En torno a 170 jóvenes noruegos han acudido este sábado al inicio del campamento de verano de las juventudes Liberales, la primera reunión de este tipo desde la matanza perpetrada presuntamente por Anders Breivik el pasado viernes en la isla de Utoya, durante la celebración del encuentro de simpatizantes del Partido Laborista.

El encuentro, que contó con una importante presencia policial, se ha visto dominado por la masacre, "un ataque bárbaro", en opinión del líder de Jóvenes Liberales, Sveinung Rotevatn, que "en muchos sentidos ha sido un ataque contra todo el movimiento juvenil noruego del país".

Rotevatn, de 23 años, aseguró que representantes de Juventudes Laboristas le habían animado incluso a celebrar el evento, que se celebra por primera vez en Tromoey, en la costa sur de Noruega, desde su inicio en 1926.

"No queremos que sea un campamento de luto, pero será más corto de lo planeado, y se centrará más en los valores que en la política", añadió.

Varios asistentes y expertos aprovecharon para contestar a las críticas recibidas desde fuera del país, donde se cree que estos campamentos son un entorno de adoctrinamiento. "En el mundo anglosajón se tiene una idea muy alejada de la realidad", declaró el experto de la universidad de Bergen, Frank Aarebrot.

"Estos jóvenes no se sientan a admirar a la cúpula del partido: promueven sus propias políticas y representan un serio desafío para el partido raíz. Y además, los chicos y las chicas aprovechan para conocerse, que es lo normal", añadió.

Los asistentes coincidieron en señalar su intención de impedir que el Parlamento incremente las medidas de seguridad en el país, porque creen que sería una "reacción exagerada" tras la masacre de hace ocho días.

"No queremos una 'Ley Patriota Noruega', aseguró el secretario de Jóvenes Liberales, Anders Bergsaker, en referencia a la legislación aprobada en EEUU tras los ataques del 11-S que restringía las libertades de sus ciudadanos.