La segunda ola de coronavirus sacude con fuerza a toda Europa. Mientras en nuestro país la incidencia vuelve a subir alcanzando los 312,22 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días, –tal como refleja el último balance del Ministerio de Sanidad–, en Francia la incidencia está en 406 casos por cada 100.000 habitantes, en Reino Unido 310, en Países Bajos 486, y en Bélgica, desde donde hoy el Gobierno del país afirma que están “peor que en marzo”, 723 casos por 100.000 habitantes. Mientras, Italia y Alemania, que parecían tener una situación relativamente controlada, en pocos días están viendo como la tendencia cambia a una velocidad demasiado rápida. Concretamente, el país transalpino “ha pasado en pocos días de estar por debajo de los 50 casos por 100.000 habitantes a 143”, y “Alemania de estar por debajo de 50 a estar por encima de 76”, según detallaba este mismo lunes el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón.
Muchas regiones de Europa, ha dicho, “en dos o tres semanas han multiplicado por 3 o 5 lo que estaban notificando hace 15 días”.
La llegada del otoño trae un muy mal presagio y el invierno no augura nada más positivo en el horizonte: el coronavirus vuelve a golpear con fuerza en un periodo en el que, precisamente, afloran los virus respiratorios, haciendo suya una etapa en la que tienden a aumentar notablemente su transmisión.
Como ejemplo, en la vecina Francia las alarmas saltan ya desde la región de París, donde el 54% de las camas de UCI ya están ocupadas por la covid-19.
El virus se extiende por Europa, donde la situación asusta habida cuenta de los estragos causados por la pandemia en su primera ola. Mientras, en contraposición, Asia parece estar luchando con muchísima más eficacia contra el virus, representando una incidencia muchísimo más baja. La prueba más impactante de ello es Wuhan, la ciudad china que fuera epicentro de la pandemia; la primera región golpeada por el coronavirus en el mundo, según se cree. Aquí, por increíble que parezca, la normalidad parece haberse restaurado.
¿Qué razones puede haber detrás? ¿Por qué sus medidas están funcionando mejor y cuáles son las diferencias? Eso es lo que le han preguntado a la Organización Mundial de la Salud, que a través de su director de Emergencias, Michael Ryan, ha dado una respuesta concisa y clara:
“La ventaja que tiene Asia es que los ciudadanos tienen niveles mucho más altos de confianza en sus gobiernos y tienden a aplicar las medidas que se les imponen", ha dicho el experto, para señalar después que los países asiáticos han centrado su actuación en la detección y cuarentena "constante y continuada", algo que, a su juicio, está dando buenos resultados.
En este sentido, Ryan ha explicado que "muchos países europeos" se pusieron una "meta imaginaria" de contagios de Covid-19 y, una vez alcanzada, comenzaron a desacelerar las medidas, mientras que en Asia continuaron implementándolas.
Por eso, apunta, la disciplina y el respeto continuado al respecto de las medidas de prevención es clave.
"No se trata de encarcelar a las personas, sino de romper las cadenas de transmisión, siendo conscientes de que en las reuniones familiares y sociales es donde se producen la mayor parte de los contagios", zanja Ryan.