“Your body, your choice” (“Tu cuerpo, tu elección”) es uno de los lemas principales por el que se rige la reconocida Center Academy en Miami. El prestigioso colegio privado que atiende entre sus dos campus a 300 alumnos con edades comprendidas entre los dos años y medio y los 14 años, destaca y entusiasma a los progenitores que llevan allí a sus hijos, por su particular enfoque en el estilo de enseñanza.
Su propósito se basa en la felicidad de los pequeños y en el desarrollo de la inteligencia emocional. Se les empodera para sacar su máximo potencial, superando los prejuicios y efectos generalizados del “pensamiento grupal” pero con valores que conecten con la empatía y prosperen colectivamente, dando sentido al autodescubrimiento y a un aprendizaje basado en el pensamiento crítico e independiente.
En una jornada que para los alumnos empieza cada día con la meditación, los chicos pueden estudiar actividades extraescolares como interpretación, fotografía, diseño e impresión 3 D, diseño gráfico, de programación de juegos, danza internacional, flamenco o música, incluyendo disciplinas que abarcan desde el violín hasta las artes que maneja un Dj, además de diversas especialidades deportivas, entre otras opciones. Se trata de un colegio extraordinario en muchos sentidos.
Sin embargo, Centner Academy no es noticia estos días por su programa educativo, sino porque sus fundadores se han posicionado (al menos de momento), en el bando anti-vacuna Covid-19, pidiendo a profesores y empleados que no se inyecten la dosis hasta el próximo año escolar (e incluso recomendándoles que se abstengan), e impidiendo a aquellos que ya se han vacunado, que entren en contacto con los alumnos.
¿La razón? Sus propietarios, Leila Centner y su marido David Centner, creen que la vacuna para evitar la propagación de la pandemia del coronavirus podría ser contagiosa y que las personas vacunadas pueden provocar en los no vacunados, alteraciones hormonales que se traducen -según han trasladado al personal del centro así como a los padres de los alumnos-, en “menstruaciones irregulares, sangrado, abortos espontáneos, hemorragia posmenopáusica y amenorrea (pérdida completa de la menstruación)”. Esta información no sido corroborada por ningún organismo oficial en el mundo, y que en particular, ha sido desmentida desde el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC por sus siglas en inglés) al ser preguntado.
Supuestamente, el daño se produce al tener contacto cercano y prolongado entre la persona no inmunizada y la inmunizada: “Estas vacunas no son virus de COVID vivos”, ha señalado la doctora Andrea L. Cox, profesora de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. “No pueden infectar a las personas que las reciben y tampoco se pueden propagar. Las vacunas no han provocado abortos en las personas que las recibieron durante el embarazo”. En Estados Unidos se han administrado ya 250 millones de dosis, con un 32% de la población completamente vacunada y más del 50% de los adultos inoculados.
El chat de padres de alumnos empezó a arder inmediatamente después de que estos recibieran una carta en la que la dirección del colegio exponía su preocupación por los supuestos daños que causan las personas vacunadas en las no vacunadas, y la decisión que se había tomado respecto a los trabajadores vacunados del centro para que se mantengan alejados de los menores. Una decisión que previamente habían comunicado en una reunión por videoconferencia tanto a profesores y como al resto de los empleados, donde se les pidió que voluntariamente dijeran quiénes se habían vacunado ya. Nadie sería despedido, ha recalcado Leila Centner, pero de momento no se contratarán personas vacunadas.
Ante la sorpresa de todos, unos apoyaban la determinación y otros entraban en cólera. Reacciones que luego se vieron reflejadas en la reunión de padres, en la que Leila Centner admitió que “no había sido una decisión fácil de tomar”.
“No estamos 100% seguros de que las inyecciones de Covid-19 sean seguras, y hay demasiadas variables desconocidas para que nos sintamos cómodos en este momento”, advierten en la carta. La decisión “fue un consenso de nuestros asesores hasta que este tema se investigue más a fondo” puesto que quieren “lo mejor para los niños” ante el interés de “protegerlos de las implicaciones desconocidas de estar en estrecha proximidad durante todo el día con un maestro que se haya puesto la inyección de Covid-19".
Sus argumentos también se basan en información que circula por internet y de las que se hace eco en sus redes sociales. Sus seguidores, comparten sus ideas:"¡No dejaremos que te derriben!" escribió uno de ellos escribió en Instagram. “¡Nos mantenemos firmes contigo! Eres un ángel que intenta salvar a nuestros niños y profesores".
