos de la pandemia. Así, en Alemania, por ejemplo, la formación populista de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD), se mueve en las encuestas por debajo del 12,6% que consiguió en las elecciones generales de 2017.
Desde el ECFR, Zerka señala que, de acuerdo con su estudio, “los países donde más ha mejorado la imagen de los populistas de ultraderecha son Italia y Portugal”. Pero según las cuentas del ECFR, en ambos casos sólo un 17% piensa que ha mejorado la imagen de La Lega italiana y la Chega! lusa.
No obstante, tanto en el ECFR como en el IfW apuntan que sus estudios ofrecen una imagen puntual de los efectos políticos del coronavirus sobre los populistas. “Los europeos durante esta crisis se han dado cuenta de que hay un valor en la cooperación europea. Y por eso hay más gente en todos los países que dicen que debería haber más cooperación a nivel de la UE”, apunta Zerka.
De ahí que “lo que pase con los partidos populistas dependerá de cómo los líderes europeos satisfagan ese deseo de una mayor cooperación”, abunda el investigador del ECFR.
Por su parte, desde Kiel, Gyöngyösi destaca la importancia de lo que pase con la economía. “A largo plazo, todo depende de cómo vaya la economía. Es probable que si la economía va bien, se pueda contener a los populistas, pero si la recuperación económica es limitada, eso podría ayudar a los populistas”, concluye el politólogo de la Universidad de Kiel.