Si usted luce la bandera española en la muñeca, fue a la manifestación de la Diada estelada en mano o animó a la Selección con una bufanda en su último partido, sepa que lo más probable es que todos esos artículos provengan del mismo lugar: la ciudad china de Yiwu.
Lo que en 1980 era un pueblo agrícola en una zona rural empobrecida ha multiplicado por 30 su población y se ha transformado en los últimos años en uno de los principales polos comerciales de China gracias a la fabricación de productos de bajo precio. Yiwu, situada a unos 300 kilómetros al sur de Shanghai, es la meca del made in China y, de su gigantesco mercado al por mayor, el más grande del mundo, sale la mayoría de los productos que llenan las estanterías de los todo a cien.
Fang Shangyi coloca un rollo de tela con franjas rojas y amarillas en una rudimentaria máquina de cortar tejidos. A sus 73 años, sigue echando una mano en el taller del que ahora se encarga su hija. Esta pequeña fábrica familiar es una de las miles que se encuentran en los alrededores de Yiwu, donde cada aldea se dedica a la fabricación de un producto determinado. Aquí todos los miembros de la familia cortan, cosen y empaquetan banderas de todo tipo, entre ellas, de España.
La historia de Fang Shanyi es la de millones de personas en las zonas rurales de China, que durante las últimas tres décadas han conseguido abandonar la agricultura y entrar en la clase media con un pequeño negocio. “A los 40 años apenas ganaba 150 yuanes (20 euros) al mes como campesino. La vida ha cambiado mucho. Ahora mis hijos tienen varias fábricas y pisos en la ciudad, y en nuestra familia tenemos cuatro coches”, afirma.
La hija de Fang, Shi Xingqing, regenta en el mercado mayorista de la ciudad la tienda familiar, un espacio repleto de artículos en el que hay paraguas rojigualdos, bufandas del Real Madrid y del Barcelona y banderolas de todo tipo. El artículo más caro tiene un precio de venta irrisorio: 5 yuanes, 0,65 euros. Shi sonríe al hablar de España y, en especial, del año 2010. “Allí hay muchos aficionados al fútbol. Cuando España ganó el Mundial fue una locura. Tuvimos que fabricar banderas de día y de noche. Se vendió todo muy rápido”, cuenta Shi, que se muestra orgullosa de su trabajo: “Vimos por televisión las imágenes de las celebraciones en España y reconocimos nuestras banderas, muchas de las que llevaba la gente habían sido fabricadas en Yiwu”.
El dueño de la joyería Qiongyan tiene una historia similar. Se hace llamar George y, en su caso, fabrica principalmente pulseras para aquellos que quieren llevar los colores nacionales siempre a la vista. “Vendemos unas 90.000 pulseras al mes, a varios países distintos. España es un gran mercado, hay muchas fiestas populares y eventos deportivos”, afirma.
George llegó a Yiwu desde la provincia de Anhui y se subió a la ola de la fabricación de artículos baratos, que ha sido uno de los pilares del brutal despegue económico de China. El modelo se basaba en unas pobres condiciones laborales que reducían los costes de producción. Pero hoy en día los salarios de los trabajadores de este tipo de fábricas han aumentado y en lugares como Yiwu pueden rondar los 5000 yuanes mensuales, unos 650 euros. Aunque suene a poco, es una cifra notable en comparación con lo que se paga en otros países de Asia o, incluso, en otras regiones de China. “Gran parte de la fabricación de las pulseras la encargamos ahora a zonas del norte del país, donde los salarios son más bajos, de unos 60 yuanes (8 euros) al día”, cuenta George.
Pero Yiwu sigue siendo el principal centro logístico de China para la venta de artículos de bajo precio, por lo que buena parte de lo que se exporta al extranjero pasa por aquí.
Jaime Horvilleur es español y llegó a Yiwu hace años. Después de encargarse de la fábrica de bisutería de su familia, abrió Sinergia, una empresa de exportación de productos entre los que hay souvenirs y merchandising de todo tipo: balones, toallas de playa, figuritas, llaveros o abanicos con los colores de distintas banderas. “Cuando hay Mundial, Eurocopa, elecciones o manifestaciones, la demanda sube. A veces, incluso, tenemos que mandar productos por avión cuando se superan las previsiones”, asegura.
La tensión política mejora las ventas y, como ejemplo, Jaime recuerda 2017. “Yo no he enviado banderas catalanas ni esteladas, pero me consta que, cuando la cosa está muy caliente en Cataluña, muchos mayoristas chinos hacen su agosto”.