“Siempre pensé que las ideas de Leila estaban un poco fuera de lugar, pero la afirmación que hizo sobre las personas vacunadas es una completa locura”, ha dicho a NIUS la madre de una alumna matriculada en el centro, que prefiere mantener el anonimato para proteger a su hija.
“Hay países con personas que intentan desesperadamente vacunarse y aquí ella dice que las personas vacunadas son dañinas para los niños sin evidencia científica. Con su declaración aporta una visión muy extrema vinculándola con los movimientos anti-vacunas y las teorías de la conspiración”, dice con gran preocupación la mujer que ha tomado la decisión de no matricular a su hija el próximo curso en este colegio.
Tanto a ella como a su marido, quienes se vacunaron unas semanas antes de que el centro escolar se manifestara, ya estaban algo desconcertados con la manera en que Centner Academy ha manejado la pandemia, puesto que “nunca se presionó para que los estudiantes ni usaran la máscara en clase”, señala.
Cuando la pandemia llegó a EEUU, Centner Academy fue el primer colegio de Miami que cerró sus instalaciones hasta que en septiembre comenzaron las clases presenciales. Y aunque inicialmente se comprometía a seguir las pautas del CDC, los profesores manifestaron en agosto que el distanciamiento social no se mantuvo. Cuando su fundadora desaconsejó el uso de las máscaras, algunos maestros que decidieron no llevarla tuvieron que firmar exenciones, reconociendo que existía un riesgo para la salud asociado con volver al trabajo en persona. Los padres que accedieron a que sus hijos no utilizaran tampoco la mascarilla, igualmente dieron su consentimiento por escrito.
“No seguimos ninguna de las medidas tiránicas que estaban en vigor. No forzamos a nuestros hijos a usar una máscara”, dijo Centner cuando asistió a una manifestación de “Salud y Libertad” en Tulsa, Oklahoma.
"Ante esta circunstancia - ha manifestado a NIUS un profesor del la academia que también prefiere no identificarse por temor a perder su trabajo-, algunas familias ya se fueron entre octubre y diciembre debido a la falta de protección brindada a los niños con su política de la máscara”.
"Muchos docentes se irá a finales de junio de este año al igual que lo harán otros tantos padres que ya firmaron el contrato para 2021-2022, intentarán salirse de él e inscribir a sus hijos en un nuevo colegio”, predice el maestro quien considera que el centro “tiene tendencia a aceptar a profesores y padres que comparten su visión”.
“Leila Centner ha estado tratando de persuadir a padres y maestros organizando eventos con ponentes comparten su pensamiento. Parece que se convertirá en un culto más que en una escuela”, concluye el profesor.
Pero, aunque muchos padres y profesores se encuentran disconformes con la línea ideológica del colegio, otros por el contrario, se sienten más bien amenazados ante la posibilidad de que la conflictiva información pueda ser veraz. “El objetivo del colegio es que los chicos sean felices, y que aprendan en un ambiente que les permita explotar su máximo potencial, y con la máscara y la distancia social, no podían lograrlo”, ha declarado a NIUS, Malena, madre de dos alumnas matriculadas en el centro.
“Mi hija mayor, de 12 años, ha explotado de felicidad en el colegio, se trata de un centro espectacular, hacen unos ejercicios increíbles de movilidad que les ayuda a entrenar no sólo físicamente, si no el cerebro también. Pero cuando se empezaron a poner la máscara, venía a casa con dolor de cabeza, no quería hacer nada… así que firmé la autorización para eximirla”.
A Malena no le sorprendió la determinación de Leila Centner con respecto a la vacuna “porque ella es muy naturista, muy orgánica. En el colegio se cuida mucho la alimentación, y se procura todo lo natural… … Leila no es partidaria de administrar vacunas a los niños, y la del Covid en concreto, la rechaza porque ciertamente es una porque es una vacuna experimental que cuyos efectos secundarios se han podido probar con tiempo suficiente. Son muy pocos los profesores que se vacunaron y muy pocos los que tienen intención de vacunarse. Y Leila ha dicho que los que quieran, podrán vacunarse y trabajar”, asegura Malena.
