Valentina Raffio comparte en las redes sociales la historia que se ha convertido en la broma recurrente en su familia, de raíces italianas, en la última semana.
Su padre, napolitano, recibe en España una carta desde la Santa Sede. Ríen en el grupo de familia y establecen con humor todo tipo de hipótesis. ¿Qué podría contener la carta? Al abrirla descubren que es simplemente una multa, que les corresponde, de un mal aparcamiento en Nápoles.
Entonces se preguntan… ¿Cómo es posible que esta carta, con una multa municipal, haya salido de otro país, del correo del Vaticano? La viralidad no para de crecer y Raffio escribe un artículo, que es como un relato breve de humor… ¿Pero a qué se puede deber este lío de países, cartas y multas?
Un giro de llamadas me llevan hasta la oficina del Comando dei Vigili Urbani, de donde se supone que salen las multas de tráfico del Ayuntamiento de Nápoles. Ya he hablado con el encargado de prensa de la alcaldía de la ciudad, que había leído la noticia y la había tomado por una fake news. Es él el que me indica que debería llamar a la oficina de tráfico competente.
Primero me coge un funcionario, que en un perfecto napolitano -podía percibir cómo movía sus brazos a través del teléfono-, me indica que no es un error, que el único error que puede darse en estos casos es con una letra equivocada de una matrícula. O sea, una multa que llega a una persona que no ha efectuado esa infracción. Ahí está el único margen de error. Me pasa con su "Comandante" a ver si él sabe algo. Con pocas esperanzas de poder ayudarme y con mucha amabilidad.
"No había escuchado una cosa igual nunca. Y, te puedo asegurar, por mucho poder que tenga el Ayuntamiento de Nápoles -ríe-, no creo que pueda interceder desde territorio vaticano, otro país. Si me dices que es el Ayuntamiento de Roma -ríe de nuevo-, te podría decir que se ha confundido la carta unos metros más allá del centro, pero a más de 200 km me parece complicado", dice. Pero decide echarle un ojo y le doy el beneficio de la duda y del tiempo. Gracias y gracias y que tenga usted buen día. Hablaremos más tarde. En realidad su broma no iba tan lejos.
Me hace pensar que en esta brujería podría estar la mismísima Elena Ferrante o Liberato, ambos artistas napolitanos, una novelista, otro músico, que han hecho uso de un anonimato por elección. ¿Había elegido esta estrategia de despiste el Ayuntamiento de Nápoles, como se auguraba la periodista y contadora de esta historia, Valentina Raffio? Recurro a algunos amigos, malos conductores y receptores habituales de multas. Me dan un hilo por el que tirar. ¿Quién gestiona esas multas? ¿Podría ser una empresa externa con sede en…? ¿Otra región o otro país?
Consulto con Gennaro Demetrio Paipais, abogado napolitano y consejero comunal del propio Ayuntamiento de Nápoles, que me confirma que, por muy irrisorio que parezca, el procedimiento está en regla. Funciona de la siguiente forma: "El código de la carretera italiana prevé que en caso de una sanción administrativa a personas en el extranjero se pueda usar el envío de una carta certificada internacional. En este caso, como me ha aclarado personalmente el Comandante Ciro Esposito, el Ayuntamiento de Nápoles ha derivado la gestión a una empresa de Roma que en la capital ha enviado la carta desde el Vaticano", explica.
Hay explicación, no es brujería, ni picardía napolitana. Era un inesperado movimiento administrativo.