No hay nada que pare la presión migratoria sobre la frontera sur de Estados Unidos. La presencia de concertinas en una zona entre Arizona y México solo consigue retrasar lo inevitable. Muchos huyen del hambre, la miseria, la falta de futuro o la amenaza de las bandas organizadas. En su marcha llevan consigo a menores que lloran horrorizados ante los peligros que han de superar en su persecución del sueño americano.