El cocinero español Andrés Torres ha viajado en coche hasta Ucrania para alimentar a los refugiados. En la frontera le advirtieron del peligro que corría al meterse en zona de guerra. Sin embargo, siguió adelante con la ilusión de ayudar. En su vehículo lleva 500 raciones de comida preparadas por él.
"Qué lamentable situación", expresa mientras observa casas destruidas por los bombardeos. Por delante tiene 600 kilómetros. En los primeros se ha cruzado con vehículos blindados militares del Ejército de Ucrania, así como con otros rusos abandonados en plena batalla. Ha pasado por 50 puntos de control de milicias ucranianas, pero no está cansado y prosigue la marcha.
Cuando cae la noche y se aproxima a Kiev suenan las alarmas aéreas, durante el toque de queda. "Están bombardeando cerca", dice mientras intenta dormir tras el largo trayecto. Al día siguiente llega a un colegio situado a 50 kilómetros de la capital ucraniana. "Muy contento porque estamos haciendo la entrega de estos paquetes de comida que hemos traído", celebra ante la alegría de niños y padres refugiados.
Las negociaciones entre Ucrania y Rusia siguen estando protagonizadas por la desconfianza. El fin de semana habrá otra, pero hay recelo por ambas partes. El asesor presidencial ucraniano, Mykhailo Podoliak, ha asegurado que no se fían de las intenciones rusas. Por este motivo, la delegación ucraniana ha pedido la participación de un mediador. "En el futuro, países como Turquía, Hungría o Polonia podrían ser anfitriones en las conversaciones", ha zanjado en declaraciones a la agencia de noticias UNIAN.