China registra millones de parados por el coronavirus y ve aún lejos la recuperación total

  • Las autoridades cifran en cinco millones los parados en los dos primeros meses

  • El 75 % de las pymes ha recuperado su actividad poscoroanvirus

  • China podría solucionar el problema del paro tirando de la construcción y las infraestructuras

El impacto en la economía china de la guerra comercial con EEUU ha quedado en nada en comparación con lo que probablemente ha ocurrido en los últimos dos meses y podría llegar en los siguientes. Aunque todavía se desconoce el alcance de los efectos del coronavirus sobre la economía del país asiático, la epidemia podría hacer que el PIB chino se contrajera durante el primer trimestre por primera vez desde la Revolución Cultural, en los años setenta.

China ha ido ralentizándose en los últimos años y ya proyectaba para 2020 el menor crecimiento en décadas. Atrás quedan las cifras de dos dígitos a las que crecía en los 2000. El pronóstico precoronavirus para este año era del 5,5 %, aunque ahora podría caer por debajo del 4 %. "Mientras el empleo se mantenga estable este año, no importa tanto que la tasa de crecimiento sea mayor o menor", afirmó el primer ministro chino, Li Keqiang, a mediados de este mes de marzo.

Cinco millones de desempleados

La gran preocupación de las autoridades chinas es la estabilidad social, base del sistema. Pekín es consciente del pacto tácito entre el Gobierno y los ciudadanos – entre los dirigentes y las masas, en términos chinos – por el cual la población acepta el régimen a cambio de prosperidad económica. Y el trabajo es un factor clave que ahora se está viendo amenazado.

La cifra de desempleo urbano en China, la única disponible, se ha movido tradicionalmente entre el 4 y el 5 %, pero en febrero llegó al 6,2 %, según la Administración Nacional de Estadísticas del país. Esto se traduce en cinco millones más de parados en los dos primeros meses del año. Los sectores más afectados por los despidos son las empresas minoristas, la hostelería, el turismo, el transporte, la logística y el entretenimiento.

Sin embargo, estas cifras no incluyen a parte de los trabajadores migrantes, casi 300 millones de personas que se mudan a las grandes ciudades para trabajar, normalmente en empleos de baja cualificación, y que son los más afectados por el parón económico.

Según el diario Global Times, el 30 % de las empresas ha despedido a empleados desde que estalló la epidemia, lo cual encaja con las caídas en los negocios que muestra el índice de gerentes de compras del diario económico Caixin de febrero: el mayor desplome de la actividad de la industria y la manufactura desde que se tienen datos.

B. no quiere dar su nombre completo. Vive en Pekín y lleva casi dos meses sin trabajar. Es supervisor en una compañía del sector turístico. "Tuve que suspender mi trabajo y solo recibo una mínima parte del sueldo, mi empresa no tiene negocio", cuenta.

En su industria, que supone alrededor del 10 % del empleo y del PIB de China, según Caixin, 30 millones de personas han visto reducidos sus salarios y sus horas de trabajo por la epidemia.

Aun así, B. se considera afortunado. “Muchos amigos míos no cobran nada y sus empresas están cerrando. Hay muchos negocios que son totalmente incapaces de recuperarse tras la epidemia porque tienen que pagar alquileres y salarios”, afirma.

Pero, a pesar del entorno sombrío, mantiene la esperanza. “La economía china tiene que seguir desarrollándose, creo que el impacto del coronavirus será solo temporal”, asegura.

Amenazas a la recuperación

Pero el optimismo que muestra B. podría verse nublado por la expansión del coronavirus fuera de China y la prolongación en el tiempo de la epidemia durante los próximos meses, lo que podría mermar la demanda externa y truncar la recuperación china.

Según Moody’s, la globalización del coronavirus hará, probablemente, que la recuperación total de la economía china no llegue antes de final de año.

Jin dirige una empresa de exportaciones en la provincia de Zhejiang y cree que va a ser un año complicado. “Seguimos teniendo pedidos de clientes que compran regularmente, pero otros muchos ahora no pueden afrontar hacer pedidos con esta incertidumbre. No se atreven”, cuenta. “No se va a frenar en seco la demanda pero va a haber un bajón de pedidos de Europa y EEUU”, pronostica.

Este empresario no ha despedido a ninguno de sus trabajadores. “Les hemos pagado el sueldo, aunque no íntegro. El Gobierno local nos ha ayudado con los pagos de la seguridad social”, asegura.

Por el momento, alrededor del 75 % de las pymes, que ocupan a la gran mayoría de los trabajadores chinos, ha recuperado su actividad. Pero hay muchas que no lo están haciendo al completo porque todavía hay temor al contagio y el país sigue sin terminar de ponerse en marcha. Además, millones de personas no han podido volver a sus puestos de trabajo desde sus provincias, a las que se fueron de vacaciones por Año Nuevo Chino y el coronavirus dejó allí aislados.

El Gobierno chino ha aprobado ya medidas multimillonarias para rebajar impuestos a las pymes y para fomentar el consumo interno.

Pero los trabajadores poco cualificados han disminuido en los últimos años y ha aumentado el número de graduados universitarios, por lo que China no va a poder solucionar el problema del paro tirando de la construcción y las infraestructuras para emplear a millones de parados, como hacía hace unos años.

Una tasa de paro cuestionada

China ha dado pasos hacia una mayor transparencia en los últimos años, pero sigue siendo un país opaco. Y esa opacidad abarca también los índices de desempleo.

Durante años la tasa se ha calculado solo en base al registro de paro, en el que solo unos pocos residentes de zonas urbanas – menos de un millón de personas – estaban apuntados tras completar un largo proceso burocrático. Esto hacía que, a pesar de grandes saltos en el crecimiento del PIB y etapas de crisis, el porcentaje de parados rondara el 4 % año tras año. El registro dejaba fuera a la gran mayoría de la población.

A partir de 2018, el método se cambió y se comenzaron a aplicar ciertos estándares internacionales y a realizar encuestas mensuales. Sin embargo, las cifras no han variado demasiado con respecto a las que mostraban los datos anteriores y esto hace que algunos las sigan cuestionando.

El economista Ernan Cui afirmaba en el periódico hongkonés South China Morning Post que la nueva metodología sigue sin mostrar muchos datos que otros países sí muestran. “Las cifras son tan bajas y estables que sugieren que siguen estando manipuladas políticamente