En efecto, Leila Centner siempre ha compartido su punto de vista públicamente. De ahí que bajo la premisa “Mi cuerpo, mi elección”, en la web del centro escolar se habla específicamente de la "libertad médica de las vacunas obligatorias", y ofrece a los padres la posibilidad de completar “un formulario de exención médica o religiosa para optar por no participar en el programa de vacunación escolar”, no contra el coronavirus específicamente, sino de todas las vacunas en general.
Pero el problema de la vacuna contra el Covid-19, para los partidarios de estas teorías no probadas científicamente, se produce con el contacto físico y estrecho entre la persona vacunada y la no vacunada.
“Leila lo que quiere es tiempo para confirmar la información que recibió. Porque cuando se enteró, ella entró en shock. No me cabe la menor duda que pretende lo mejor para los niños. Incluso ella y su marido, que donan importantes cantidades de dinero a investigaciones y otras causas solidarias, son multimillonarios, van a poner especial interés y apoyo económico para tratar de averiguar esto cuanto antes, y así tomar una decisión definitiva con respecto a la vacuna”.
De ser cierto, apunta Malena a NIUS, “no creo que sea algo irreversible, y acudiría a un médico especialista para que me ayudara a tratar a mi hija tal vez con alguna limpieza del organismo, en caso de que sufriera algún trastorno hormonal. Estaré vigilante de su actitud por si percibiera algún comportamiento desligado de su personalidad. Igualmente tengo claro que no voy a limitar la libertad de mi hija y su felicidad, y si surge un plan para quedarse a dormir en casa de una amiguita cuyos padres estén vacunados, no voy a prohibírselo”.
Con respecto a la polémica suscitada tanto en el foro interno de la escuela como en los medios de comunicación, Malena por un lado, quiere aclarar que en efecto, algunos profesores y padres dejarán el colegio “pero no porque el centro no esté a favor de la vacuna contra el Covid, sino por otras razones, la vacuna no ha sido el detonante y el centro no se va a desmontar por esto ni mucho menos. Por el contrario, muchas otras personas que están de acuerdo han contactado con el colegio para matricular a sus hijos y también para entrar a trabajar cuando queden plazas vacantes. En medio de todo este caos, cuatro familias han matriculado a sus hijos y ya están en clase”.
Ante aquellos que señalan a Leila Centner como alguien que pretende hacer un lugar de culto, Malena lo niega rotundamente: “Leila nos ha enviado una carta a todos los padres para invitar, a aquellos que lo deseen, a formar parte de una Junta Asesora con el interés de que todas las opiniones estén representadas en el centro”.
Malena, en cualquier caso, pide respeto puesto que a ella le parece bien que, quien quiera vacunarse, lo haga, pero “que no nos juzguen a quienes no estamos de acuerdo o nos mantenemos prudentes. Relajémonos y tratemos de entenderlo”, señala tras mencionar que hace meses se contagió de coronavirus y que no se ha vacunado “porque no lo necesito y además estoy donando mi plasma” para ayudar a otros convalecientes.
En defensa de la política sanitaria que la Academia Centner ha hablado también la subdirectora del campus preescolar, Mara González, quien ha calificado el de "absurda" la polémica suscitada: “No entiendo por qué la reacción en contra de nuestra filosofía. No entiendo por qué la gente no puede ver que no estamos haciendo nada malo”, ha dicho. “No vamos a despedir a nadie. No estamos imponiendo nuestras creencias a nadie. Solo estamos educando a nuestro personal y a nuestra facultad. Mantenemos la salud y el bienestar de nuestros estudiantes como nuestra prioridad".
Una semana antes de que Leila Centner comunicara a los empleados y padres su decisión acerca de las vacunas, el matrimonio Miller, dio un adelanto de 4.000 dólares a Centner Academy para que hijo pequeño de 10 años ingresara por primera vez en el colegio en septiembre. El coste de un curso escolar en este centro oscila entre 15.000 dólares para los alumnos de jardín de infancia, y 30.000 dólares para los estudiantes de octavo grado.
Ahora, la pareja se siente en una encrucijada ante la postura adoptada por el colegio respecto de la vacuna contra el Covid-19, por lo que está dudando si seguir o no adelante con sus planes: “El colegio nos encanta porque es diferente, trabajan las emociones, el pensamiento crítico, la felicidad del niño, el arte, el deporte... Sus instalaciones son increíbles, todo nuevo, una decoración de diseño y color muy atractivos, y el niño aprende en un entorno libre y emocional, pero ahora no sabemos qué hacer, lo estamos pensando”, han declarado a NIUS.
