Un total de once hombres acusados de secuestrar y violar en grupo de prisión cada uno, confirmó el abogado de la víctima, en un caso que provocó indignación internacional.
Khadija Okkarou, entonces de 17 años, hizo público el abuso en un video publicado en 2018. Aseguró que miembros de una "pandilla peligrosa" la habían secuestrado y mantenido prisionera durante dos meses, violándola y torturándola. El video también mostró cicatrices horribles, supuestamente de quemaduras de cigarrillos, y tatuajes tallados en partes de su cuerpo.
El letrado de Okkarou, Ibrahim Hachane, señaló que la sala penal del tribunal de apelación en la ciudad central de Beni Mellal encontró a los acusados culpables de varios cargos, incluyendo violación, secuestro y confinamiento forzoso. Otros dos acusados fueron condenados a dos años de prisión y un año de suspensión, respectivamente, agregó.
Hachane indicó que los atacantes también fueron multados con 200.000 dirhams (unos 19.000 euros). A su juicio, los veredictos "no son duros", ya que un cargo de tráfico de drogas puede ser castigado con hasta 30 años de prisión.
"La víctima todavía está recibiendo tratamiento y lo que pasó va a estar con ella para el resto de su vida", manifestó el abogado.
Después de que surgieran las imágenes de Okkarou detallando su abuso en 2018, los padres de dos de los hombres que violaron y torturaron a la adolescente la acusaron de tener una "mala reputación" en la zona. Afirmaron que la niña estaba "mintiendo", que había estado viviendo promiscuamente y que "quería esto".
Los médicos manifestaron que la menor estaba muy afectada por tales acusaciones. "Desafortunadamente, la cultura machista hace que algunas personas la culpen por lo que le sucedió", dijo Hachane, miembro de la Asociación de Derechos Humanos de Marruecos.
Los padres de la niña inicialmente se negaron a denunciar su caso a las autoridades por temor al estigma social del abuso sexual en un país musulmán. "Pero ella insistió. Recogió los registros familiares y fue a los gendarmes. La seguí'", dijo su madre.
En una entrevista con una televisión marroquí en 2018, Okkarou explicó que los secuestradores "me asaltaban uno por uno", que la quemaban y no la alimentaban ni la dejaban ducharse.
Las víctimas de violación en Marruecos a menudo están sujetas a un doble trauma, ya que la sociedad musulmana conservadora las culpa por su terrible experiencia. Sin embargo, los medios de comunicación y los grupos de derechos humanos del país regularmente levantan la alarma sobre la violencia endémica contra las mujeres.
En 2018 entró en vigor una ley para combatir los abusos, que por primera vez otorga a las mujeres en Marruecos protección legal contra "actos considerados formas de acoso, agresión, explotación sexual o malos tratos". La nueva ley también allanó el camino para que se ofreciera apoyo a las víctimas de la violencia.