Annie Miller y su marido William Miller, que se vacunaron a mediados de abril, acordaron una reunión con la directora del centro educativo para tratar de aclarar algunas dudas: “Nos dijo que el hecho de que estemos vacunados no le importa, porque ella considera que su responsabilidad recae en lo que pasa dentro del colegio, mientras que que lo suceda fuera es responsabilidad de los padres. Luego nos explicó las razones por las que ha decidido que los profesores vacunados no tengan contacto con los menores”
A la Sra. Miller no le parecía mal que el centro diera libertad para el uso de la mascarilla en plena pandemia, “porque se demostró que la carga viral en los niños es menor”, pero el planteamiento que se está haciendo en el colegio de Centner contra la vacuna del Covid-19 le ha desconcertado por completo: “En primer lugar porque no encuentro ningún fundamento con los argumentos que dan. No está científicamente probado, circula mucha información falsa y no hay que fiarse de todo lo que se dice en las redes sociales. La directora critica a otros centros privados que obligan a los trabajadores a vacunarse cuando ella, de alguna manera, está también obligando a los profesores a que no se vacunen, y no me parece coherente. En vez de “Tu cuerpo, tu elección”, parece más bien un “Tu cuerpo, mi elección”.
“Por otro lado, - señala Miller-, mientras en Estados Unidos se han muerto más de medio millón de personas por coronavirus, también se sabe que las vacunas salvan vidas. Y yo me pregunto, ¿cuántos supuestos casos hay de mujeres con trastornos hormonales por estar en contacto con algún vacunado -si esto tuviera algún fondo-, en comparación con los millones de muertos en el mundo?”.
“Creo que Leila Centner no ha medido las consecuencias del impacto y ha antepuesto sus creencias a los valores reales del colegio, y lo que quieren es adoctrinar a su gente. Mi marido está más reticente a seguir adelante con la matrícula porque él está a favor de la vacuna y no le gusta que los valores del centro estén por encima de los suyos. Yo me lo tomo de una manera más práctica y creo que de aquí a septiembre ya casi no se hablará de mascarillas ni de vacunas y el tema se irá diluyendo, teniendo en cuenta que el 1 de julio se terminarán todas las restricciones de la mascarilla en Florida”.
“Sabemos además que este tema no va a llegar a nuestros hijos, los profesores tienen prohibido hablar de vacunas en el colegio,- continúa diciendo Miller-. Sabemos que una profesora le hizo un comentario a un niño sobre la vacuna y fue despedida por ello.
No sé qué haremos finalmente, aún tenemos que pensarlo. En caso de recular, intentaremos recuperar el dinero pagado, que tampoco sabemos si nos lo devolverían”.
Centner Academy abrió sus puertas en 2019, después de que sus fundadores, que anteriormente sólo eran propietarios del preescolar, compraran otra una escuela privada establecida que se enfocaba en idiomas extranjeros, ampliando así la capacidad del centro.
Los Centner hicieron una fortuna cuando su empresa, de peajes de autopistas con sede en Nueva York fue adquirida por una firma de capital privado en 2018 por miles de millones de dólares.
Cuando se mudaron a Miami Beach, contribuyendo con un millón de dólares al fondo de reelección del presidente Donald Trump, así como con decenas de miles de dólares a favor del gobernador de Florida, Ron DeSantis, y otros los republicanos locales. En periodo electoral, los Centner trataron de persuadir al personal sobre cómo votar en las presidenciales; y durante la pandemia, invitaron a activistas y sanitarios antivacunas para que se dirigiera a la comunidad escolar. Leila Centner se unió a la junta de la Fundación del Centro de Artes Escénicas Adrienne Arsht, y la pareja hizo una importante donación destinada a un refugio para mujeres sin hogar en Miami.
Pero su objetivo siempre fue abrir una escuela adecuada para sus hijas pequeñas. Las opciones locales simplemente no estaban a la altura: “Centner Academy es la primera escuela de la felicidad en los Estados Unidos", ha manifestado Lelia Centner. "Nos basamos en las últimas investigaciones en los campos de la atención plena, la inteligencia emocional y la ciencia de la felicidad”.
Tras la decisión de no contratar por el momento a profesores vacunados, "el colegio ha recibido una avalancha de solicitudes, más de 150", de personas interesadas en formar parte del equipo de centro escolar, han asegurado desde la dirección de la Academia Centner.